Los clubes cuentan

Sobre la alfombra

Diversas escenas -algunas opuestas- se suceden en simultáneo sobre la alfombra, con la canasta y los libros. Se lee, se conversa, se eligen libros para leer, para ordenar, para ojear; se señala, se comparte, se quita, se forcejea, se escucha un “no, despacito”, se invita a leer…
Una niña y una educadora leen juntas el libro Mamimiau, de María Laura Dedé y Nora Hilb. Un niño intenta quitárselos para guardarlo en la canasta; se produce una tensión entre dos intereses diferentes: leer un libro-guardar los libros.
Podría haberse zanjado esta situación de tensión por parte de las educadoras o de la mamá presente, con intervenciones vinculadas a pautas, a un orden que hay que instalar, a sostener la solemnidad o sacralidad en torno a los libros: “no hagas eso”, “despacito con los libros”, “no interrumpas que están terminando el cuento”, “vení, ordena acá” y otras variaciones que podemos imaginar.
En cambio, otras cosas ocurren (¡por suerte!), la invención, la creación, lo inesperado y el encuentro: la educadora convidó la lectura. Y al sumergirse en la potencia del texto, en la sonoridad del leer, en sus personajes (gatos) y en los guiños que las imágenes ofrecen (la cola de la mamá), logró ganar a un lector que por un rato interrumpió su actividad de deambulador y ordenador para descubrir qué otras cosas se pueden hacer y compartir con un libro. Ese triángulo amoroso, al decir de Yolanda Reyes, que se produce a partir de un libro, un adulto y un niño pequeño (en este caso dos), desalentó por un rato el forcejeo para dar lugar a la lectura compartida.

Compartimos esta escena de lectura   aquí


Conmoverse con la lectura
El protagonista de esta escena es un bebé de 9 meses. Juntos leemos/cantamos Dos gatos canción popular ilustrada por Gusti.
El bebé mueve su cuerpo cuando comienzo a cantar. Toma el libro, pasa las páginas y cuando lo suelta vuelve a él nuevamente. Lo elige entre otros, lo agarra, dice “mmm” intenta abrirlo. Le pregunto si quiere que lo haga y él comienza a moverse.
Múltiples componentes acompañan esa lectura que se expresa a través del cuerpo del niño; un cuerpo que habla, demanda, crea y se con-mueve, se mueve-con la lectura, la voz cantada y el deseo de permanecer allí.

A partir de estas escenas de lecturas, hacemos elogio de la lectura compartida, de los libros en el piso, en las canastas, con bibliotecas abiertas, al alcance de lxs lectores, bebés, niñxs, jóvenes y adultxs.

Marcela Ventura – Club «La ronda» – La Plata – Pcia. de Buenos Aires

 

 

 

 

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com

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