Rescatada del olvido adonde la había arrojado el paso del tiempo y una dinámica que naturalmente impone títulos y autores nuevos, Elvira Orphée renace a partir de la reedición de dos de sus novelas. Será para muchos un auténtico descubrimiento.
Cuenta la leyenda que su obra era admirada por artistas del calibre de Julio Cortázar e Italo Calvino, entre otras grandes plumas, Disfrutaban de sus textos y, con el tiempo, de la construcción de una amistad que se volvió inquebrantable.
Poco a poco Orphée, nacida en Tucumán, se convirtió en una autora admirada por sus pares. Fue, sobre todo, una escritora para escritores. Jamás pudo atravesar las fronteras de la popularidad. No era conocida, mucho menos famosa.
Soledad Martinez Zuccardi y Guadalupe Valdez Fenik, las prologuistas de Dos novelas, cuentan que alguna vez frecuentó a Victoria Ocampo y que ambas reían de una infeliz coincidencia: ninguna lograba vender sus libros.
En la reconstrucción parcial de su vida se cuenta que Elvira era una voraz lectora, que es al fin y al cabo la única manera de que cuaje la escritura. Devoraba las obras de los rusos León Tolstoi y Fiodor Dostoievski, a quienes alternaba con los locales Juan José Saer y Héctor Tizon. Dicen que su prosa aspiraba a la poesía como el gusano que sueña con ser mariposa.
TEMA SOCIAL
Con el devenir del tiempo se convirtió en una escritora en las sombras. Fue una biógrafa de su época. En Dos novelas -libro que compone la colección Tierra firme de la editorial Fondo de Cultura Económica- los editores escogieron los títulos Aire tan dulce y La última conquista de El Angel. En ambos su poder de observación sobre lo social es singular.
La primera novela describe la Tucumán de su infancia, una ciudad con ritmo de pueblo donde la gente duerme la siesta y las vecinas curiosean detrás de las cortinas. El qué dirán es, de alguna manera, un instrumento disciplinador y condenatorio.
En La última conquista de El Angel hay mucho de denuncia, de narrativa lóbrega. Orphée describe la rutina de un grupo de tareas de las fuerzas de seguridad que a través del secuestro y la tortura intenta doblegar a la guerrilla.
La obra, publicada en 1977 en París,-nunca había sido editada en la Argentina- adopta el punto de narración del torturador y hurga en su lógica incomprensible, dándole una mano de barniz al espanto.
Fuente: La Prensa
Por Gustavo