Es sabido que el gran escritor argentino era un admirador del pueblo judío y de su filosofía. Por eso no asombra encontrar entradas dedicadas al Golem, Baruj Spinoza, el alfabeto hebreo y a los sefaradíes, entre muchas otras de inspiración judía, en una nueva edición del «diccionario» Borges Babilónico.
La obra había sido publicada originalmente en portugués por la editorial Companhia das Letras, de San Pablo, y ahora se relanzó, en español, a través del Fondo de Cultura Económica.
En ambos casos, el compilador es Jorge Schwartz, nacido en la ciudad argentina de Posadas en 1944 y residente en Brasil desde 1960. Antes de doctorarse en Letras por la Universidad de San Pablo (donde es investigador y profesor emérito), Schwartz se graduó en Estudios Latinoamericanos y Literatura en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Conversando con IsraelEconomico en ocasión del lanzamiento de la edición en español de Borges Babilónico, Schwartz afirmó que la identificación del escritor argentino con Israel y lo judío traspasó las fronteras.
«Borges siempre luchó contra nacionalismos, y siempre tuvo un pensamiento cosmopolita -precisó-. Sin duda se trata de un escritor argentino que ve a Israel desde una mirada universal».
Jorge Schwartz (Foto: Facundo de Zuviría)
Borges, a la izquierda, y Ben-Gurion, a la derecha, en Buenos Aires en 1969 (Foto: Fundación Raoul Wallenberg)
Pero, ¿dónde nace puntualmente ese interés? Para el profesor residente en Brasil la clave es que, «como se dice, el pueblo hebreo es el pueblo del libro».
«Israel, 1969»
El autor de los cuentos que forman parte de obras consagradas en todo el mundo como Ficciones (1944) y El Aleph (1949) «no fue indiferente a eso, al contrario», puntaliza Schwartz.
Además, la Buenos Aires de las décadas del 20 en adelante, el escenario priviligiado del autor, recibió «una gran inmigración de judíos» y «muchos amigos de Borges lo eran».
Tampoco hay que olvidar, pide Schwarz, que «Borges fue también un militante anti-nazi».
Para confirmarlo están las declaraciones del escritor antes y durante la Segunda Guerra Mundial y un provocador artículo titulado «Yo, judío», en el que Borges respondía a los filo-nazis que lo «acusaban» de pertenecer al pueblo hebreo.
Borges, continuó Schwarz, «de alguna forma celebró la victoria de las fuerzas israelíes en la Guerra de los Seis Días», como se puede ver en el poema «Israel 1969». Y algunos críticos «publicaron estudios hoy considerado clásicos», apunta el profesor, como «Borges y la Cábala: la búsqueda del verbo», de Saúl Sosnowski.
Jorge Luis Borges (Foto: CC)
Schwarz contó además que fue precisamente en Israel adonde vio por primera vez a Borges. Se trató de la visita del escritor en 1971, cuando para recibir el Premio Jerusalén, el prestigioso galardón bianual que conceden los organizadores de la feria del libro de la capital de Israel.
Borges y los sefaradíes
En Borges Babilónico, quien estudió profundamente el mundo hebreo del escritor argentino fue Enrique Mandelbaum, con más de cuarenta entradas en esta especie de enciclopedia.
Vale la pena conseguir un ejemplar del libro y bucear entre ellas. Comenzando, por ejemplo, por la entrada dedicada a la relación entre el judaísmo sefaradí y el gran autor argentino.
«Borges no solo reservó un espacio importante en su biblioteca a la producción del judaísmo sefardí», señala la entrada, preparada por Mandelbaum, sino que también «llegó a participar, entre 1930 y 1960, en actividades promovidas en instituciones judías sefardíes en Buenos Aires».
La palabra «Israel» aparece 104 veces en este libro, en sus distintas variantes, bíblica, moderna, aplicada al pueblo y al estado, por ejemplo. Una extensa entrada dedicada a Gershon Scholem señala que Borges mantuvo «contacto cercano» con el erudito judío en sus dos viajes a Israel, en 1969 y 1971.
Gershom Scholem (Foto: CC)
«Dos veces Borges cita el nombre de este autor, en las dos como homenaje», recuerda el libro. «La primera -precisa-, en el poema ‘El Golem’ en el que hace rimar Scholem con gólem», y la segunda «en su conferencia sobre la cábala, dictada en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, en 1977″.
Un escritor decididamente opuesto al antisemitismo
Borges Babilónico repasa también la letra hebrea alef, que en su estilo anglo de Aleph da título a uno de los cuentos más famosos del escritor nacido en el barrio de Palermo, en la capital argentina.
En el texto «Una vindicación de la Cábala», recuerdan los autores de esta obra, Borges «procedió a comprender y justificar la práctica hermenéutica de los cabalistas». Y con el cuento «El Aleph», en el libro homónimo, «forjó su propio símbolo al yuxtaponerlo a las teorías matemáticas de Georg Cantor sobre el infinito», destacan.
«Además de su admiración por la cultura judía», se lee en la entrada sobre los ashkenazíes, «el interés de Borges por el judaísmo se mostró de diversas maneras, como en la presencia de personajes judíos en su obra».
Por cierto, concluye el artículo de esta «enciclopedia» borgiana, preparado por Alexandre Fiori, «el autor argentino siempre se opuso a las ideologías antisemitas y al nazismo».
Fuente: Israel Económico