Fuente: Clarín
Autor: Miradas
Dueña de un aire indescifrable y de una obra que prueba una versatilidad poco frecuente –cronista, novelista y cuentista, fue una autora inclasificable en más de un sentido-, Clarice Lispector (Ucrania 1920-Río de Janeiro, 1977) es reconocida como una escritora mítica, no solo por la trascendencia de su legado literario sino porque para quienes rescatan o recuerdan su figura terminan resultando inolvidables su belleza de sensualidad felina y su tozudez, su resistencia a las convenciones, ese desparpajo al mismo tiempo sexual y poético con que, sin perder su refinamiento natural, se plantaba en el mundo.
Una extrañeza de la que ni siquiera ella podía dar cuenta. “Clarice procedía de un misterio y regresó a otro”, la despidió el poeta Drummond de Andrade cuando murió. Ella misma había escrito una vez: “Soy tan misteriosa que ni yo misma me entiendo”. Y también: “El no haber nacido animal es una de mis nostalgias secretas”.
Había quienes consideraban que su rebeldía la convertía en una mujer peligrosa. Ella lo intuía y convivía con esa certeza: “Mi drama es que soy libre”, dijo una vez.
Uno de sus traductores, Gregory Rabassa, dijo una vez acerca de Clarice: “Si Kafka fuera mujer y brasileña, si Marlene Dietrich escribiera…” “Toda historia de una persona es la historia de su fracaso», escribió ella.
Lispector. Nacida hace 101 años, en Ucrania, marcó un antes y un después en la literatura brasileña. En las letras, encontró su verdadera libertad y desdeñó los rótulos.
En 2022, el Fondo de Cultura Económica publicará en marzo un compilado Novelas -que reúne La manzana en lo oscuro, La pasión según G.H. y Un aprendizaje o El libro de los placeres y otro volumen con todas sus Crónicas. Mientras que Corregidor está traduciendo y publicando su obra completa, tras haber adquirido los derechos para el continente.
Lispector murió a los 56 años de un cáncer de ovarios, en la víspera de su cumpleaños.
Como de chica, a último momento quiso jugar: “Finjamos que no vamos al hospital, que no estoy enferma y que nos vamos a París…”, le dijo a la amiga que la acompañaba.