Ucrania no es el…
El jueves 22 de abril, mientras en los medios veíamos a Putin anunciar la toma por parte del ejército ruso de la ciudad ucraniana de Mariúpol, dos destacados académicos, escritores y especialistas en historia rusa: Claudio Ingerflom y Martín Baña, participaban del ciclo Conversaciones de Fondo (organizado por FCE y la Librería del Fondo y Centro Cultural Arnaldo Orfila Reynal), moderados por la historiadora Camila Perochena, brindando su mirada sobre las diversas aristas del conflicto internacional de mayor relevancia en la actualidad.
Tanto Ingerflom como Baña se mostraron de acuerdo al señalar que las razones esgrimidas desde el Kremlin, desnazificar Ucrania y defenderse de un asedio de la OTAN, son plenamente refutables. Acerca de la primera cuestión, Ingerflom señaló, entre otras razones, que el primer mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, de ascendencia judía, ganó las elecciones a la presidencia en 2019 con un 73 por ciento de los votos (en segunda vuelta), en tanto que la ultra derecha (donde se ubicarían los grupos nazis ucranianos) sacó solo un 1,6 por ciento de los votos. Además, agregó que en cuanto a presencia de agrupaciones nazis, Rusia y Ucrania no se diferencian demasiado. Respecto de la amenaza de la OTAN, los expositores señalaron que esta organización ya está presente en la mayoría de los países que limitan con Rusia y que en los de la frontera norte (Estonia, Letonia, Lituania) ya existen bases militares más próximas a Moscú que cualquiera que se pudiera instalar en territorio ucraniano. Pero además, Ingerflom expuso las ideas vertidas por un ideólogo ruso cercano a Putin, quien en un documento reciente titulado “Ucrania no es el problema” sostiene que la OTAN no representa una amenaza inmediata para Rusia.
Make Rusia great again
Lo que dicho documento deja traslucir son razones de otro orden. Para Putin parece haber llegado el momento propicio para buscar aislar a Rusia de Occidente. Aislarse culturalmente de valores que provienen de Europa y que según Putin no son los de la Rusia tradicional, que él quiere restituir. Se refiere, entre otros, al reconocimiento de derechos a grupos minoritarios (fundamentalmente minorías y disidencias sexuales, por ejemplo, constantemente perseguidas en Rusia) y al debilitamiento de la verticalidad del poder de un Estado autoritario. Para Putin se trata, al parecer, de una versión propia del “hacer a América grande otra vez” en alfabeto cirílico; a fin de cuentas, Trump y Putin tienen sus puntos de contacto. Putin, según Baña, hace “revisionismo histórico” para invocar la grandeza de una Rusia poderosa, con muchas más notas de la Rusia imperial que de la Rusia revolucionaria de Lenin, a la que considera decadente, entre otros motivos, por haber dado autonomía a las naciones que formaron la unión de repúblicas socialistas, entre las que se encontraba Ucrania. Putin, de este modo, parece haber asumido un rol mesiánico que pretende des-europeizar Rusia, separarse del multilateralismo europeo-occidental para establecer un nueva etapa y una nueva hegemonía en el orden mundial donde el eje Rusia-China sea el principal, de valores conservadores y economía de libre mercado.
Chaikovski no tiene la culpa
Este último aspecto fue tal vez el medular de toda la charla. También se conversaron y discutieron otras cuestiones como la censura actual a medios independientes y a la población rusa; las sanciones aplicadas a Rusia y el reflotamiento de una rusofobia bien acendrada en Europa (y por qué no, también en América). En este punto los expositores se mostraron de acuerdo en que si bien en Rusia existe lamentablemente una mayoría “corta” –de poco más del 50 por ciento– que apoya hoy la operación militar, esta está manejada por unos pocos (incluso buena parte de la cartera de ministros no forma parte del círculo de confianza de Putin), y no hay por lo tanto que poner en un mismo saco a todo el pueblo ruso, ni cancelar su riqueza cultural. Esta no debería ser cuestionada a causa de este conflicto puntual, como se ha visto a lo largo del mundo con conciertos de música cancelados o deportistas rusos que se han manifestado contra Moscú impedidos de participar en torneos de todo tipo.
El público dice
En la ronda de preguntas los asistentes pudieron aclarar sus inquietudes respecto de varios puntos. Se preguntó por el rol de la iglesia ortodoxa rusa en el conflicto: el patriarca Kirill, además de ser cercano a Putin, ve con evidentes buenos ojos el giro conservador que lidera Putin. Por otro lado, se preguntó si había razones estratégicas y económicas detrás de la invasión rusa, a lo que los expositores respondieron que esta no parece ser una guerra coyuntural, “una guerra tradicional donde lo que se juega son territorios locales”, y remarcaron la idea de que detrás del conflicto está la intención por parte de Rusia de tomar un rol activo, de ser “el jugador mayor” en la dirección del mundo, porque Occidente ya no estaría en condiciones de hacerlo.
De esto y mucho más trató el encuentro de abril, que además de toda la información brindada por los expositores estuvo salpicado de historias y de anécdotas sabrosas y muy interesantes. Están buenas las Conversaciones de Fondo, para no perdérselas.