Los clubes cuentan

Libros vivientes

A nuestro último encuentro lo llamamos «Libros Vivientes» y tuvo lugar en los jardines del espacio Caranday, Centro Cultural de nuestra localidad de Tigre, muy afín a nosotros.
Así reunimos lectores con libros con la particularidad de que los «libros» fuimos los miembros de La chispa literaria leyendo y contando una historia. Y los «lectores» fueron amigas y amigos, familiares y vecinos que se acercaron a escuchar una historia que elegían de la biblioteca que pusimos a disposición. Luego de cada lectura, nos entregábamos a unos minutos de intercambio y conversación. Compartimos a continuación, una breve reseña de la experiencia.
El domingo nos recibió con la ansiedad del verano y los gritos de una pileta vecina que explotaba de vida, decorando los bordes del encuentro de los libros vivientes.
Atahualpa se refugió en un banco de madera, seguro y paciente; el teatro fue imán de sonrisas y espontaneidad mientras Dolina se asomaba entre los rulos frondosos en una de las estaciones. Ojos desconocidos se acercaron para apropiarse de historias ajenas y fagocitarse en las propias, hasta ver entre las pestañas de una mujer como se escurrió el dolor por su mamá presa de una presencia intermitente y débil. Descubrimos que las voces transmiten el aroma de las huellas que persisten en el tiempo, materializan las historias y se leen desde el cuerpo. Caras nuevas, un arcoiris que descendió en el cabello de alguien se llevó mi atención cuando me pregunté por qué dicen que al final del arcoiris siempre hay un premio, cuando el premio ya lo tenemos en la manos.
Los libros vivientes acunaron fragmentos, la insistencia por quedarse cinco palabras más, por llevarse de souvenir un abrazo. Marcaron la desmentida al silencio de otros lugares que no entienden lo difícil de conseguir esto, lo que nosotros tenemos.
Coqueteamos con la lluvia, porque las ganas de quedarnos otro ratito palpitaba en la garúa de flores lilas del jacarandá que acariciaba el final de la tarde.
Como era de esperar con la organicidad que nos define, el último relato como firma que sellaba el encuentro, exprimió letras como un telar entre las manos y nos fuimos pidiendo otro párrafo, con la certeza y el placer de la soberbia genuina e ingenua, de sentirnos inmortales.

Mariel Bustamante – Club “La chispa literaria” Tigre- Pcia. de Bs. As.

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com

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