Demitrópulos, voz coral de las mujeres despojadas

octubre, 2022
En las novelas de Libertad Demitrópulos las mujeres no son musas de los varones, sino narradoras en primera persona de las bochornosas biografías que les ha tocado en suerte. Río de las congojas es su obra más conocida. Sus historias destacan a la mujer que lucha. En los relatos, las protagonistas se alían con lo que la sociedad tiene por marginal. Claramente, su obra se distingue del lugar que lo femenino ocupa en la producción literaria del siglo XX.

La literatura argentina se ha jerarquizado con numerosas mujeres de notable carácter, de sutil prosa, de cadencias armoniosas y severas, de concreciones sensibles y palmarias.

Sólo en narrativa se han destacado, entre tantas, Silvina Bullrich, Beatriz Guido, Marta Lynch, en las décadas del ‘60 y del ’70; Victoria Ocampo, algunos años antes; Angélica Gorodischer, algunos años después; y, en el presente siglo, Aurora Venturini, Selva Almada, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin y sigue la lista.

Entre tantas exponentes de alta calidad literaria hay una escritora, nacida en Ledesma, un territorio jujeño dramáticamente conocido por la represión cívico militar y la participación de Blaquier en la persecución a los obreros de su empresa. Se llama Libertad Demitrópulos y este año se cumple el centenario de su natalicio.

La obra de Demitrópulos es meritoria y está siendo rescatada. Los personajes femeninos de sus historias no saben de miedos, con lo cual desafían una ley del patriarcado, que se empecina en enseñar a las mujeres que lo que les cabe es el sentir un prudente temor, para que se conviertan en aquello que los demás esperan. Otro carácter sustantivo es que las protagonistas de sus novelas pertenecen a los márgenes, brotan desde abajo, se hacen un lugar en base a sacrificio y lucha. Son mujeres pobres habitando sociedades que no les
reconoce el derecho a elegir y que, no obstante, se empecinan en ser todo lo libres que pueden. En ese camino, afrontan la condena de un sistema que las explota, como intentó María Muratore, la protagonista de Río de las congojas, la más destacada de sus novelas.

LA NOVELA

En efecto, Libertad Demitrópulos ha escrito uno de los libros más logrados de la literatura argentina, “Río de las congojas”, donde aborda la denominada conquista y colonización. El río al que alude el título es el Paraná y la ubicación geográfica de gran parte de la historia es la localización urbana que derivaría luego en la primera fundación de Santa Fe.

Publicado en 1981, en pleno proceso dictatorial -una época de férrea censura-, la autora se aventura a desarrollar una polifonía que combina y argamasa la discriminación por género, color de piel y origen.

La protagonista central y categórica del relato es María Muratore, mestiza y amante incondicional de Juan de Garay. María es una mujer que no trepida en defender al hombre que ama pero, consecuencia del tiempo en que vivió, se sabe secundaria y mujer mantenida en la oscuridad. Ana Rodríguez, por otra parte, si bien no era más que otra amante de Garay, al ser blanca y española era la mujer que éste atisbaba a mostrar mientras María lo acompañaba y apuntalaba en las sombras.

El largo deambular del vasco Garay desde la opulenta (en esos años) Asunción hasta la desembocadura del río Paraná buscando el mar y fundar en 1580, la “Ciudad de la Trinidad”, en los terrenos que alguna vez habían sido los de la primera fundación de “Santa María de los Buenos Aires”, tiene su paso por Santa Fe y en ese peregrinar se ven las dificultades que la imposición de una cultura sobre otra genera, manifestada con claridad en la rebelión de los “Siete Jefes Criollos” contra Garay.

En el libro “Río de congojas”, la atención se fija subrayar la presencia concomitante y predominante de criollos, morenos y mujeres como participes necesarios e involuntarios en una cruzada que tenía mucho más de interés económico, dominación territorial y social, expedición exterminadora e imposición realista que de integración cultural y evangelización moralista.

Así María, unida en un matrimonio impuesto con su tutor, Blas Acuña, una mujer que de niña había sido huérfana, mestiza y profundamente sufrida, deja Asunción en pos de Garay y lo sigue hasta Santa Fe y luego hasta Buenos Aires. Su dureza y determinación hace que se disfrace de hombre para seguirlo al español y bajo esa identidad fallezca en combate.

Por ello ese personaje toma un protagonismo único e inédito. El protagonismo de aquella persona que desmiente lo inexpugnable de la dominación, el lugar asignado como
“subalterna” y el sometimiento patriarcal.

María es trasgresora, de forma tal que engaña a ese mismo poder, trasmutando sus ropas y demostrando que la fortaleza habita en su carácter por encima de las convenciones sociales y los mandatos impuestos. Terminó configurándose como una “mujer de armas”, “una aventurera”. Su desafío transfigural fue su grito de independencia e identidad. María fue Fernán Gómez, porque ella quiso serlo y para mostrar la entereza que anidaba en su ser.

“Río de las congojas” está escrito con un lenguaje atractivo, estéticamente elaborado y consecuente con la época que relata.

PERSPECTIVA

Demitrópulos incita a rever la historia desde la óptica de los dominados. Aquellos que fueron olvidados e ignorados, cuando no vilipendiados. Es un faro de reflexión y memoria. Esos marginados fueron imprescindibles en esa época y en la conformación de las ciudades en el Río de la Plata. Su entrecruzamiento con los blancos de Europa, puede hacer presumir que gran parte de los habitantes de nuestro sur profundo contiene sangre originaria o
negra. Debería ser un recordatorio para valorar esas génesis, respetar la personalidad del “otro” y naturalizar la convivencia pacífica, integral y armónica.

El libro es ubicado por Ricardo Piglia junto a “Zama” de Antonio Di Benedetto y “El entenado” de Juan José Saer, como las tres obras maestras que reconstruyen imaginariamente la conquista española del Río de la Plata y ha motivado que, oportunamente, lo haya recomendado para integrar, junto a los otros dos, la Serie del Recienvenido.

Demitrópulos, que en sus inicios se dedicó a la poesía, fue la esposa del poeta salteño Joaquín Giannuzzi y se sintió convocada por la impronta de Eva Perón.

Trabajo activamente, en la Fundación que llevaba el nombre de esta líder. Ese hecho y su admiración por Evita le significó -como a Aurora Venturini y al mismo Leopoldo Marechal- el ostracismo, la marginación y el olvido de parte del mundo literario. Así, durante muchos años no fue considerada. La fuerza y el magnetismo de “Río de las congojas” hacen que se la revalorice y se le conceda el lugar que corresponde como una de las escritoras más sutiles y notables de la literatura argentina.

Fuente: El Diario
Por Gustavo Labriola

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