“E pur si muove”
Vivir en una ciudad donde existe uno de los clubes de la Red me da la alegría de acompañar, algunas veces, las experiencias de lecturas que Federico coordina semanalmente en “El canto de los pájaros”.
En esta ocasión, participo del ritual que tienen cuando reciben los libros. El paquete circula en la ronda y cada uno rompe un poquito del papel para descubrir el tesoro. Entonces comienza la conversación intentando pensar de qué tratará cada libro. Todos hacemos anticipaciones que, luego de las lecturas, iremos confrontando.
Cuando terminamos de ver todos los libros recibidos, sobre los que también arriesgamos posibles contenidos, se vota por cuál comenzaremos. Gana por amplia mayoría Para mover el mundo de Pablo Bernasconi.
Fede pregunta:
– ¿Qué historia habrá acá adentro?
Y comienzan las hipótesis:
– De un inventor – se apresura Macarena.
– Pero parece que es una niña.
– Una inventora, entonces – insiste.
Demorada en la ilustración, Mariela susurra:
– Es una piloto.
Federico, ante el casco y las antiparras que, como anteojos, utiliza el personaje, confirma la posibilidad de que lo sea. Pero sobre todo la confirma a Mariela en tanto lectora.
En el entusiasmo por ir leyendo los indicios, Luis aventura otro sentido:
– Un equipo para mover el mundo. El equipamiento para mover el mundo…
Andrés interrumpe:
– Un ómnibus.
– ¿A dónde ves un ómnibus, Andrés?- le pregunto y se sonríe negando con la cabeza. La pregunta intenta acompañar al grupo buscando indicios que permitan construir sentidos (como dice Graciela Montes), sin forzar al texto a decir lo que no aparece en modo alguno.
Luis insiste en que el libro se refiere a “un equipo para mover el mundo, el mundo imaginario, para detener un poco el tiempo” y, sí, abrir la tapa y entrar al libro para leerlo juntos detuvo el tiempo.
Primero miramos el retrato de Pablo que desde adentro de una caja nos mira en la solapa de la tapa. Se rieron de su picardía. Les cuento que él escribió e ilustró este libro y los invito a concentrarnos en los detalles. Así iniciamos la lectura compartida.
Nos detenemos en la guarda, Andrés nos invita a ver que el globo que sostiene la protagonista es un globo terráqueo. En relación con los otros personajes, Macarena afirma que se trata de “un conjunto de músicos, un conjunto de familiares” y Luis remata con “la música mueve el mundo”, aclarando luego, “al mundo social”.
Con la dedicatoria: “Para Nina, Franco y Tania mis puntos de apoyo”, Luis trae a Arquímedes y su “denme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
En la dinámica del grupo algunos intervienen hablando con mayor frecuencia, otros participan mirando silenciosamente. Desde nuestro rol de mediadores, invitamos a tomar la palabra sin presionar, leemos los gestos para garantizar que nadie se quede fuera, intentamos alojar los sentidos que se van enhebrando, valoramos la posibilidad de poner palabra a lo no dicho explícitamente.
A medida que avanzamos, la conversación nos regala fragmentos deliciosos. Así, ante el mundo enredado que aparece en una de las primeras páginas pensamos que está enredado un hilo blanco que se despliega en todas las ilustraciones. Alguien dice “en una madeja” y ante mi repregunta Luis afirma que con internet el enredo es mayor.
– Las redes enredan, pero también dan una posibilidad – digo-. Vos, Mariela ¿estás pensando en las redes sociales?, porque pusiste una carita…
– No, yo me puse a pensar en cómo está el mundo, cómo están las personas.
– La situación social- dice Leandro.
Y comienza una enumeración de los problemas:
– Hay de todo, el mundo se incendia…
– Hay guerra en muchos países…
Luis sigue enumerando desastres y remata con:
– ¡Este siglo XXI!
– ¿Pero te acordás de Siglo XX cambalache?- le digo y charlamos acerca de los años de nacimiento de cada uno y van y vienen recuerdos y anécdotas.
A medida que avanzamos algunos hacen afirmaciones contundentes respecto de lo que propone el libro, otros dicen “puede ser” y se quedan pensativos. Les hago notar que eso tiene que ver con que ellos ya saben que, a veces, los textos parecen ir en un sentido, ir para un lugar, y luego no resulta como nos había parecido.
¡Fue un encuentro tan rico que da para contar muchísimo! Pero voy a compartir algo de lo conversado sólo en algunas páginas del libro-álbum.
Leandro viene leyendo en voz alta la palabra que aparece en cada hoja y, cuando lee “ABUNDANCIA”, Luis dice maravillado:
– ¡Qué giro que da este libro! ¡Ahora dice abundancia!
– ¿Abundancia de qué? – les pregunto y voy acercándoles el libro para que puedan leer la imagen en detalle.
– Es un árbol con flores- afirma Leandro
– Abundancia para poder leer el mundo- agrega Macarena.
– ¡Muchas letras!- asegura Fabián al leerlas. Allí donde Leandro ve flores, Macarena lee el detalle del collage y asocia con fluidez.
– ¿Vieron en el tronco del árbol? Hay palabras- les digo, mientras decido no hacer referencia al texto de “La Ilíada” ya que elijo no abrumar al grupo con más información.
– Mucha abundancia- sentencia Andrés.
Mientras leemos la imagen, deteniéndonos en el gato que está juntando las letras y en las chicas que leen como nosotros, nos detenemos en el hilo blanco entre las ramas del árbol, cuando Luis dice:
– El hilo blanco quiere amarrar el mundo en ese árbol tan bello, para que el mundo se contagie de una belleza natural.
– ¡Hermoso lo que decís, Luis, amarrar el mundo al árbol de las palabras!- le digo.
– Para que se contagie de la inteligencia- remata él.
Cuando, más adelante, Leandro lee “RUMBO”, pregunto:
– ¿Por qué para mover el mundo se necesita un rumbo?
– Hay que tener un norte – aporta Luis.
– Porque está bueno cambiar de ideas – acota Andrés – e intercambiar opiniones.
– Y eso con el rumbo ¿cómo sería?- le pregunto.
Se queda pensativo.
– Un rumbo para el futuro- dice Macarena con confianza.
¡Qué interesante cuánto y cómo intervine ella que está participando por primera vez del Club!
– Yo para que cambie el mundo, cambiaría a la juventud- dice Fabián con seriedad.
Intervenimos con Luis (que peina canas) confrontando esa generalización porque “nosotros somos de los viejos buenos, ¡pero hay cada viejo!” Nos reímos cómplices.
Intento encausar, nuevamente, la conversación en torno a la imagen:
– ¿Vieron que, a veces, cuando se pierde el rumbo, se dice “se fue para el lado de los tomates” o “ se fue al pasto”? ¿Qué les parece que las chicas buscaron para tener un rumbo?
– El hilo- dicen varias voces refiriéndose al que va acompañando el “hilo del texto”.
– ¿En qué lo engancharon?- pregunto.
– En una veleta- dice Luis.
– Eso que dice norte a sur – suma Macarena.
– Pero no es un gallo, es un caballo- digo.
– A mí me venía a la memoria la frase de Mario Benedetti “cuando el norte ordena… el sur también existe”. Se nos nota la edad, Luis, ¿no?- le comento al ver que los más jóvenes no pescan la referencia
– ¿Por qué les parece que para elegir el rumbo en la veleta, en vez de un gallo puso un caballo?
– Por la fortaleza- continúa Luis.
– Para tener más fuerza- sugiere Fabián.
– El animal histórico es el caballo, la historia se hizo a caballo, porque el caballo te lleva- argumenta Luis.
– Te lleva a recorrer el mundo, el mundo entero- reflexiona Leandro.
– No se crean, a veces se empaca un caballo- contradice Federico.
– Claro, pero un gallo no te lleva a recorrer el mundo- intervengo.
– El gallo despierta el mundo- sigue Leandro.
– Y el caballo te puede llevar – completo y, luego, recapitulo para poder seguir leyendo-. ¿Se acuerdan que Luis había dicho que el libro hace referencia al equipo necesario para mover el mundo? Bueno, ahora ya sabemos qué vamos a necesitar. – Vuelvo atrás y leemos juntos: paciencia, abundancia…
– ¿“abundancia” de qué? – pregunto.
– De palabras – responden varios.
– Pero además hay que tener un rumbo- digo.
Y Luis mirando la veleta dibujada dice:
– Evidentemente vamos hacia el sur, ¿no?
– Es que el sur también existe- redondea Fede.
Cuando les cuento que Pablo Bernasconi vive en Bariloche, se alegran al descubrir que es un vecino sureño.
Avanzamos en las lecturas y la conversación, pero quiero detenerme particularmente en la ilustración correspondiente a la palabra “EQUILIBRIO”. Al leerla, se superponen voces cuando descubren que la piel del elefante es el mapa del mundo.
– Encontró un punto de apoyo- afirma Luis con entusiasmo.
– ¿Sobre qué está haciendo equilibrio el mundo-elefante? – les pregunto.
– Sobre una cosa con número- contesta Macarena.
– Es una bocha de pool- dice Hebe. Celebramos su aporte dicho en voz baja y ¡tan valioso!
– Hay que ser meticuloso y exacto como quien pone una bocha 8 en la tronera- añade Luis.
– ¡Justo es la 8! – interviene Federico- es la última bocha con la que se define el partido.
– ¡Ah! como yo no sé jugar al pool no me había dado cuenta de esto- digo y, gracias a los otros lectores, puedo empezar a leer otro sentido en la ilustración.
– El que emboca esa bocha gana el partido- concluye Andrés.
– ¿O sea que hay que hacer equilibrio sobre la ganadora?- digo con sorpresa.
– Claaaaro- dicen varios.
Al detenernos en la página referida a ORGANIZACIÓN, en la que hay varios personajes tocando instrumentos Luis le dice a Federico:
– Yo creo que en algún momento vamos a tener que inventar una canción con este libro, no?
¡Gran entusiasmo colectivo! Tienen confianza en lo que pueden hacer juntos y saben que cuentan con su coordinador que, por supuesto, dijo que sí.
En la página final aparece un listado de las palabras en el que cada una va ocupando un renglón. Las leo de corrido y pregunto “¿qué dice acá?”, mientras señalo la columna de las iniciales. Leandro, firme en su rol, lee lentamente:
– PARA MOVER EL…
– MUNDO- lo interrumpe Macarena y estallan los aplausos.
– Pero acá la nena trae otra palabra ¿cuál?
– Amor- dice bajito Jonatan.
– Sí, Jonatan, decilo fuerte- lo animo.
– Dice AMOR.
Aplauden, contentos, emocionados. Los invito a releer el libro en detalle otro día porque seguramente van a encontrar cosas nuevas.
Nos empezamos a despedir sintiendo que, como dice Andrés, “el encanto de los pájaros nos hace bien”.
Patricia Domínguez en el Club “El canto de los pájaros” – Comodoro Rivadavia – Chubut
Maria Andrea Moraga de Nuñez
Posted at 20:13h, 14 septiembreExcelente participación de los usuarios me encantó. ¡Gracias! Como mamá, me encantó que Macarena haya participado tanto. En casa leemos bastante. De ahora en más voy a insistir para que Macarena concurra más seguido … ¡gracias a todos por todo lo que hacen por nuestros seres queridos!