Construcción de un espacio para las lecturas
Durante el otoño de 2024 abrimos las puertas a un club de lecturas en el Museo de Arte Municipal de Mercedes (Bs. As.) que cuenta con el apoyo de la Dirección de Cultura y el Área de Educación.
Nos motivó el entusiasmo y el deseo de ofrecer un espacio especial para los jóvenes de la ciudad. Mes a mes, al encuentro casi personal y con una participante entusiasta, se sumaron más jóvenes. Alivio y alegría para quienes coordinamos y la confirmación que la espera, el sostener el deseo, es garantía de continuidad.
Una decisión importante que tomamos fue poner a dialogar dos lenguajes: el de las artes visuales y el de la literatura. Sin hacer algo forzado y alentadas por la lectura de John Berger, en Modos de ver, en cada encuentro del club leemos libros y obras de arte ya que en el Museo exponen referentes de arte visual de la ciudad.
Es curioso y muy bello el silencio que se produce al mirar una obra de arte, casi como ese silencio sagrado y ritual del intervalo de la lectura.
En todos nuestros encuentros siempre nos acompaña una mesa de libros álbum -¡son muy atractivos para mirar y conversar!- y en los últimos encuentros comenzamos a implementar el préstamo de libros con muy buena recepción.
Dos cuentos que dieron mucho para conversar fueron: “Niño de Barro” y “Niña de Fuego” de Betina González. Especialmente después de leer este último surgieron conversaciones sobre los etiquetamientos, la pasión, el fuego propio y la propia escritura.
Hubo reuniones que la dedicamos exclusivamente a la poesía. Descubrimos modos, formas y diferencias. Leímos «Huellas de pájaros» de Ramón Suárez Caamal, «No te salves» de Mario Benedetti, “El amor del soldado» y «Poema 20» de Pablo Neruda, «Autorretratos» de Oliverio Girondo, «Botánica poética» de Juan Lima. Vimos estructuras que pueden contener a una poesía y la llevamos a la experiencia de la escritura propia.
A partir de crear una estructura personal con tiras de papel, cada una escribió sobre ellas la propia poesía.
Poetas mujeres tuvieron su lugar en varios encuentros: Alfonsina Storni, Wislawa Szymborska, Alejandra Pi-zarnik, Susana Thénon y una poeta contemporánea del conurbano bonaerense como es Nina Ferrari. En general, estos encuentros coincidieron con las exposiciones de arte visual de artistas mujeres.
La escritura fue ganando espacio en los encuentros. Espontáneamente alguien dice: “yo escribí algo” y lo lee. (¡Prometemos que en un próximo posteo lo compartiremos con mucho gusto!).
Como en el pueblo las noticias vuelan… personas de otras edades nos preguntaron si podían sumarse y el club se fue agrandando. Así fue que un día llegaron muchos niños y niñas y los libros no alcanzaron, entonces acudimos a hacer algo que nos gusta mucho: narrar historias. Un fogón de historias tuvo lugar en el medio de una de las salas del museo.
Llegado diciembre el grupo tenía más o menos visitas, pero las jóvenes no faltaron nunca. Cerrar el ciclo fue una buena ocasión para compartir libros para el verano, leer poesía y elegir el nombre de nuestro Club.
«Letras que gritan” fue una opción. Una de las chicas dijo que ese lugar, el del club de lecturas, era un lugar seguro. Que podían conversar libremente y dar su parecer sobre distintos temas. Decidieron entonces llamarlo “Hay lugar entre las páginas” con el deseo de volvernos a encontrar después de un tiempo de vacaciones.
Club de lecturas “Hay lugar entre las páginas”
Coordina: Biblioteca Vuela Libro
Mercedes, Pcia. de Bs. As.