Aún brillaba el sol, ese seis de enero de 1932, cuando Alfonso Caso (1896-1970) encontró su regalo de Día de Reyes. La magia que año tras año envuelve a la niñez mexicana también lo había alcanzado a él. Escondido en un castillo de piedra encontró su tesoro, un tesoro que el mismo comenta : ¨Al iluminar la tierra de la tumba se veía brillar ésta por perlas, las cuentas de oro, y las innumerables plaquitas de turquesas que formaron en un tiempo ricos mosaicos Al salir de la tumba estábamos absolutamente convencidos de la enorme riqueza material, artística y científica que habíamos descubierto, y pensé que no recordaba, no tenía noticia de que se hubiera descubierto en América un tesoro de esta naturaleza¨. La Tumba 7 de Monte Albán es uno de los hallazgos más ricos y espectaculares en la historia de la arqueología mexicana. Este descubrimiento, junto con su gran tesoro y la exploración y recuperación de la plaza principal y de los edificios que la rodean, así como la identificación étnica de los zapotecos y mixtecos prehispánicos, forman parte de una imagen de la arqueología de Oaxaca que quedó ligada para siempre al nombre de Alfonso Caso. A él se deben la creación del Instituto y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, así como del Instituto Nacional Indigenista. De 1944 a 1945 fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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