El sentido común en tiempos de derrumbe

septiembre, 2022
Lectura. En breve, el impacto ambiental no tendrá retorno y por eso, para la filósofa Isabelle Stengers, urge volver a Alfred Whitehead para evitar el caos.

La filosofía es cuestionamiento continuo, o no es nada. La chispa de lo problematizador es la que Isabelle Stengers encuentra en la obra de Alfred North Whitehead (1861-1947), tal como la despliega en Reactivar el sentido común. Whitehead en tiempos de debacle, publicado ahora por Fondo de Cultura Económica.

Stengers (1949) es doctora en filosofía, de cuya pluma surgieron numerosas obras sobre historia y filosofía de las ciencias, como La nueva alianza y Entre el tiempo y la eternidad. Graduada en la Universidad Libre de Bruselas, además de su propia obra colaboró con Ilya Prigogine y Bruno Latour. La autora belga encuentra en Whitehead la recuperación del sentido común entendido como retorno a la experiencia que se emancipa de falsas abstracciones, y que se revierte sobre el asombro ante el sentido de las cosas y la pregunta por su significado.

Whitehead, matemático al tiempo que filósofo, modeló con la arcilla de su pensar lo que se identifica como “filosofía del proceso”, que hoy escande su influencia en un arco de disciplinas que se extiende desde la ecología a la física, la biología o la psicología. Autor, primero, junto con Bertrand Russell de Principia Mathematica, en tres volúmenes, una obra esencial de la lógica matemática del siglo XX; luego, su energía intelectual se decantó hacia la filosofía, y la metafísica.

En su ruta de reflexión sobre el pensador inglés, Stengers rescata su concepto de filosofar que reclama “a la filosofía no eliminar nada de lo que experimentamos, es decir, jamás ratificar la legitimidad de una omisión”. No se debe omitir nada, y la filosofía animada por el sentido común no olvida que la experiencia no puede reducirse a puras representaciones mentales, o al campo necesario, pero estrecho, de los saberes particulares.

Aquí la conciencia tiene su protagonismo; debe ser pensada no como un atributo estable, una cualidad permanente, sin cambios, de la mente, sino como aquello que “parpadea” y pone su atención en lo que pasa desapercibido. Y lo desatendido puede ser imaginado. Por eso, la filosofía debe “refrenar los ardores de los especialistas y ampliar el campo de la imaginación”.

El especialista solo atiende a “su propio surco”. Desde ese modo de andar, “el resto de la vida es tratado de manera superficial”. Pensar solo en un árbol y olvidar el resto del bosque es lo propio de “los modos de la abstracción”. En este proceso, la profesionalización como un aspecto de la modernidad genera las profesiones que se recluyen en un nicho de saber específico, e ignoran “que hay un mundo más allá”.

La filosofía para Witehead es lo que liga el sentido común, abierto a la experiencia, con la imaginación. Y así supera la vida de las abstracciones, la vida para los especialistas, o lo atrapado en las ilusiones. Y Whihead sitúa al humano en su convivencia con el animal, lo vegetal, y con el propio universo, que es el proceso en que la realidad siempre se está haciendo y resonado en el ritmo del cambio.

Y la subjetividad remite también a las decisiones, a las formas de sentir para las que la realidad no puede ser reducida a la causalidad, a lo solo explicable desde la causa y su efecto del llamado conocimiento objetivo.

La evasión de lo abstracto es constante obsesión en Whitehead. Por eso Stengers apela a su relectura como posible modo de tránsito en una civilización en decadencia, prisionera de especializaciones fragmentarias y abstracciones. Y de la era del Antropoceno, la edad en la que el humano, observa la autora, “impactó al mundo de un modo tal que la misma historia planetaria se vio afectada”.

Para el 2050 es posible que se llegue a un punto sin retorno en el impacto ambiental. En esta situación existencial, la preocupación de Whitehead para recuperar el sentido común motiva hoy el interés por superar la abstracción, como lo referido al cambio climático comprimido a información abstracta, sin referencia a la situación planetaria real. Situación que demanda un sentido común recuperado, que preste atención y una palabra que problematice las consecuencias del desquicio planetario.

Fuente: Revista Ñ
Por Esteban Ierardo

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