Secreto de familia, de Isol
Ese día esperaban sobre la mesa tres libros, pero el que salió elegido para leer por votación fue Secretos de Familia de Isol.
Apenas mostré la tapa Anita dijo: “¡Qué raro… son los mismos colores que en los libros de Petit!”.
Este comentario hizo que algunos fueran a buscar otros libros de Isol, para compararlos. Descubrieron que en Intercambio Cultural y en Petit, el monstruo usaba los mismos colores y que los dibujos tenían el mismo estilo.
– ¿Siempre usará los mismos colores?- insistió Anita.
Hablaban de Isol con familiaridad, como si se tratara de una más del Club.
La próxima parada fue en la guarda del libro, un reloj y un cepillo de pelo.
– Tiempo y pelo. ¡Se ve que estuvo mucho tiempo pasándose el peine! Mucho tiempo en enredos.- dice Jaz
También se detuvieron en la dedicatoria que dice…
“A mi madre Gloria, madrugadora y original”
– ¡Ey! ¡Puede ser que sea una historia real!- rápida sugiere Martina
¡Todos estos diálogos y todavía no estábamos en la primera página!
Volvieron a la carga con la forma de dibujar y los colores al abrirla:
– ¿Por qué pinta saliéndose de los bordes?- se pregunta Emma.
-Yo cuando era chica también me salía de los bordes.- afirma Martina.
– Tal vez quiere sentirse libre para expresar.- reflexiona Emma
Al llegar a la tercera página, Emma dice: “Hoy me desperté con los pelos así”, hace un gesto con las manos poniéndose el pelo en la cara.
– A veces me levanto con los pelos así -dice Anita con gesto de aplastarse el pelo.
– Yo tengo mucho frizz.- agrega Jaz.
– Mi hermana … se levanta con el pelo revuelto. No es normal ese pelo.- afirma Santos.
– No existen las personas normales.- dice Emma con convicción.
– Todos somos especiales.- concluye Emma.
-Imaginate cuando se vaya a la casa de Elisa y la madre se despierta con todos los pelos parados.- se anticipa Martina, cuando abrimos la página 12.
En la última página, se encontraron con retratos de familias y sus ingeniosos apellidos, entonces decidieron dibujar a sus propias familias y sus pelos en las mañanas.
Después cada quien inventó un apellido, inspirado en un animal o fruta según los pelos, así aparecieron los Canichs, los Obajini, los Carpinchos, los Kiwi y los López Globo.
Fernanda Gómez, del Club de lecturas “La luna” – Duggan – Pcia. de Buenos Aires