Los clubes cuentan

Un encuentro guaraní

Peichaite nga’u
che rekovemi:
tahenda porä
ko yvy ape ári,
tojajái rei
kuarahy rendýicha,
tojahu yvytúpe

********

Ojalá así fuera
mi pequeña vida:
que estuviera asentada
en un buen lugar
sobre esta tierra,
que brillara
como el fuego del sol
y se bañara en el viento.                                                                                                                                                                           
                                                          Susy Delgado

Fue en la primavera, una tarde de sábado. El poema de Susy Delgado acompañaba la invitación: un encuentro guaraní del club, que para esta ocasión, por iniciativa de algunas participantes, era de lecturas y sabores. Y contaba con la presencia especial de Hedi, una mujer del barrio que había venido por primera vez a la biblioteca. unas semanas atrás, para un encuentro de semillas. Hedi se crió en el campo, en Santa Rosa, Misiones, Paraguay, y solo hace poco vino para Argentina. Poco habla castellano pero Ana, su hija – una de nuestras vecinas de mano verde- y Lucía, su nieta, lectora de libros de misterio, están para acompañarla.
De sabores y lecturas, entonces. En la cocina, un grupo de chicos cocinando sopa paraguaya con una de las Noes. En la mesa, esperando, dos fuentes de chipa de distinto origen, más otras dos con reviro. De sabores, lecturas y música, deberíamos agregar. El final es con Valde y Neka, otros dos vecinos, que se vienen con guitarra y repertorio de polkas, chamamés, guaranias y más. Mientras comemos, a pura fiesta.
Pero eso es solo el final. Antes hay una ronda grande en torno a la mesa de libros, niños pequeños jugando adentro sin necesitar de los adultos más que una mirada cada tanto, el grupo de jóvenes (más algunos niños ya no tan niños) cocinando. En la ronda, algunos libros nuevos. Los trajeron Pamela y su amigo, desde el centro de La Plata, en una caja pesadísima que cargaron en el micro. Hay varias cosas que no teníamos: dos o tres libros de Borges, algunos de Forn, de los que salieron en Página12, otros de terror, algo de poesía.
Pame es misionera, aunque vive acá, igual que varios de los participantes del club de lecturas. Es que el barrio tiene aroma guaraní, con tanta gente que vino de esos lados, de un lado y otro de la frontera. Tal vez por eso salió hacer este encuentro especial. Tal vez también porque nuestra biblioteca lleva un nombre guaraní, y eso no es casual. La riqueza de la que nos alimentamos no está solo en los libros, sino también en las voces no escritas, con un lugarcito especial para esa que es propia de estas tierras desde hace tantos siglos, transformándose sin perder la raíz. Si Cururú es el sapo bocón y mentiroso, el narrador que arma ronda en torno a las historias, también es una palabra que tiene que ver con nuestro mundo, con un acento que elegimos pronunciar.
De eso conversamos, también: de cómo la poesía y las historias no están solo en los libros. Es que la comida que cada uno trajo lleva a hablar de las recetas, y las recetas de los lugares y las personas, y los lugares y las personas de las cosas que esas personas hacían o hacen en esos lugares. Y la comparación de cómo es acá y cómo es allá, el reconocerse en algo que cuenta quien está en frente o al lado, el relato que se dispara desde ese espejo extraño. En algún momento, Juan dice que no vamos a empezar más con el club si seguimos charlando; no se dio cuenta que hacía rato ya estábamos bien club adentro.
Una de las cosas hermosas que pasa esa tarde es que Ana trae grabaciones de whatsapp: le pidió a un hermano que habla bien guaraní –no como ella, dice- que lo recite para compartir. La voz es dulce, lenta, deja oír cada sonido de la lengua. Es breve, lo escuchamos varias veces. En el parlante que compramos para hacer cine club y karaoke, entre otras cosas, suena hoy un poema así. Y después una coda inesperada y que resulta divertida: según el hermano de Ana, el poema está mal traducido, y pasa a explicar por qué.
No tenemos las herramientas para entrar en el debate, pero ¡qué lujo darse el rato para mirar las palabras de tan cerca!
Otro momento especial se da cuando Pame abre su cuadernito de poemas para leer algunos. Están sin publicar, fueron escritos en los últimos meses. En ellos, vemos la selva misionera a través de palabras que tienen también aroma guaraní. Rica la ronda, en el silencio que solo navegan los versos y algún benteveo del atardecer.
El final, lo dijimos, es con música y comida. Nos juntamos entonces todos en el patio: escuchando, cantando, comiendo, conversando. Como siempre, algunos libros se van prestados, los anotamos en el cuadernito amarillo. Quedan proyectos para el 2025: más encuentros con comida -en particular, uno de empanadas, que ya aparecieron hoy en varias tradiciones; otro encuentro guaraní, con otra poeta invitada; y la invitación para el último club de lecturas del año, con Cometierra, de Dolores Reyes. Pero eso será materia de otro registro.

Martín Broide – Club de lecturas «Cururú» – Paraje La Rueda- La Plata- Pcia.de Buenos Aires

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com
2 Comments
  • Laura Ines Latorre
    Posted at 12:05h, 10 enero Responder

    Mmm, ¡qué rico todo! Gracias por compartir. Saludos desde el Club de la Kique de Neuquén

  • Laura Forchetti
    Posted at 08:22h, 21 enero Responder

    ¡Qué hermosa experiencia, qué ganas de escuchar poemas leídos en guaraní. ¡Gracias!

Post A Reply to Laura Ines Latorre Cancel Reply