Feria de fenómenos o el libro de los niños extraordinarios, de Betina González
Iniciamos el segundo encuentro de nuestro Club leyendo poemas de Juan Chico y Aledo Luis Meloni, ya que uno de nuestros objetivos es difundir autores regionales. Reflexionamos acerca de cuánto y cómo fue cambiando nuestra ciudad, nuestras costumbres y nuestro Río Negro. Luego leímos dos cuentos de Feria de fenómenos o el libro de los niños extraordinarios de Betina González y conversamos.
Inti sostiene que “la niña no quemó al niño con el cigarrillo, seguramente le dio un beso, pero como la niña todo lo relaciona con el fuego, se lo imaginó de esa manera”. Así sucede con los lectores: asignan sentidos que no aparecen en el cuento “Niño Salvaje”.
Cuando leemos “Fuego y la niña” Analía afirma: “la Niña Colérica, es amiga del fuego porque es apasionada y no reconoce que el mundo no sea apasionado – y enlaza sentidos con el relato anterior – A los ojos de la niña, el niño no está ‘completo’, por eso lo quema, lo enciende. Sólo compartiendo el fuego, la pasión, podés liberarte. La llaman Colérica, la catalogan, la clasifican, su propio padre la entrega, reconoce su incapacidad de contenerla. Esa mujer que no es nadie, guarda silencio, es cómplice, es más fácil, más cómodo, ambos se desligan, no se comprometen, se mantienen al margen.”
Silvana Ojeda “La literatura nos UNNE” – Resistencia – Chaco
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Desde Monte Hermoso, también nos llegan ecos de la conversación al leer “Niño de barro”.
Las lecturas fueron y vinieron por dos carriles, dos capas de sentido.
Por un lado:
– “Ser a través de… por miedo a salir al mundo”.
– Ser a través del ser creado “me concentro, pongo las manos y respiro”, entonces soy.
– “Tomar el toro por las astas, dice el niño” . Que el niño creado haga lo que el creador no puede. Que salga y le cuente.
– El niño sale al mundo en lugar de quien narra. Da idea de que es su creador. Pero también puede leerse que es su conjunto de miedos los que le impiden salir y amar, creer y desmoronarse. Entonces reitera su creación, sin salir: “Cómo brillan las cosas en el mundo cuando él posa su mirada sobre ellas”.
Por otro lado, hubo voces que hablaron de “poder soltar lo creado”.
-En referencia a la ilustración del cuento, en la conversación compartida la creación del niño de barro surge de sus raíces y al desprenderse es herido. ¿Serán los miedos de su creador? ¿Miedos de madre?
– Donde quien narra enuncia “–¡Nadie me hizo,nadie me hizo!- decía en un intento de protegerme” aparecen más preguntas ¿Apartar la culpa? ¿La idea del camino propio?
– “Nunca me dice ‘mamá’ o ‘papá’ y eso es un alivio”, llevó a pensar en la no posesión de lo creado.
– “Cuando ya hemos jugado un poco y pienso que está listo, lo mando al mundo”. Es una reflexión que podría hacer una madre, soltarlo con las alegrías y los riesgos.
– Hay un pensamiento negativo del afuera que es su propia prisión “casi siempre vuelve roto”. Desencanto, pelea, debilidad en la estructura. ¿Son sus miedos?
– En el llamado del agua se sospecha la idea de un destino inexorable.
– Al leer “Ahí afuera hay gente que ama y no se puede hacer nada al respecto”, alguien habla de una imposibilidad de no poder soltarlo, ¿una madre ancla?
– “Las emociones son ciertas cuando son invisibles”, lleva a hablar de no mostrarlas.
– “Lo último en caer es la mano que se aferra al árbol”, la idea es que se suelta y punto, la vida es del otro.
Club de lecturas “Los viernes canela” – Monte Hermoso – Pcia.de Buenos Aires