Recomendados de la red

Minga!, de Jorge Di Paola

Después de la aventura lectora del Popol Vuh, intensa, intercultural, develadora, desveladora, terminamos exhaustos (“¿Exhaustos dijo?, gratamente exhaustos!) y decidimos continuar nuestro recorrido lector con una obra que nos ofrezca un poco de “armonía”, comicidad, sencillez… (“¿Rectilineidad debió decir…?”) .
Como todo clubero, entramos en el blog, fuimos al Menú, a los Recomendados, surgieron criterios nuevos a los anteriores
”uno que no sepamos todos…” (un autor, claro…) volvimos al Menú, a los Recomendados, al Menú, a los Recomendados (“bueno, eran varios los criterios…”) y finalmente nos quedamos con dos: Minga de Jorge Di Paola y Río de las congojas de Libertad Demitrópulos.
Después de un dilatado debate, Minga! leeríamos (“
pero cómo?, lo dijeron en lunfardo?, Ah! Qué?, no van a leer…?”) Pensábamos que sabíamos el camino, decidimos (consecuencias de leer Popol) que leeríamos entre todos el texto, dejando librada (“Libertad, ¡qué palabra!…”) la posibilidad de hacerlo cada uno como desee.
Ya la contratapa nos daba sugerencias, el prólogo es de Ricardo Piglia, que todos leímos, y al autor de Plata quemada, (“
en los tiempos económicos y atmosféricos que corren”) no lo podíamos ignorar, ¡¡¡lo bien que hicimos!!! Piglia nos advertía sobre “el narrador” ( “Sí, … por la inteligencia del que narra la historia… el interés no está en la trama…, ni en los personajes.., dijo él, Piglia…”) y con esa consigna (“¿Esa, dijeron? hmmmmm”) empezamos a movernos en el texto.
Una teja desprendida, un telegrama
(“¿No era teledrama…?”); el viaje desatinado, demente, de Pablo, el héroe (¿El héroe..?); una playa no nombrada (“¿No era Puerto Amnesia…?); el casco de una estancia; una pulpería; mujeres que arremeten, inspiran y protegen: Natacha, María María, Malena, ( “y se olvidan de algunas…”); Héctor Plasma (“No era Ectoplasma…”) en la lista de insólitos personajes que se cruzan, filosofan, colaboran, imprescindibles en la trama.
¡Epa! Podemos decir que, por momentos, discrepamos con Piglia, no podíamos dejar de involucrarnos con ellos y con el relato. Algunos de nosotros avanzaba, independientemente de la zona del texto leído en comunidad, porque su ansiedad demandaba respuestas, era tan amable su lectura, tantos guiños al lector
(“es así, era un personaje, está escrito con mayúscula: Lector…”), la comicidad de la notas al pie (“deben admitir que se mataban de risa, las esperaban y las leían instantáneamente, no como en Popol…”); la belleza de la intertextualidad poética (“Cierto, algunos empezaron a coleccionarlas, los líricos…”) ; la simultaneidad de las acciones de cada personaje nos hacía ir y venir de una manera tan amigable que no tropezamos nunca (“¿Eh? ¿Nunca…?”).
Entre los encuentros compartimos también una entrevista al autor tandilense y una rica reseña sobre el texto que nos ponía a dialogar con las impresiones que maduraban en nosotros
(“estaban impresionados, la verdad…”).
¡Ah! ¿Y el Narrador?, “¿Quién?, Autor?”
(“Sí, leíste bien clubero, Autor también con mayúscula”) no lo sabemos, lo buscamos, lo definimos pero no coincidimos, se transforma, una voz en muchas voces, muy metido en la historia (como la voz que se filtró en este texto … (“Pero honesto, a mí se me respeta…”).
Minga
! es así, una lectura con trayectorias múltiples y sin uniforme…

Club de lecturas «Palabreriando»
Rafaela – Santa Fe

 

 

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com