¿Los emojis y códigos QR reemplazarán la escritura?

febrero, 2025
En su libro, el investigador explica cómo las expresiones audiovisuales acorralan a la cultura letrada y planean un futuro "poslogo", con nuevas formas de leer y escribir.

Un emoji como respuesta a todo; un sticker que resume una sensación que no aparece posible explicar con palabras; una imagen, ¿vale más que mil palabras?.

El fin de la escritura es un libro que parte de un título catástrofe y habla de la sociedad «poslogos», que presenta su índice con emojis y la bibliografía en un símbolo inescrutable llamado «código QR». Lo que con certeza ocurre es que está en juego el futuro de la escritura y el de los procesos narrativos. ¿Cómo nos estamos comunicando en la sociedad actual? «Hay una torsión, un desplazamiento cada vez más fuerte hacia una representación simbólica mucho más nerviosa, fragmentada y audiovisual que tensa la cultura letrada», explica Fernando Peirone, docente, ensayista y autor del libro citado, en su estudio, una mañana que recibía un amable calor de verano. Dice que Milei es «el otro lado de la razón».

– ¿Qué elementos confluyeron para llegar a sostener que estamos viviendo el fin de la escritura?

– En la universidad enseño Tecnología y Sociedad. Yo no puedo hablar de los efectos de la tecnología y la gramática tecnológica expresada en las redes sociales, después tomar un parcial y decir: «saquen una hoja y escriban» porque sería una contradicción. Si les digo que está surgiendo una posibilidad de expresarse en otros términos a través de historias, reels, emojis, tengo que adaptar mi narrativa y eso me lleva a ver un nuevo modo de representación, que no está acabado. Hoy estamos viviendo un estado babélico, donde conviven muchos lenguajes emergentes que no logran una interlocución social clara. Antes, uno podía dirimir lo que era verdad de lo que era mentira; una creencia de la racionalidad. Eso está muy en crisis  y también todos los modos en que esa racionalidad expresaba el mundo. La enciclopedia Diderot tenía 78.000 vocablos en el siglo XVIII y alcanzaba para expresar el universo de ese momento. Hoy Wikipedia incorpora 78.0000 vocablos por año. Ese universo simbólico se rompe y ese discurso (agotado) convive con otro, pero ninguno logra imponerse ni ninguno logra la cohesión, ni una proyección tranquilizadora; por eso está todo tan roto y tan fragmentado.

-En 2015, Oxford eligió un emoji, la carita que llora de risa, como  «palabra del año». Dos años después, el lingüista cognitivo Vyvyan Evans sostuvo que «a pesar de los lamentos, los emojis no solo no nos hacen retroceder hacia el analfabetismo, sino que enriquecen nuestra capacidad de comunicación porque amplían las posibilidades de expresar emociones y empatías…» ¿Estás de acuerdo con esta hipótesis?

-Uno ya venía observando y teniendo indicios de que el lenguaje tradicional empezaba a tener problemas para representar una experiencia social y cultural nueva. Vi un desplazamiento muy fuerte de todo lo que es escritural hacia lo icónico o audiovisual. Cuando la cultura empieza a poner en tela de juicio su teoría del conocimiento, de la comunicación, sobreviene una reformulación de la idea de sociedad donde todo está en crisis. Eso es lo que el pensamiento racional no está pudiendo explicar, por lo que la cultura letrada, académica, con excepciones, está generando diagnósticos circulares sin nada que vaya más allá de esas dificultades interpretativas…

-¿Por qué pensás que se abandonó la narrativa mítica y se empezó a describir los principios universales en términos matemáticos, otorgándole valor explicativo a la expresión abstracta del pensamiento racional? ¿Cómo se caracterizan la narrativa y la escritura en la sociedad poslogos?

-En la Odisea, Homero utiliza la palabra «contar» con la acepción numérica antes que con la narrativa, oral. Al contar, empieza a registrar lo que ve y a partir de ahí cambia el modo en que nos relacionamos con el mundo y, así, se favorece un pensamiento más abstracto, racional y lógico.  Entonces entra en crisis esa manera de narrar, registrar, que ya no puede dar cuenta del presente en los términos que acontece. Yo diría que hoy hay una manera de expresar eso socialmente asimilado y explorado que está mucho más desarrollado en la Generación Z, los que hoy tienen entre 18 y 25 años. Ese colectiva ha desarrollado muchísimos instrumentos, recursos y pensamiento crítico, que no es entendido como tal por parte de la cultura letrada. Le reprocha la supuesta ausencia de pensamiento crítico. Ok, esos jóvenes no tienen el de la cultura letrada, pero tienen otro que les permite entender cuál es la mejor manera de cuidarse entre ellos; se manejan con aplicaciones y necesitan generar dispositivos de cuidado. Ello implica entender los dispositivos y generar estrategias de cómo superar problemas, algo que en los jóvenes está muy desarrollado. Lo que no hay del otro lado es una escucha atenta que genere un interlocución. Hay una ruptura muy clara entre mi franja etaria y la de la Generación Z. Nosotros estamos cada vez más llorosos y lamentándonos por las pérdidas en lugar de entender que hay algo que está surgiendo.

-¿Hay un momento o una época clave de transformación? ¿La cultura audiovisual es la que determina este cambio?

-Tal vez cierto procedimiento que inaugura la hipertextualidad primero y la web 2.0 posteriormente. En esos dos salto se produce una modificación en la construcción de sentido. Alessandro Baricco lo explica en el libro The game. Él habla del significado que tiene en términos cognitivos, epistemológicos y filosóficos la aparición de la hipertextualidad como algo donde ya no hay linealidad, donde ya no hay una cuesti{on que sea relevante sin límites. La relevancia y el sentido es momentáneo, se construye, se vuelve a caer. La construcción de sentido tiene más que ver con la capacidad de conectar, profundizar algo para entenderlo. Con la crisis y revueltas mundiales a partir de 2009, pensadores como Carlos Scolari o Henry Jenkins empezaron a advertir que, así como hizo falta una alfabetización enciclopédica, empezaba a hacer falta una alfabetización tecno, algo que después deriva y se vuelca a lo social. Algo que hoy ya tenemos incorporado y se ve en el modo en que organizamos nuestras vidas, en cómo nos movemos en un espacio urbano, en cómo organizamos la agenda, o encontramos una pareja o estudiamos.

-¿Para vos, en este proceso hay una sensación de pérdida de la escritura, entre otras cosas?

-En todo cambio social hay pérdidas y no sé si ganancias, pero hay novedades que pueden derivar en cosas que todavía no imaginamos. En el pasaje de la sociedad mítica a la sociedad lógica hubo pérdidas, pero no las tenemos registradas porque no había cultura escrita. Esa plataforma no existía, existían otros dispositivos de memoria de advertencias sobre cómo sobrellevar la muerte en comunidad, cómo generar instancias de poder y de control, todo eso varía de una manera drástica en el pasaje de la cultura mítica a la cultura lógica. Ahora está pasando lo mismo. Pérdidas, vamos a tener, pero no sé si como para volvernos nostálgicos.

-¿Qué está antes y qué después de la crisis de la narración? Te preguntás por cuál es la narrativa social dominante hoy en el país…

-Actualmente permanecemos empantanados en una suerte de anomia epistemológica debido al agotamiento del esquema interpretativo, explicativo y organizativo que nos rigió durante los últimos tres mil años. En la política eso se hace muy evidente con el fenómeno Milei. El impulso a analizarlo desde el clivaje razón / no-razón del lado de la razón, pero sin consecuencias reales porque ese impulso le legitima una idea de verdad y de formas argumentativas que ya no tienen peso efectivo en el orden social. Todo aquello de Milei que nos parece irracional, expresa un sistema de representación que metabolizó la exclusión. Por eso, lo que se expresa a través de Mieli no es irracional, es la otra cara de la razón. Es lo que brota de la acumulación desoída e invisibilizada de horror, ruinas, muerte, pobreza e indignidad. No nos olvidemos, que el orden institucional de entonces pidió explícitamente votar a Massa, pero los representados de los partidos, las organizaciones, los clubes, los sindicatos, la academia, votaron a Milei. El gobierno de Milei lee muy bien este momento tensando todo lo instituido; pero del otro lado, en un sentido amplio, no se advierte algo que esté a la altura de su interpelación general. El orden institucional no encuentra un decir acorde a los tiempos que corren, que resignifique su valor social, sólo imitaciones inverosímiles. Y nada de eso va a cambiar mientras no haya una escucha efectiva a la otredad que incomoda a lo instituido, al valor crítico del saber tecnosocial que producen los jóvenes. Una de las pocas expresiones dialógicas con ese otro lado del mundo se ve en la música, en la ecumenia del rock tradicional y el tango con el trap.

-Hay un momento tecnológico en el que coinciden la masificación de los celulares, el uso de emoticones, y del entonces, Twitter. ¿Qué dio ese combo?

-Se descomprimió una impotencia, y sería interesante tener presente que el sujeto actual también tuvo un cambio muy importante, ya no es el sujeto cartesiano. En la Argentina tenemos u n promedio de 10, 12 redes sociales activas por persona, lo que no quiere decir que se usen todas permanentemente, pero están activas en ese desdoblamiento; hay una nueva manera de ser. Ya no sos el sujeto que reafirmaba su identidad para tener un lugar en la sociedad. Hoy uno se desdobla en identidades diferentes, te podés cambiar de sexo, de nacionalidad, de apellido. El orden laboral no define un oficio y tampoco una identidad.

-Hay emojis, memes, gifs, stickers, stories, códigos QR, nuevas redes. ¿Qué implica esta diversificación resignificada?

-Hoy no tenemos la capacidad de lectura de la realidad que teníamos durante el logocentrismo. Antes de la aparición de internet la cultura letrada podía leer cada cosa que ocurriera y explicarla; hoy, esa capacidad de lectura ya no es clásica. Te informás, te preparás, te organizás, pero si seguimos pensando o lamentando la pérdida de la cultura letrada para leer, nos vamos a seguir perdiendo muchas cosas.

-Entonces, ¿qué significa leer?

-Así como hay una historia conceptual de lo que es el progreso o una historia conceptual de la civilización como la que hizo José Emilio Burucúa, me parece que también hay que hacer una historia conceptual de la lectura que nosotros conocimos y que ya no existe. Existe, pero está acotada a un mundo que ya está rebasado, que no está reformulando su manera de expresar lo social. Un mundo que ya no puede ser porque históricamente la lectura consistía en identificar elementos de un conjunto para ver cuál era el sentido que tenían ahí dentro.

Fuente: Revisa Ñ
Por Héctor Pavón

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