Fuente: La Prensa
Como la mismísima historia político-económica de la Argentina, la vida profesional de Ferrer también atravesó altibajos. En la función pública tuvo como puntos salientes su cargo durante siete meses como ministro de Economía (entre octubre de 1970 y mayo de 1971, en la gestión presidencial del general Roberto Levingston); la conducción del Banco de la provincia de Buenos Aires; fue ministro de Hacienda bonaerense; presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica; director de Enarsa; y embajador en Francia.
Pero su huella excede el paso por la actividad pública. Lo que salta a la luz en la biografía de Ferrer escrita por Marcelo Rougier bajo el título El enigma del desarrollo argentino, es el calibre de un economista que se dedicó a pensar el país y su problemática desde el contexto latinoamericano.
Discípulo de Raúl Prebisch, adhirió pronto al concepto económico de la relación global centro-periferia, y trabajó desde múltiples trincheras para poner en marcha una política económica que le permitiera a la Argentina cortar las amarras de la dependencia.
Rougier es meticuloso en la narración. Pone la lupa en todos los detalles. Lejos de conformarse con resaltar los momentos salientes de Ferrer como economista, cuenta los pormenores de su vida desde la más temprana juventud, lo cual incluye la actividad estudiantil, la militancia, el desembarco en Flacso, su hambre de mundo. Todas estaciones de una ruta que lo llevaron a sopesar pros y contras de los modelos que podían transformarse en el motor de la Argentina.
En la crisis del 2001, tras la debacle del esquema de Convertibilidad, Ferrer se transforma en uno de los economistas que arrimaron su fuerza intelectual para la reconstrucción del país. Fundador del Grupo Fénix, usina de pensamiento económico nacido en el seno de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, disparó munición gruesa contra los programas económicos de neto corte financiero.
El desembarco del kirchnerismo en el poder y su idea de avalar la producción nacional en tiempos de vacas flacas significó un reverdecer para Aldo Ferrer y sus principios de vivir con lo nuestro. Tuvo su pequeña primavera pero el devenir de la economía terminó por confirmarle buena parte de su teoría: el fuerte crecimiento murió estrangulado por la falta de dólares para importar insumos.
Falleció el 8 de marzo de 2016. Dejó una estela de pensamiento claro y 12 libros publicados. Rougier, su biógrafo, recalca: «La vida de Aldo Ferrer interpreta de modo prístino la trama de la historia argentina, latinoamericana y mundial de buena parte del siglo XX y los primeros lustros del siglo XXI. Su trayectoria evidencia las contradicciones y la agitación de esas décadas».