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Los misterios del señor Burdick, de Chris Van Allsburg

Afuera el frío, la temperatura marcaba 3 grados. Adentro la manta tejida, los almohadones en círculo y el fuego, prometían un encuentro cálido.
Van llegando y mientras esperamos estar todos para empezar, la conversación gira en torno del frío y de la última vez que nevó en el pueblo, que ” fue hace muuuuchos años, creo que 17″ dice Emma.
– Hoy se congeló la manguera de mi casa,- dice Cata- de la canilla no salía agua.
– Se congeló- agrega Martina.
– Y a mi papá se le congeló el auto- redobla Emma.
Ya estamos todos y los últimos rayos de la tarde, caen sobre Los Misterios del Señor Burdick. Martina lee el título y me pregunta si conozco el juego Charlies Charlies, como no sé de qué se trata, me cuentan y yo les digo que de chica jugaba al de la copa. Algo de la palabra misterio se había instalado en la ronda.
Empieza la votación oral, van empatados Hector, el hombre extraordinariamente fuerte y Los Misterios del Señor Burdick. Le toca a Jazmín, que al darse cuenta que su voto es el que desempata, pide perdón mirando al grupo y vota a Burdick.
En cuanto leo el título y me dispongo a abrirlo, me detiene Santos.
– Pará, pará ¿por qué está en blanco y negro? -se responde a sí mismo – debe ser viejo.
– De los 90 -agrega Luciana.
Las miradas se agudizan sobre el libro, lo abro y muestro las guardas.
– Son todas negras. Son un misterio -dice Luciana.
Comienzo a leer y en el tercer renglón aparece “editor de libros para niños”, pregunto si saben lo que es un editor y llueven respuestas:
-Es el que dice si le falta algo, una coma…
-Es el que dice “esto está mal”.
-Es el que dice que lo hagan de nuevo, que no le gusta.
Sigo leyendo y a medida que avanzamos se van acercando cada vez más al libro, la ronda se ha hecho más pequeña y en cada dibujo se acercan más todavía.

– Sospecho que Burdick, se escapó en el dibujo de la tapa -dice Santos
– Creo que todos los misterios se van entrelazando -dice Jazmín
– Tengo miedo -dice Martina
– Vos leés algo tierno, pero nosotros nos inventamos cosas de terror.

Las imágenes y las interpretaciones van sucediéndose, los relatos que surgen van construyendo en el aire nuevas y múltiples historias. Cada página abre nuevas conversaciones. Todas conviven en la ronda y ninguna es descartada. El sonido ambiente parece un poco caótico, pero lo ojos están pendientes de los dibujos del libro.

– Claro! Es que el farol tiene un imán y cuando lo mueve, mueve al barco.
-Es Burdick, ese es Burdick, se auto dibujó. Está escondido en todas las páginas.

– Es que estaba cocinando para un señor.
– O una señora.
– La chica es mala y le estaba diciendo cosas malas a la calabaza.

 

-Aahh, es que el libro es mágico!

-El libro estaba embrujado!

-Tengo miedo!

 

 

 

-Una casa que vuela!

– ¿Una casa puede volar?

– Siiii, la de “UP”, voló.

( Hace referencia a una película de dibujitos animados)

 

 

 

– Mi mamá era monja.

– Y dónde hay una monja?

– Ahí volando en la silla.

– Tu mamá fue monja y volaba?

– No, pero fue monja.

 


– Tengo miedo!

– ¿De qué Martina?

– De los Misterios.

 

 Ellos ya se fueron y yo pienso en el origen de la palabra misterio.

Fernanda Gómez Club “La luna” – Duggan – Pcia. de Buenos Aires

 

 

 

 

 

 

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com