Los clubes cuentan

Viernes complicado

El que pasó fue un viernes muy entretenido, este espacio nos recibe, nos aguarda y nos protege, siempre nos depara sorpresas. La hora señalada fue, es y será las diez de la mañana.
A las diez de la mañana, solo nos encontrábamos, Euge, Luciana, Pablo y Yo.
El lugar olía a frío, tensión, temor y terror, adelanto de los cuentos que nos esperaban.
Irene, subía por el ascensor, ojalá estuviésemos en el piso cincuenta y uno (Pensé).
Nos miramos con Euge, ella me hizo las inevitables preguntas y yo le contesté las inevitables mentiras.
-Voy a ver qué pasó- dijo con vos calmada.
-Tal vez sacar de la cama algún dormilón (Pensé).
Inmediatamente vi a Graciela, que a pesar de su malestar estaba presta a dar batalla, también estaba Melisa la médica que nos acompaña estos meses. La situación mejoraba, lejos estábamos de nuestras gloriosas mañanas y una vez más lo fantástico se hizo presente, la puerta de la biblioteca no dejó de abrirse, cada vez que se entornaba, una brisa de alegría nos inundaba, no se cuánto duró, es tan difícil ser justo con la felicidad, uno a uno arribaban los socios, Carlos, Eze, Fernando, Marcos, Luciano, este viernes correspondía cuentos de terror, leímos a Edgar Allan Poe y a Horacio Quiroga, nos asustamos cada uno de manera distinta.
Ya no sorprende, todos quieren leer, todos quieren avanzar en la lectura del cuento, hasta cambiar las palabras sin alterar el sentido de la frase “Increíble”.
El leer se transforma en placer, fruición, los ojos extraen del papel palabras que se encadenan e intrépidamente dan paso a la voz firme y clara, cada vez más firme y cada vez más clara.
Volvimos a comprometernos en mantener el club… creo que no hace falta.

Ángel Barraza de “Entre letras y tintas” – Biblioteca Jacobo Fijman – CABA

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com

Publicar un comentario