Amar, apuntes sobre la última lectura del año
Un árbol está conectado a un elefante, a un pájaro,
a un cascarudo, a un humano, a un perro, a un humedal.
Paula Bombara en Mara, apuntes sobre la vida de una elefanta
Creo que ya conté en otra entrada de este blog que para elegir el libro que leeremos en cada encuentro de nuestro espacio de lecturas, votamos entre unxs cuantxs y leemos los que se eligen por mayoría. Y esto para decir lo que pasó con Mara, apuntes sobre la vida de una elefanta, de Paula Bombara y Raquel Cané. Nos llegó en la entrega de libros otoñales, en abril, mayo, y desde ese momento estuvo presente al menos en el 70% de las votaciones obteniendo en todos los casos el último puesto. Casi era un chiste, un acuerdo grupal, que sucediera esto. Algunas veces en que yo no lo incluí entre los candidatos de ocasión me pedían que lo sumara y una vez más: unánimemente rechazado. Cada vez que se volvía a presentar para la votación alguien decía, es una historia real; y yo no sé si eso atraía o alejaba a este grupo de lectores, deslumbrados por los libros-álbumes, o si el motivo era su tapa blanda, su letra chiquita y abundante texto. Lo cierto es que el libro fue cobrando importancia a lo largo de los rechazos o tal vez por causa de eso. En uno de los escritos de unx de lxs zapallines podía leerse esta parodia:
La seño de lengua llamada Agua, se paró frente a la clase para pasar lista. Fue diciendo nombres hasta que llegó al de Xino, el callado, él iba a decir presente pero un alumno llega y lo interrumpe, por lo que la seño piensa que no vino. Agua agarró un libro y dijo: – Hoy leeremos el libro “Jarra, apuntes sobre la vida de una jirafa”
Pero un día, mejor dicho el último día del año, sucedió que Mara fue elegido por unanimidad. Unx de ellxs sugirió la posibilidad de darle una oportunidad en ese último día y la idea brilló, al fin salió votado y ese acto de justicia tuvo el peso de los más esperados. Miramos sus partes, observamos que era un libro bastante largo pero, por tratarse del último encuentro del año, decidieron que se leyera entero. Qué disfrute esa larga lectura charlada, de una historia tan real como nunca conocimos, con tantos datos ciertos sobre la vida de los elefantes. Las fechas iban avanzando hasta llegar al final de la historia en el 2020, cuando finalmente trasladan a Mara a un santuario de elefantes en Brasil, donde vive actualmente junto a otras elefantas. Sacaron cuentas, algunxs tenían en ese entonces 7 años, otrxs 5 ó 4 ó 3, ¡fue hace tan poco y esta historia es tan real! Por eso o porque, como también se dijo en la charla, la historia estaba escrita como una carta para Mara, de parte de alguien que se interesó por su historia y se preguntaba por sus sentimientos con muchísimo amor hacia ella, tanto como el que ya empezábamos a tenerle. Seguimos atentamente su recorrido, sus viajes, sus aventuras en los circos o en el zoo. “En ese momento ¿entendiste algo de lo que estaba pasando, Mara?” pregunta la autora en su relato, y nosotrxs intentamos entender cómo será que te separen de tu manada, de tus amistades, de tus paisajes y te obliguen a obedecer, o te encierren en un lugar desconocido. En el grupo había niñxs que egresaban de la primaria esa misma semana para iniciar, el año próximo, un rumbo desconocido en una u otra escuela secundaria. Uno de ellos escribió, durante el espacio de escritura que suele suceder a la lectura compartida:
Seré directo, cuando cumplís 12 acá tenés que elegir una casa, hay dos, tenés que elegir una, en esencia son lo mismo, pero tenés que elegir, el problema es que si un amigo elige otra casa se genera un pozo en el medio, y si bien hay un puente, no hay mantenimiento, y si no hay mantenimiento, el puente se cae, y es muy difícil reconstruirlo.
Y ahora pienso que leer nos ayuda a entender algo de lo que está pasando, de lo que nos pasa, de lo que pasó o puede pasar, nos ayuda a mantener puentes y a reconstruirlos.
Roberta Iannamico – Club de lecturas de niñxs
“El zapallo de Macedonio”, de Villa Ventana, Pcia. de Bs. As.