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Una canción que no conozco, de Micaela Chirif con ilustraciones Juan Palomino

Dice Cecilia Bajour que en los libros álbum, el texto nos hace avanzar en el impulso narrativo y las ilustraciones nos detienen, propio de la lectura poética y que en ese juego de vaivén, construimos los sentidos de lo no dicho en el álbum.
Así las lectoras y lectores adultos del taller, sin nombre aún, de Villa Regina, nos asomamos a las páginas de Una canción que no conozco.
Lectores todos de narrativa y también de poesía, necesitamos aprender un nuevo modo de leer, una obra que nos rompió algunas de nuestras certezas.
Empezamos con Micaela Chirif a descubrir cómo la ilustración, atribuída a las obras para las infancias, llega a los lectores adultos. Así como niños irreverentes se apropiaron de obras no infantiles como Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift entre otras, hicimos el camino inverso, nos asomamos a leer libros álbum que asumimos que fueron destinados para las infancias.
Descubrimos en Una canción que no conozco una forma novedosa, poética y profunda de abordar la pérdida de un ser amado. El texto breve se expande en las ilustraciones y fue tema de conversación de más de un encuentro. Fueron necesarias varias relecturas y varias charlas sobre cada página, sobre las ilustraciones. Como si hubiéramos necesitado dejar reposar un tiempo las imágenes que construimos para volver a ellas y seguir ampliando los sentidos.
Lo primero que nos llamó la atención fue el color azul, que nos guio: en el pulóver, el pájaro y el amigo muerto. El pulóver como elemento de transición hacia el duelo, la protagonista se lo pone al inicio, y significativamente, un pájaro azul se posa sobre la sombra de su cabeza. Se lo saca al final y en ese mientras de las páginas nos cuenta en primera persona esa proximidad con el ausente.
…él canta muy bajito una canción que no conozco… ¿Qué canción será? ¿No la conoce porque es una canción desde la muerte? Entonces, aparecen nuestras creencias y coincidimos que es un buen punto para pensar la lectura del álbum, ¿desde qué creencias leemos? Para quienes creemos en la vida eterna y para quienes no, nos hace construir dos marcos interpretativos diferentes.
Coincidimos también en la necesidad del tiempo a solas para hacer un duelo, que en la actualidad se evita y tapa de otros ruidos para no tener tiempo, seguir la vida.
Pero en el álbum vemos en las ilustraciones este proceso; la foto del amigo, la planta azul que tiene raíces que llegan hasta él, quizá como una forma de estar presente en la vida de su amiga. Una mesa compartida pero mostrando la imposibilidad, el plato para ella, el abismo para él.
El pájaro azul reaparece varias veces y también es él con alas de pájaro. ¿Está el amigo presente en los pájaros? ¿Son ellos los que cantan? Pero él, como pájaro, se asocia a un avión que no despega. La tristeza está ahí, invisible pero presente. Él no termina de irse, de seguir su viaje, sus sombras van en direcciones opuestas. Pero termina el día y hay que despedirse una vez más, y cada uno llora por su cuenta.
El álbum inicia con un pájaro azul en la ventana, un pulóver azul en la cesta y la frase de ella A veces me llama un amigo muerto desde hace años.
Y cuando finalmente se despiden, nos queda una doble página llena de pájaros, ninguno azul.
En ninguna página vemos el rostro de la protagonista, no vemos su tristeza. Tal vez porque es demasiado profunda para mostrarla, o tal vez porque es una forma de invitarnos a imaginarla…podría ser también la nuestra.

Socorro Orgeira
Club de lecturas de Villa Regina
Pcia. de Río Negro

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com