Si. A pesar de vivir en la era del porno accesible, las aplicaciones de citas y la aparente celebración del sexo, el deseo está en descenso, sobretodo entre los más jóvenes. Y es un fenómeno mundial. El psicoanalista e investigador italiano Luigi Zoja, que vino a presentar su ensayo “La pérdida del deseo” (FCE) en la Feria del Libro de Buenos Aires, realizó una investigación multidisciplinaria a través de la historia, la psicología, la economía y la observación de los usos de nuevas tecnologías, para dar cuenta de una “peste” silenciosa: en este presente de posibilidades (aparentemente) sin límites para realizar todo tipo de fantasías sexuales, hay más angustia y ansiedad que placer. “En el siglo XXI, la sexualidad, gran protagonista del siglo XX, podría encaminarse hacia su disolución, como práctica e incluso como tema. (…) Un debate tan subdimensionado merece denominarse una ‘negación’”, dice en la introducción de su último libro.
Zoja fue presidente del Centro Italiano de Psicología Analítica y de la International Association for Analytical Psychology y autor de importantes ensayos. Ya en la Argentina, charló con NOTICIAS sobre el tema de su último libro.
NOTICIAS: En su estudio se enumeran muchos factores que actúan sobre el deseo sexual en el mundo actual, como las redes sociales y las aplicaciones de citas. ¿Cómo influyen estos nuevos escenarios para los vínculos?
Luigi Zoja: El deseo es un instinto como el hambre que, casualmente, también está deformada: hay alteraciones terribles del sabor debido a la industrialización de los alimentos, que hoy llevan demasiada azúcar o demasiada sal. En la sexualidad el panorama es aún más complicado. Es el segundo instinto fundamental y la cultura de los medios de comunicación influye en el modelo de lo que es un chico o una chica atractivos. Hasta hace un siglo, fines del XIX y principios del XX, el niño crecía mirando a su papá y su mamá. Ellos eran el modelo a seguir. A veces, incluso, continuaban con la misma profesión que habían tenido sus padres. El hecho de parecerse físicamente también operaba en el sentido de tomarlos como guía. Si uno mira las fotos de la revista LIFE, el semanario norteamericano, se correspondían con el modelo de la sociedad acomodada burguesa, blanca, norteamericana. Hoy, con las pantallas de computadora y los celulares, ese modelo se volvió más personalizado. Las chicas miran a las influencers y tienen odio hacia su propio cuerpo. Porque claro, una chica normal es una chica normal, no una supermodelo. Eso promueve una mala relación con la identidad corporal desde el principio. Es bastante trágico.
NOTICIAS: En su libro usted habla de cómo juega la pornografía en los modelos de representación. Antes estaba basada en las fantasías de las personas y ahora es al revés: la fantasía de las personas está moldeada por la pornografía.
Zoja: El deseo es una unidad psíquica y corpórea. No quiero ser moralista, ni sostener la mentalidad de la Iglesia Católica o la moral burguesa y tradicional. En Norteamérica, primero, y en toda Europa después, existió la llamada “revolución sexual”: menos tabúes, menos límites, más libertad. Pero el problema es que cuando los modelos son exteriores y quiebran esta unidad de atracción psíquica y física, todo se vuelve extremadamente artificial y abstracto. Ya no hay satisfacción sexual. No hay correspondencia con la imagen de los chicos del porno.
NOTICIAS: ¿Es algo que afecta tanto a los varones como a las mujeres?
Zoja: Antes, las dificultades eran primariamente femeninas. En los años 70’, en Italia, aparecen el divorcio y al aborto. Eso fue un logro de las mujeres, hace más de 50 años, pero después la liberalización se perdió. Ahora la novedad es que los varones también tienen dificultades afectados por un modelo totalmente falso: una erección permanente, una pareja sexual muy deseosa, sometida. Esto no existe en la realidad: cada chica tiene sus deseos y su personalidad, o hay chicos que pueden ser más tímidos. Incluso muchas de esas imágenes colaboran con lo que he llamado el “neo machismo del siglo 21”. Esto es bastante preocupante en relación a lo que luego ocurre con los femicidios.
NOTICIAS: ¿Hay un paralelismo entre esta reducción del deseo sexual y el ascenso de los discursos reaccionarios?
Zoja: Sí, de hecho estoy estudiando eso. Conozco el fenómeno en Italia. He terminado un libro sobre la conexión entre vida privada y política, una conexión que fue particularmente fuerte en Italia a causa del fascismo y de la presencia de la iglesia. Al mismo tiempo es muy difícil una evaluación general. El número de chicos que se quedan en casa sigue aumentando y es difícil separarlo del hecho de que ahora el desempleo en los jóvenes será mucho mayor al de una generación atrás, incluso dos. Hace dos generaciones no había desempleo en Italia y todos tenían su propio departamento. Ahora, las ciudades son demasiado caras, los jóvenes no se casan ni tienen hijos y viven en sitios muy alejados. La vida se volvió más difícil en un sentido multifactorial.
NOTICIAS: ¿Cuando la cantidad de posibilidades es mayor, crece la ansiedad?
Zoja: Yo empecé a pensarlo en relación a los límites que tenían los griegos, que son la base de nuestra cultura occidental. Los mitos decían que a veces los seres humanos logran “demasiado” y que los dioses, por celos, los castigan por eso. Nuestra civilización actual es laica. Los dioses no existen y los únicos límites que tenemos son técnicos o económicos, no morales. Pero hemos introyectadoa los dioses, como dice Jung de Nietzsche, cuando este declara: “Dios está muerto”. Su frase no significaba que había visto morir a un dios, sino que lo que llamamos “dios” desde una perspectiva psicológica, se había introyectado, seguía existiendo pero en la psique. No tenemos la posibilidad de ser omnipotentes. Esto se llama “inflación psíquica” o “maníaca”. El humano no conoce límites y después busca su balance psíquico en la depresión. Seguimos siendo maníacos y depresivos. Eso se repite en la sexualidad: hemos pasado de un siglo XX “maníaco”, de aumento de la libertad, y ahora hay, prevalentemente, depresiones y ansiedad.
NOTICIAS: ¿Y cómo influye en este escenario la velocidad a la que obligan las nuevas tecnologías?
Zoja: No quiero ser sentimental, pero esa velocidad impide que aparezcan ciertas cosas en los vínculos. Por ejemplo, la ternura, cosas para las cuales se necesita tiempo. Un vínculo no puede ser una relación de plomeros, que conectan un caño con otro. Es algo mucho más complejo. Gran parte de la literatura o de la música no existirían sin los sentimientos. Para esas cosas hace falta tiempo y la multiplicidad de opciones de la actualidad no permite ni el tiempo ni la profundización.
Fuente: Noticias
Por Tomás Rodríguez