La última lectora, de Raquel Robles
La mañana se despereza luminosa en la ventana este de la Casa de la cultura. Son las 10 horas del día lunes. El espacio es luminoso, nuevo el mobiliario. La antigua casona ha sido totalmente remodelada para convertirse en escenario de talleres, encuentros, exposiciones. Ahí nos juntamos a leer durante dos horas.
Se han sumado varias lectoras, somos doce: Analía, Andrea, Emilce, Graciela, Marcela, Marta, Mónica, Nilda, Patricia, Silvia F, Silvia G. y yo, aunque hoy no estamos todas. El entusiasmo nos habita por estos días.
Elegimos leer La última lectora de Raquel Robles, un libro que nos tiene atrapadas. Marcamos, copiamos frases, conversamos acerca de la exquisita escritura. Por momentos nos sentimos esa mujer que sale a la calle, que camina territorios, cruza umbrales que se abren en constelación hacia nuevos umbrales. Somos esa mujer que lleva un libro en su bolsillo, hace marcaciones, lee y relee. ¨Leer es entender al otro, releer es darle un lugar en la historia olvidada que es la historia de todos».
Leemos en reunión, atentas. Conversamos, nos hacemos preguntas. Hay frases que nos quedan:
– La mujer va tan rápido que los colores se mezclan…
– Siente que la amnesia está cediendo. Su cuerpo se tensa. No quiere habitar su vida…
– Ojalá pudiera borrarle de la frente una letra y así matarlo de todas las muertes…
– La noche no cede. En esa parte del mundo la oscuridad cae aplastándolo todo…
Y seguimos. Vamos por la mitad del libro y ya lo recomendamos.
María Antonia Zaragoza- Club de lecturas «Los viernes canela»
Monte Hermoso- Pcia. de Buenos Aires
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Si eso es leer lo estamos haciendo -dice Teresa y cita a Piglia cuando piensa qué es un lector (una lectora) : «No sólo qué lee sino también con quién se enfrenta el que lee, con quién dialoga y negocia esa forma de construir el sentido que es la lectura».
Si ahora leemos El último lector de Ricardo Piglia, es porque antes leímos a Raquel Robles, La última lectora. En ese diálogo permanente que es un libro, ese puente interior y exterior, fuimos de Robles a Piglia. Nos llevaron las preguntas: qué libro lee esta mujer, qué citas copia en la pared de su casa como si hiciera un mapa, la cartografía de un sentido que le permita entender algo, perderse menos, sobrevivir.
Diana E. dice que la mujer describe sus recorridos por la ciudad, las veredas, avenidas, casas, la rutina al trabajo, el subsuelo del ministerio y finalmente el viaje al sur. Y junto a los recorridos por el espacio, enumera sus recorridos de lectura, su ir de cita en cita, de autor/a en autor/a. Ha recibido un libro y ese libro se vuelve una brújula.
Y aunque lee dentro de su casa, casi sin moverse, la narración de Robles se detiene en todo lo que pasa por su cuerpo, lo que la lectura hace en su cuerpo, un movimiento sensible: el agua sobre la piel, la temperatura, el roce de la ropa, la lluvia, las lastimaduras – agrega Diana G.
La mujer lee agarrando el libro como si la mano fuera un atril, apoyando el codo en el estómago – escribe Robles. Todo el tiempo está presente el cuerpo de la lectora.
En el libro de Piglia aparece más el imaginario, el fantasma -dice Fabián. Los movimientos de lxs lectorxs de Piglia suceden en el interior de sus mentes, pueden permanecer inmóviles en un tren o en lo más hondo de una vasta cueva, con una lámpara, como pide Kafka.
Pero en los dos libros, sobrevuela la misma pregunta y el mismo intento de respuesta: ¿qué hace la lectura con nosotres? ¿Qué vida vivimos mientras leemos? ¿Qué es leer?
Tal vez, sombras de una sombra…como dice el tango que cita Robles a lo largo del libro.
«La mujer mira su pared. La constelación es ahora enorme. Planetas de autores, asteroides de frases, cientos de trayectorias unen unos con otros».
¿Qué lectorxs somos? ¿Los libros nos rozan la piel? ¿Leemos en la cueva o en el vagón repleto de gente? ¿Trazamos hilos de libro a libro? ¿Nos llevan los libros de las narices hasta otros libros? ¿Llenamos cuadernitos o paredes de citas? ¿Somos la primera o la última lectora, lector?
Club de lecturas “Los martes orquídeas” – Coronel Dorrego – Provincia de Bs. As.