Reseña: «¿Por qué ganó Milei?» Disputas por la hegemonía y la ideología en Argentina

julio, 2024
Una pregunta que involucra múltiples interrogantes

El nuevo libro de Javier Balsa destaca por su actualidad pero, sobre todo, por su relevancia. Esto se vincula, en primer lugar, a la gran pregunta que lleva en su tapa con grandes letras negras dentro de un recuadro rojo: “¿Por qué ganó Milei?” para cuya respuesta dispone de un potente arsenal teórico-metodológico cimentado en la interpretación de una amplia variedad de indicadores, con un tratamiento riguroso de las fuentes a partir del trabajo de encuestas nacionales que abarcan desde comienzos de 2021 a fines de 2023. Pero, en segundo lugar, porque ese interrogante central está acompañado por otros subyacentes, entre los cuales encontramos uno no menos importante que termina de explicitarse en las últimas páginas -pero cuyo eco se siente desde un principio-: Balsa se cuestiona “qué hicimos mal” (2024:393). Porque la rigurosidad implacable con la que busca desentrañar su problema de estudio no está disociada de una toma de posición: usa una voz plural que involucra al autor (y tal vez al lector), dice “hicimos” por la simple confesión de que “cada uno de los que pensamos que el triunfo de Milei es una calamidad para las mayorías populares podrá sentir, según dónde se ubique en la dinámica política, cuál es su principal colectivo de identificación y desde allí asumir su cuota de responsabilidad en no haber podido impedir su victoria electoral” (Balsa, 2024:394).
En este sentido, el libro procura dar cuenta de las profundas transformaciones políticas e ideológicas que atravesó la sociedad argentina, reseñando lo que podemos caracterizar como un giro a la derecha, que es medido a través del avance de posiciones conservadoras y neoliberales, que emergen de la interpretación y cuantificación de las variables trabajadas en las encuestas. Pero, al mismo tiempo, es una invitación a un balance crítico, a una reflexión todavía ausente que requiere de una autocrítica colectiva que sea constructiva pero que no deje de ser incisiva, porque la pregunta central tiene una doble dimensión que se impone como dos caras de una misma moneda: ¿cuáles fueron los errores concatenados de las fuerzas del amplio y heterogéneo campo nacional, popular, latinoamericano, progresista y de izquierda que derivaron en el triunfo de Milei? y ¿cuáles fueron los motivos del avance de las fuerzas portadoras del proyecto neoliberal y los aciertos de un espacio que promoviendo la versión más extrema del mismo, con su novedoso y singular líder, le permitieron conquistar un triunfo, primero frente a otras opciones opositoras y luego frente al candidato oficialista para llegar a la Presidencia de la Nación en 2023?

Lucha por la hegemonía, proyectos, fracasos y frustraciones

Para abordar estos interrogantes, el libro de Javier Balsa tiene un conjunto de características que lo constituyen en un gran aporte desde el campo de la Ciencias Sociales, en una amplia variedad de sentidos. En estas páginas, buscaremos constituir una reseña centrándonos en el puente que va del análisis al balance que promueve.
Una de las principales potencias del libro es la combinación de un enfoque teórico profundo y una estrategia metodológica destacada que cuenta con el rico acervo de encuestas trabajadas, provenientes de distintos proyectos colectivos coordinados por el autor. Balsa nutre su análisis de la perspectiva elaborada por Antonio Gramsci (1891-1937), con su categoría cardinal de hegemonía, que tuvo un desarrollo fundamental en sus Cuadernos de la Cárcel (Gramsci, 1985), a la cual fue condenado por el régimen fascista. Gramsci fue tanto un pensador de la crisis como un pensador en un tiempo de crisis, y nos brindó -desde el encierro- una década de reflexión elaborada desde la derrota frente a la ultraderecha de su tiempo, donde también se preguntaba por qué y que promovía un balance crítico de la experiencia previa de luchas populares de la cual había sido protagonista, para comprender las nuevas realidades y delinear las estrategias adecuadas que pudieran llevar a los oprimidos a ponerse de pie y trazar un camino hacia su emancipación. Aquí, vale recalcar que este libro es parte de una larga línea de trabajo de Balsa, que además lo tiene como un actor destacado dentro de la Asociación Gramsci Argentina y la Red Latinoamericana de Estudios Gramscianos1 y constituye una muestra de la vigencia y la capacidad de interpelación que poseen las ideas de aquel revolucionario italiano para analizar el presente.

En esta línea, Balsa analiza la lucha política como lucha por la hegemonía, indagando acerca de las clases sociales y la búsqueda por universalizar sus intereses, para observar cómo van emergiendo los distintos proyectos en disputa. También despliega apuntes interesantes sobre la relación entre consenso y viabilidad de un proyecto, el rol de los intelectuales orgánicos, y acerca de las dinámicas de la identificación y la lucha ideológica.
En ese camino, el autor sostiene que atravesamos una extraña crisis de hegemonía, donde “ningún proyecto social presenta la potencia para ser capaz de dirigir e integrar la sociedad” (Balsa, 2024:82). Y nos plantea que esta crisis se fue articulando a partir de tres fracasos y sus consecuentes frustraciones. Si la crisis del 2001 aparece como el punto de inflexión de todos los sucesos del siglo XXI argentino, el primer fracaso que se registra es el del kirchnerismo por dar continuidad a su proyecto en 2015. Se apuntan elementos claves del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), recuperando la iniciativa política para dar lugar a un proceso de expansión con recomposición de las condiciones de vida de las mayorías populares. Luego, vemos en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner (CFK, 2007-2015), la épica militante y la profundización del perfil transformador, con el proceso de radicalización progresista que cobró forma para intentar superar la coyuntura crítica que habían dejado del conflicto agrario y la crisis económica internacional (Varesi, 2021), y se pregunta por los alcances y los límites de la lógica populista y del pueblo articulado por el kirchnerismo.
A su vez, da cuenta de la ofensiva emprendida por sectores del capital concentrado, los grandes medios de comunicación y los núcleos opositores del poder judicial y del poder político, y cómo se fue forjando y consolidando una identidad antikirchnerista, en el marco de la politización y el antagonismo creado por la propia lógica populista, que iba derivando también en el “alejamiento de los moderados”. En ese punto, ya podemos visualizar algunos elementos del balance crítico que propone Balsa, marcando el sostenimiento del poder de los sectores económicos, mediáticos y judiciales a lo largo del ciclo kirchnerista, los cuales iban a aprovechar luego el contexto de dificultades económicas para constituir una alternativa opositora.
Pero también se señala la incapacidad del propio espacio popular para relanzar su proyecto y darle continuidad, más allá que CFK estuviera imposibilitada de presentarse electoralmente en 2015. Aparece, entonces, una constante que se va a comprobar como escasamente fructífera para la construcción de hegemonía, que se vincula a centrarse excesiva o exclusivamente en defender lo conquistado y asumir una posición defensiva, donde se empieza a hacer borroso el horizonte de futuro añorado que requiere todo proyecto para entusiasmar y para poder universalizarse. Así, el libro nos recuerda la candidatura de Scioli, el rol opositor de Massa como parte de la fragmentación del frente político y las estrategias que lograron abrir paso al triunfo de Macri. Y ya nos advierte de la falta de elaboración de una explicación colectiva del kirchnerismo y del amplio campo popular frente a la derrota de 2015.
En este sentido, las reflexiones expresadas nos abren un espacio para pensar el giro conservador que atraviesa a la sociedad argentina y cuestionarnos si éste no se dio sólo por fuera del espacio portador del proyecto nacional-popular y latinoamericano sino también al interior del mismo, y a visualizar las consecuencias de dicho movimiento. Porque fue el propio espacio que debiera ser portador de la épica transformadora, el que tendió a elegir una y otra vez candidatos presidenciales conservadores2 y fue perdiendo radicalidad en la preocupación por reponer los apoyos empresarios a la alicaída estrategia de pacto social y atraer a los moderados, sin llegar a ser tampoco lo suficientemente efectivo en ese sentido. Este desenlace puede resultar paradójico, ya que se contaba con el antecedente de un proceso de radicalización que en 2011 había llevado a la reelección histórica de CFK con el 54% en primera vuelta, quien en 2013 proclamaría “la década ganada por todos los argentinos”, sosteniendo que a esa década debía seguirle otra más para asegurar las conquistas del pueblo (Varesi, 2024). Sin embargo, comenzaba un proceso de amesetamiento, que iba a marcar el declive de la hegemonía kirchnerista, al punto de que 10 años después la ultraderecha se hiciera con la Presidencia de la Nación y lograra instalar en más de la mitad de la población, como se deprende de las encuestas del libro, la idea de que había que “acabar con el kirchnerismo” para que el país pudiera salir adelante.
En segundo lugar, Balsa registra la frustración que significó el desastroso resultado económico del gobierno de Macri (2015-2019) para el sector que tenía expectativas con el cambio de gobierno, conllevando un fracaso en el intento de reinstalar una nueva versión del proyecto neoliberal. Pero también el autor da cuenta de cómo ese espacio emprendió rápidamente su propia lectura crítica para relanzar su proyecto: la asociación de aquel fracaso a la idea de “gradualismo”, postulando que se falló no por lo que se hizo sino por lo que no se llegó a hacer, proveyendo también una solución: ir en la misma dirección, lo más rápido posible. Así se fue configurando una nueva discursividad, que pasó de la “revolución de la alegría” a una potenciación del individualismo, el emprendedorismo, la meritocracia y la idea de acabar con décadas de populismo aunque implicara sacrificio social. Se instala con fuerza una combinación de la aceptación del autosacrificio junto con la necesidad de castigar a los otros, articulando sentidos autoritarios y xenófobos, a partir del cual cobra forma cierta fascistización como lógica de regeneración de las derechas (Feierstein, 2019).
En tercer lugar, aparece la frustración generada por el gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) en diversos aspectos. El libro recorre el trayecto que va del optimismo inicial a la pandemia, del primer apoyo al ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) y la reconstrucción del sistema de salud, al desgaste y las marchas anticuarentena, con la participación de la derecha y la irrupción del fenómeno “libertario”, combinando una potente difusión en las redes de un individualismo ideológico junto con posiciones anti científicas y anti democráticas.
Del análisis general, podemos sintetizar dos dimensiones claves que derivaron en una nueva frustración colectiva. Una de carácter económico-social, en tanto la recuperación pospandémica no se convirtió en reducción de la pobreza, con una difusión de salarios magros devorados por la alta inflación, con insuficiencia en las políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de las mayorías populares, particularmente deterioradas en el sector informal. Y en este punto parece relevante traer una reflexión de García Linera sobre el escenario regional donde señala que si el progresismo y la izquierda “convive con un régimen que empobrece al pueblo, es inevitable que la gente gire drásticamente a la derecha que ofrece una salida (ilusoria) al gran malestar colectivo” (2024:5).
Hay otra dimensión de carácter político, remarcada por Balsa, ligada a la ausencia de espacios de debate y definición colectiva del Frente de Todos (FdT). Aquí, podemos reflexionar que la coalición electoral triunfante en 2019 supo tener en su interior a la mayor parte de partidos populares, progresistas y de izquierda, junto a las principales fuerzas sindicales y sociales del país, pero, sin embargo, nunca se convirtió en un verdadero frente político. Creo que ese potencial desaprovechado debe tener un lugar destacado en la auto-crítica pendiente. Porque esa ausencia, se vincula con una lógica de conducción cada vez más inconducente, explorada en el libro de Balsa, basada en reducidos núcleos dirigenciales que definieron los temas estratégicos y las candidaturas, desconectados de la bases militantes, en una cúpula que además estuvo atravesada por múltiples internas.
Otro factor político tiene que ver con el debate sobre el jacobinismo: de la primera ola de gobiernos populares en el giro continental a la izquierda, su capacidad de imponer políticas con radicalidad por encima de la conciencia de las propias clases que articulaba y su capacidad para disciplinar a sectores de la burguesía, a una pérdida de audacia en la segunda ola, particularmente en el caso argentino. Aquí se abren dos temas. Uno tiene que ver con las dificultades de las izquierdas para relanzar un proyecto socialista, tanto dentro del FdT (reconvertido luego en Unión por la Patria) donde los diversos partidos y agrupaciones no lograron articular un bloque sólido de izquierda en su interior que pudiera motivar la radicalización del espacio popular, ni por fuera del FdT/UxP, donde el trotskismo y su frente tampoco logró canalizar el descontento creciente con el gobierno nacional. Y el segundo aspecto, decisivo, se liga a la falta de audacia de la gestión de Alberto Fernández, con su tónica general de “no confrontar con los poderes reales y confiar en que se autorregularan y evitaran los sesgos derechistas en su accionar” (Balsa, 2024:65), lo cual fue visible tanto en relación con las conductas abusivas de los grupos económicos, la pasividad frente al hostigamiento de los oligopolios de la comunicación e incluso con las arbitrariedades del Poder Judicial. El dialoguismo inconducente que anunciaba una “guerra contra la inflación” pero sin medidas concretas, que condenaba el endeudamiento macrista con el FMI y luego lo avalaba fácticamente. Balsa sugiere que la moderación resultó incluso contemplativa con el avance de los discursos de odio de los grupos de ultraderecha, demostrada en la inacción gubernamental frente al intento de asesinato de la propia vicepresidenta.

La avanzada conservadora y neoliberal: condiciones y alcances

Pero si los elementos mencionados sirven para motivar una reflexión sobre la derrota, hay otros que el libro pone en juego para analizar cómo el campo opositor, en su versión más extremadamente neoliberal y conservadora, alcanzó la victoria. Allí, nos convoca a visualizar la mutación ideológica del proyecto neoliberal: cómo pasó de postular la competencia supuestamente emanada del libre mercado en los 80 y 90, a la reivindicación de las bondades de las grandes empresas y la concentración económica vinculada a la creciente centralidad de los grandes multimillonarios. Balsa sostiene que el resto de la burguesía queda presa de la trampa ideológica del neoliberalismo, que presenta la oposición a las megaempresas como oposición al “progreso”, la identificación de los oligopolios como si fueran el “mercado” y la crítica implacable a toda intervención del Estado que pudiera modificar los caminos de la hiperconcentración. Y cómo esto se liga con mayores dificultades para integrar al resto de la sociedad, a la que sólo tienen para ofrecer la hiperprecarización o la autoexplotación y algunos empleos calificados de calidad en las grandes corporaciones.
Es ahí donde cobra forma una reflexión gramsciana potente, acerca de la posibilidad de dominaciones no hegemónicas en la actualidad. Así, sin posibilidad de integración hegemónica, el proyecto neoliberal se relanza apelando a tres fuentes: el consumismo, la ideología de la meritocracia y el individualismo, y el autoritarismo, con ribetes protofascistas y una cuota de anticientificismo. La articulación entre los grupos de fanáticos autoritarios y antiintelecutales con aquellos que se vinculan al consumismo y a la ideología meritocrática e individualista termina siendo eficaz para alcanzar mayorías electorales en sistemas representativos, se nutre a partir de una perspectiva antipopular y conservadora que los enlaza. A lo que se suma la conformación de intelectuales orgánicos dispuestos a dar la batalla ideológica y cultural, dando respuestas simples y eficaces a los males que aquejan a nuestras sociedades, explotando las frustraciones acumuladas en una vía crecientemente autoritaria.
Así, Balsa nos propone pensar la construcción de hegemonía en el escenario actual con aspectos novedosos ligados al impacto de las redes sociales, las fake news, la fragmentación de la opinión pública y su vinculación al avance del autoritarismo. Sostiene que si ya no hay acuerdo sobre cuál es la realidad y la opinión pública se encierra en las burbujas del algoritmo, se rompen los lazos de un diálogo o discusión agonal entre adversarios o distintos, y es más fácil forzar el autoconvencimiento del propio dogma y la anulación del otro, su conversión en un enemigo, cuya eliminación es un paso necesario en las propuestas de redención autoritarias que emergen. Esto nos permite comprender la interpelación eficaz de la consigna “acabar con el kirchnerismo” que llevaron los dos principales candidatos de la oposición, Milei y Bullrich, en 2023.
Esta ofensiva se vincula con “la reacción ante el progreso” analizada con profundidad en el libro. Balsa señala que aspectos claves del progresismo de las últimas décadas como la tolerancia hacia la diversidad sexual y de género, un mayor respeto por los pueblos originarios y el cuidado del medioambiente, más derechos para minorías y grupos mayoritarios subalternizados, como las mujeres, entre otros, habían logrado articulación en los años 90 cuando el proyecto neoliberal intentaba presentarse como “progresista” y “multicultural” y que luego fue recuperado por los proyectos posneoliberales, antineoliberales e incluso anticapitalistas, cobrando forma concreta a través de múltiples políticas públicas, presentando capacidad de universalización. Luego, cita a Ipar (2023) señalando que “la irrupción de las nuevas derechas radicales alteró el escenario, pues presentaron el principio de la desigualdad, el racismo, la xenofobia o la misoginia como planteos que defienden los intereses “verdaderos” de la mayoría de los ciudadanos” (Balsa, 2024:119), haciendo un recorrido desde una resistencia silenciosa, hacia su difusión en redes, con personajes políticamente incorrectos y comunicadores de derecha no muy centrales, y su proliferación pública durante el gobierno de Macri, que luego se fue potenciando hasta articularse en su contenido autoritario llegando a la reivindicación de la última dictadura cívico-militar. Así, se expone un sendero en el cual el discurso reaccionario logró exitosamente comenzar a ocupar un lugar de “rebeldía” (Stefanoni, 2021), pretendiendo ser defensora de una mayoría de “gente común” que era olvidada por la política progresista y que terminaría derivando en la idea de que, evocando a Dubet (2023), “el enemigo es el asistido”.
Así, fue cobrando forma una versión autoritaria del proyecto neoliberal, donde el discurso reaccionario conservador adquirió mayor visibilidad, logró legitimación e incluso alcanzó formas de institucionalización, en una lógica donde nuevos “enunciadores se ubicaron “a la derecha de la derecha” y corrían cada vez más el límite de lo decible” (Balsa, 2024:125). El libro da cuenta con sustanciosa base empírica del avance del discurso de derecha en sectores de la juventud, particularmente varones, y cómo los libertarios irrumpieron ocupando el lugar de la crítica, desplazando al progresismo y a la izquierda, y ubicándose a la derecha del PRO en el escenario político, logrando una interpelación efectiva. Balsa analiza mediante numerosas encuestas los posicionamientos frente a la agenda progresista: el feminismo, el avance de posturas de distanciamiento respecto de dicho movimiento y rechazo frente a sus reclamos y las críticas al lenguaje inclusivo, son algunos de los aspectos de la deriva antiprogresista. Y va rastreando patrones de respuestas a partir la confección de escalas de conservadurismo, en los cuales se ponen de manifiesto las características y la magnitud del avance de la derecha en el terreno ideológico y cultural.
Otro tanto ocurre con el posicionamiento político-económico, donde el autor construye escalas de neoliberalismo. Allí, repasa el movimiento pendular entre posiciones mercadocéntricas y estadocéntricas, de la hegemonía menemista a la hegemonía gestada en el ciclo kirchnerista, con sus políticas nacional-populares, la discursividad de derechos y confrontación con el proyecto neoliberal, al triunfo de Macri con su recuperación del programa neoliberal y el ascenso de Milei su discursividad anti derechos y su programa ultraneoliberal. Milei, a través de su excentricidad supo encarnar la radicalidad de los planteos ultraneoliberales promoviendo la impugnación a cualquier intervención del Estado que moderara la lógica desigual de la economía capitalista y desplegando una crítica brutal al concepto de justicia social presentado como una “aberración”, constituyendo una interpelación eficaz visible en su impacto sobre la opinión pública: un 34% sostenía que había que erradicar esta idea porque castigaba al que le iba bien e implicaba regalarle cosas a otros, con importante incidencia en los hombres jóvenes (54%). También da cuenta de la aceptación de mayores niveles de desigualdad y el crecimiento de visiones que atribuyen la responsabilidad de la pobreza a la propia persona pobre, articulada con una crítica a los planes sociales. Asimismo, se expresa la potencia de la perspectiva neoliberal en construir una asociación entre el Estado y significantes negativos, instalando fuertemente la idea de que la fuente de la crisis es el propio Estado, su excesiva dimensión y gasto, que deriva en emisión monetaria como base única de la inflación. La capacidad de reinstalar este diagnóstico, tal como lo hizo la dictadura con Martínez de Hoz, luego el menemismo y la Alianza en el marco del Consenso de Washington y más recientemente el gobierno de Macri, nos habla de la potencia de los intelectuales orgánicos de la gran burguesía y el rol de los oligopolios de la comunicación, para relanzar un proyecto con demostradas consecuencias negativas para las mayorías populares, recrearlo y lograr adhesión.
Así, el libro nos permite observar cómo las transformaciones ideológicas van articuladas a cambios culturales que dieron forma a un nuevo tipo de subjetividad. Balsa plantea que el capitalismo flexible promueve una personalidad narcisista, reforzada por la prédica neoliberal, en un individualismo extremo, que tiende a articularse con posiciones conservadoras y autoritarias en tres planos. 1) El apego a “valores tradicionales” actúa como paliativo frente a la incertidumbre socioeconómica y se entrama con el desprecio por quienes reciben ayuda estatal o incluso por quienes tienen empleos estables. 2) Un culto a la individualidad que solo puede prosperar con la obediencia disciplinada del conjunto, fomenta valores jerárquicos y autoritarios, con propensión a una agresividad creciente como respuesta frente a las frustraciones. 3) Mercantilización de la propia personalidad como lógica para lograr el éxito con pretensiones de distinción social.
Pero en un mundo cada vez más desigual donde las frustraciones son inevitablemente crecientes y la percepción de algún tipo de opresión es también inevitable, el estudio de Balsa con su vasto trabajo de encuestas se anima a explorar esta dimensión. Se constata que una gran mayoría (74%) entiende que existe una minoría opresora, pero parece sorprendente la respuesta acerca de quién se percibe como dicha minoría. Tan sólo el 20% la identifica en torno a sectores del poder económico y/o mediático o vinculadas a potencias imperialistas. Mientras que un 40%tiende a ubicarla ya sea en los movimientos sociales, sindicales o feministas o en fuerzas progresistas. Entonces Balsa sostiene que “Llama la atención el importante peso de una extraña perspectiva de minorías muy específicas y de escaso poder real que se impone sobre la mayoría de la sociedad. Sin embargo, esta concepción fue cultivada desde la “nueva derecha”” (2024:217) y nos abre la pregunta por las fallas del sistema educativo para que visiones tan simplistas y erradas puedan tener un calado tan profundo.
Por último, no podemos dejar de señalar que un elemento clave del contexto es la creciente polarización, frente a la inconducente estrategia del dialoguismo moderado y la licuación de las posiciones más centristas, el triunfo de Milei parece ser expresión del triunfo de la radicalidad, en un mismo derrotero que marcó la caída de Rodríguez Larreta frente a Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio, sin dejar de advertir que es también una muestra de la vigencia de las tácticas audaces, como la realizada por Macri y Bullrich sellando el apoyo a Milei tras las elecciones generales incluso arriesgando su propia coalición por un objetivo estratégico, con la efectividad de orientar a sus votantes así como al conjunto del bloque de poder.

Un libro imprescindible en los tiempos que corren

La riqueza del trabajo de Balsa no es solo el logrado esfuerzo por explicarnos por qué ganó Milei, sino seguir abriendo interrogantes. En ese sentido, parece pertinente finalizar esta reseña con dos líneas de preguntas que nos permitan transitar del análisis, al balance y luego a la proyección sobre el presente. Por un lado, ¿cómo podemos avanzar a elaborar el balance crítico pendiente? ¿Qué otros factores necesitamos visualizar para el mismo? Y ¿cómo lograr que sea efectivamente colectivo? Por otro lado, aparecen temas con pleno desarrollo presente: ¿Qué sucede cuando un discurso efectivo para construir oposición y alzarse con la victoria se constituye en conducción gubernamental? ¿Cuál es el escenario que cobra forma con la ofensiva actual por materializar el proyecto ultraneoliberal y autoritario? Y, retomando el espíritu del libro, de construir una voz plural que nos involucre, si consideramos que este proyecto sólo trae calamidades para las mayorías populares ¿cómo resistir sus embates y trazar un camino hacia la recreación de un proyecto que encarne un nuevo horizonte de transformación y emancipación para esas mayorías de las que formamos parte?

1 Hace ya varios años vengo compartiendo con Javier Balsa la participación tanto en la Asociación Gramsci como en la Red Latinoamericana, ha-biendo organizado en conjunto el último Taller Escuela Latinoamericano de Estudios Gramscia-nos que tuvo lugar en el Tigre en marzo de 2024, donde a lo largo de una semana debatimos sobre ejes centrales del pensamiento de Gramsci y su aplicación en América Latina, pudiendo dialogar sobre varios de los temas presentes en el libro.
2 Resulta ilustrativo el caso de 2015, donde el Frente para la Victoria culminó en la candidatura de Scioli, hoy secretario de Turismo del gobierno de Milei, que terminó siendo elegido por CFK sobre Randazzo, otro actor político que ya desde hace tiempo construye en el campo de la centro-derecha impulsando espacios que disputan y fragmentan el voto peronista, como en las últi-mas elecciones nacionales.

Bibliografía

Balsa, J. (2024). ¿Por qué ganó Milei? Disputas por la hegemonía y la ideología en Argentina. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Dubet, F. (2023). La época de las pasiones tristes. Buenos Aires: Siglo XXI.
Feierstein, D. (2019). La construcción del enano fascista. Buenos Aires: Capital Intelectual.
García Linera, Á. (2024). “Para derrotar a la ultraderecha, las izquierdas deben ser radicales”. Jacobin. Recuperado de: https://jacobinlat.com/2024/01/02/si-las-izquierdas-quieren-derrotar-a-la-ultraderecha-tienen-que-ser-radicales/
Gramsci, A. (1985). Cuadernos de la cárcel. Los 6 tomos. País Vasco: Euskal Herriko Komunistak.
Ipar, E. (2023). “Los nudos ideológicos de la democracia y el diagnóstico de la época”. En E. Ipar, M. Cuesta y L. Wegelin (eds.), Discursos de odio. Una alarma para la vida democrática. San Martín: UNSAM Edita.
Stefanoni, P. (2012). ¿La rebeldía se volvió de derecha? Buenos Aires: Siglo XXI.
Varesi, G. Á. (2021). Kirchnerismo y neodesarrollismo. Hegemonía, acumulación y relaciones de fuerzas en la Argentina. Buenos Aires: Luxemburg.
Varesi, G. Á. (2024). “Cristina Fernández de Kirchner y la “década ganada”. Discurso presidencial y hegemonía: líder, pueblo y proyecto”. Cuestiones de Sociología, 29, e169. https://doi.org/10.24215/23468904e169

Fuente: Realidad Económica
Por Gastón Ángel Varesi

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