Los clubes cuentan

De Córdoba a la Antártida: un encuentro entre clubes

Cada uno de los clubes de lecturas que integran nuestra Red tiene su particularidad. En este caso, mientras uno de los clubes –Cuenterío- anda de aquí para allá, en permanente movimiento por las sierras de Córdoba, el otro (que hace base en la Esperanza) durante un año permanece aislado y tiene limitados sus espacios por el clima que impide el tránsito desde y hacia el continente.
Durante el mes de agosto , Marcela Ganapol fue encontrándose con María de la Paz (que trabaja en la escuela de la Antártida) para que los chicos disfrutaran de una función de narraciones. Nos llegan los ecos de lo compartido el miércoles 28.

Relato breve, pero sentido

Como todos los miércoles, a las 10hs, los libros que nos acompañan en nuestro salón/biblioteca, se vivifican en las voces de chicas, chicos y docentes que a partir, de diversas propuestas, comparten lecturas y narraciones.
Este miércoles fue distinto. A través de Marcela conocimos historias que nos invitaron a viajar con una llave maestra. Aunque para nosotros la variedad de edades –entre 3 y 12 años- e intereses se presentaba como un desafío, la narradora supo encantarnos con sus relatos. Incluso Nacho, de sexto grado, al finalizar el encuentro, suspiró: “ay, pensaba que no me iba a gustar”. No faltaron los aplausos y el canto a coro: “otra, otra, otra”.
Cuando nos desconectamos del meet, cada uno/a contó aquello que más le había gustado: “imaginarme una ballena con pies”, “abrir un unicornio con una llave”, “el ruido de la Ballena cuando se tragaba árboles”, “la cuentacuentos se parece a mi abuela…”.
En este contexto, escuchar otras voces, otra tonada amiga que de forma amorosa comparte cuentos, tiempo y adivinanzas, resulta un sostén que abraza cansancios, miedos, añoranzas.

Paz y Facu – Docentes de la Escuela 38- Club de lecturas en Base Esperanza, sector Antártico Argentino.


 

“Relato breve, pero sentido”, dicen Paz y Facu. Yo agregaría: “con sentido”. Porque ese encuentro virtual (juro que fue encuentro) entre mis historias y ese grupo de chicas y chicos nada menos que de la Antártida… ¡tuvo mucho sentido!
En primer lugar tuvo sentido para nuestra Red de Clubes de lecturas “Leer y conversar”. Y también tuvo sentido para quienes estuvimos a cada lado del intercambio, porque más que contarse y escucharse, los cuentos se comparten.
Desde las sierras de Córdoba a la Antártida, comencé contándoles lo que veía por mi ventana: caballos, vacas, ovejas, cabras, zorritos, muchos pájaros… y mis perros, claro! Después me contaron ellos: nieve, nieve, nieve… pingüinos, focas leopardo, ballenas… Nos dejamos conquistar por esos paisajes y entramos al mundo de los cuentos con “La llave de Josefina”, esa hermosura que escribió Iris Rivera. Y a partir de ahí todo fue fácil porque la llave y nuestra imaginación nos llevaron a otros cuentos y adivinanzas. Hubo mucha ida y vuelta, no dejamos que la distancia y la pantalla nos alejaran. Esto es así, ya sabemos, porque los cuentos acercan, igualan, consuelan… nos dejan el corazón palpitando y la imaginación abierta como una flor.

Marcela Ganapol – Club de lecturas CUENTERÍO, Biblioteca Serrana en Movimiento –
Valle de Punilla, provincia de Córdoba 

 

 

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com
1 Comentario
  • Amelia Fernández
    Posted at 22:17h, 03 octubre Responder

    “Leer y Conversar”, es por ahí sin dudas qué lindo porque no existen barreras ni edades, la lectura nos transporta, nos une con otras historias y tal vez hasta nos identifica en el personaje de algún cuento…y qué hay si la ballena tiene patas y se come las flores? ¡hermoso todo!

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