Quisiera esta tarde divina de octubre

Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,

Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,

Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas

Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos

Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules

Contra los granitos y no parpadear;

Ver cómo las aves rapaces se comen

Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas

Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire;

El hombre más bello, no desear amar…

Perder la mirada, distraídamente,

Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,

Sentirme el olvido perenne del mar.

 

Este poema publicado en el volumen Languidez de 1920, ahora integra Instantáneas del mundo (Fondo de Cultura Económica), una antología de textos misceláneos –artículos periodísticos, poemas, entrevistas, cartas- que hace eje en los viajes y desplazamientos de Alfonsina Storni, con selección y prólogo de Alejandra Laera.

Fuente: Pagina 12

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