Sanadores, parteras y curanderos en Argentina: una historia de las zonas grises

noviembre, 2022
Diego Armus, director del reciente libro “Sanadores, parteras, curanderos y médicas”, repasa desde la historia y la cultura las que denomina “artes de curar” en Argentina.

Durante la década de 1960, Jaime Press, un conocido armonizador, conmocionó a la ciudad de Carlos Paz: la prensa lo buscaba, los políticos lo consultaban y la gente lo pedía. Entre las figuras que solían visitarlo se encontraba Alberto Olmedo. Sin embargo, años después, el cómico rosarino personificó en la pantalla a un “manosanta” desvergonzado, que había descubierto en el mundo de los curanderos un modo de ganarse la vida.

El recorrido del humorista –entre el asombro privado y la sátira pública– puede servir para mostrar la movediza “zona gris” en la que se mueven amplios sectores de la población. “El pluralismo con que la gente encara las ofertas de atención aparece en el pasado y en el presente. Cuando la respuesta ofrecida por un médico –diplomado o no– es poco eficaz, quien sufre el malestar busca por otro lado”, comenta Diego Armus, director del reciente libro Sanadores, parteras, curanderos y médicas.

Compuesto por 14 historias sobre “las artes de curar en la Argentina”, el libro revisa ciertas formas de entender la salud y la enfermedad.

“Es pertinente hablar de ‘artes de curar’, ya que es un modo inclusivo de lidiar con los muchos híbridos que pueblan la zona gris de la medicina, que es parte de la experiencia cotidiana. Los híbridos no son, por supuesto, una exclusividad argentina”, continúa el historiador, docente en la academia estadounidense.

–El trabajo abarca casi dos siglos y se desplaza de Jujuy a Santa Fe, pasando por Carlos Paz. ¿Cómo fue el proceso de gestación de las investigaciones?

–El libro resulta de una reacción frente a la abundancia de estudios históricos y contemporáneos sobre la salud y la enfermedad que, en mi perspectiva, están muy pegados a los avatares de la medicina oficial, la salud pública, los médicos y el estado. Por esta razón invité a historiadores, psicólogos, antropólogos, sociólogos y médicos a escribir biografías contextualizas de prestadores de salud que no se ajustan a las figuras del “curandero popular” y del médico alópata con formación universitaria. Las investigaciones, entonces, despliegan un explícito empeño por escapar de la simplificadora narrativa de la historia a partir de la lente que ofrece Buenos Aires. Por supuesto, hay territorios del país que faltan, pero nos pareció relevante mostrar que las hibridaciones están localizadas.

–Analizan las primeras películas sobre curanderos y el rol de los medios de comunicación aparece en distintos capítulos. ¿Cree que colaboraron en la construcción de estereotipos?

–No sobra la documentación al momento de reconstruir las biografías de estos personajes, que no hicieron carreras claramente institucionalizadas, donde es fácil identificar éxitos o fracasos. Muchos artículos se apoyan en la información que traen los diarios y revistas de época y permiten delinear algo de esas trayectorias. También el cine ha hecho lo suyo. Algunas veces esos discursos en los medios han operado consolidando estereotipos, ya que ignoran la hibridización. Cuando la hibridización es evidente, el periodismo moderno, que busca lectores o pretende hacer públicos fenómenos enraizados en la vida de la gente, no hizo ni hace más que ilustrar y difundir el variado mundo de las artes de curar. Un mundo que, vale la pena remarcar, ha sido transitado por ricos y pobres, gente formalmente educada o no, jóvenes o viejos.

De sanadores a terapeutas psi

“¿Qué hacer con malestares y enfermedades frente a los cuales la biomedicina es impotente o juega un papel marginal?”, pregunta Armus. Sanadores, parteras, curanderos y médicas intenta rescatar la sensibilidad y las experiencias de los que buscan un alivio para sus dolencias, sin condenar o celebrar la disparidad de sus búsquedas.

En este sentido, el libro va más allá del consultorio clínico y aborda lo que sucede con el espiritualismo, las corrientes New Age y las terapias alternativas que afloraron en las últimas décadas. Así, no solo los médicos encontraron competencia, también psicólogos y psicoanalistas ingresaron en esta zona gris en la que conviven la educación científica y las formaciones populares.

“No hay duda de que quien padece consulta a estos ‘expertos’, y lo hace con sensibilidades, valores y creencias muy personales. En esos encuentros reinan la incertidumbre y la ausencia de verdades contundentes”, indica el compilador. Y agrega: “Ofrecemos apenas una muestra de esta zona: un espiritista; un hipnotizador; una terapeuta que practica medicina oriental en el hospital público; una médica alópata que utiliza la homeopatía; un cura sanador; un bacteriólogo; una partera New Age. Por eso el subtítulo del volumen, Las artes de curar en la Argentina moderna”, explica el autor de La ciudad impura.

–¿Considera que la reciente pandemia dejará nuevos problemas de investigación?

–En estos dos años de pandemia aún inconclusa no faltaron procesos de hibridación, especialmente cuando reinaban las incertezas biomédicas y faltaban las vacunas y tratamientos específicos. En ese sentido, la pandemia de Covid no trae nada nuevo. La novedad es la rapidez con que la biomedicina pudo producir respuestas relativamente eficaces.

Procesos inasibles, como la creciente medicalización, alteran las zonas grises de la sociedad. “Ignorarlos o esconderlos no ha sido un acierto”, comenta el historiador, y concluye: “Si se entiende que las relaciones entre medio ambiente, cultura, ciencia y enfermedad han sido siempre inestables, tarde o temprano volveremos a enfrentarnos a nuevas incertidumbres biomédicas, frente a las cuales aparecerán respuestas híbridas”.

Fuente: La voz
Por Marcos Vidable

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