A mediados de 2016, por primera vez en un juicio de lesa humanidad, el Ministerio Público Fiscal solicitó una tesis doctoral antropológica como prueba sobre la experiencia de los soldados conscriptos enviados a la provincia de Tucumán en el marco del llamado Operativo Independencia, entre 1975 y 1977. Doctorado en la especialidad, autor de la tesis más pormenorizada sobre el tema, Santiago Garaño (Buenos Aires, 1981) transportó al universo jurídico una investigación caracterizada por una perspectiva apenas conocida en los ámbitos tribunalicios. La especificidad mereció que el autor fuera reconocido como “testigo de contexto” – suma de perito e informante— cuyo aporte es adoptado en calidad de prueba y, en esta como en otras oportunidades, a fin de sostener severas condenas.
Tamaña pesquisa realizada entre 2009 y 2011 adquiere ahora carácter de divulgación al adaptar sus 440 páginas al formato de libro bajo el título Deseo de combate y muerte, el Terrorismo de Estado como cosa de hombres. Con tan prudentes como escasas licencias, el autor se rige a pie juntillas con el método antropológico, basado en dos grandes bloques: a muy grosso modo, la etnografía se encarga de recabar la información histórica, testimonios y documentos sobre el objeto de estudio, mientras que la etnología –en forma sucesiva o simultánea— analiza con rigor y sistema aquellos elementos, relanzando los interrogantes de ser necesario, que siempre lo es. En tan compleja tesitura, las conversaciones y referencias con quienes fueron testigos presenciales durante el transcurso del servicio militar (entonces) obligatorio, resultó fuente primaria, combinada con los antecedentes históricos y el material documental. Hasta aquí, la secuencia habitual de la investigación antropológica.
Con modestia y mesura, Garaño pronto se topó con el fuerte contraste en lo que se hallaba establecido como relato oficial de aquella campaña militar en que el Ejército, la Gendarmería y la Policía, reprimieron el foco de guerrilla rural establecido durante 1975 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) en el monte tucumano. Se trataba de un discurso épico, escolar, bastante torpe, más abocado a resaltar supuestos actos de arrojo de sesgo heroico individual, que a la verdad histórica. Ejemplo de ello era el desfasaje respecto al número de combatientes insurrecto, que oscilaba entre sesenta y cinco y tres mil. Por otro lado, el investigador obtuvo un ejemplar del texto redactado por el primer comandante del Operativo, general Acdel Vilas, del que al parecer están disponibles apenas tres ejemplares. Allí, el oficial del Ejército alude al hecho de que el núcleo activo de la guerrilla se hallaba mayormente operativo en las zonas urbanas —en especial la ciudad capital provincial— más que en el agreste monte. Razón por la cual los comandos castrenses en todo momento, aún durante las sucesivas jefaturas, desarrollaban el terrorismo de Estado de mayor virulencia en tales zonas. Al fin y al cabo, preámbulo y entrenamiento para un plan sistemático de represión, secuestro, tortura y exterminio que sería extrapolado al todo el territorio nacional, y aún más allá de sus fronteras.
Con estos simples datos, el antropólogo imprimió un sentido de mayor amplitud y profundidad a la tradicional caracterización del área de combate – la región selvática— como “teatro de operaciones”. Garaño adopta literalmente la nomenclatura, apartándola del aspecto bélico para aproximarla al artificio escénico propio del espectáculo público. No solo lo teoriza sino que lo demuestra en una sucesión de acontecimientos capaces de poner en cuestión historias parciales de combates, personajes y acciones, donde la guerrilla resulta cruel y sanguinaria mientras las fuerzas legales aparecen heroicas e impolutas, impregnadas de valores varoniles personificados en el monopolio del extremo uso de la violencia, así justificada.
No obstante el investigador logra rescatar abundantes situaciones que ilustran todo lo contrario. Reproduce, por ejemplo, el poco conocido testimonio periodístico del teniente coronel Jorge Mittelbach, al frente del operativo en que resultó capturada una guerrillera llamada Paula, herida y desarmada: “Mis soldados se desbocaron y la partieron por la mitad a balazos”. Una prisionera indefensa asesinada, un oficial incapaz de controlar a su tropa, el regocijo del acto sanguinario no parecen epítomes de moral cristiana, viril heroísmo y caballerosidad bélica. Actos que motivan al autor a concluir cómo, para las pretensiones ideológicas de las FFAA, tal “ritualización del ejercicio del terror cimentaba lazos grupales, acrecentaba el deseo de combate y cohesionaba la tropa en el ejercicio de la violencia contra un oponente, tan odiado como temido. (…) Esa imagen del enemigo no parecía guardar relación con la experiencia real de los soldados, sino que representaba algo más: era el ‘subversivo’ (en masculino) sobre el (la) cual previamente se habían proyectado sentimientos de venganza”.
Como puede observarse, para Garaño, coincidir con un testimonio donde se asegura: “Las fuerzas del Ejército estaban compuestas en su gran mayoría por dementes” no es en absoluto una tarea liviana. Antes de tamaña conclusión, con sistemática científica, revisa los antecedentes, contrasta declaraciones, chequea acontecimientos, sitúa marcos referenciales, practica la crítica de fuentes, entonces sí, despliega el abanico analítico. Como era de esperar, al echar por tierra el paradigma “teatro de operaciones” se exasperó el ánimo de los milicos defensores del carácter de epopeya. Como en el caso relatado de la guerrillera Paula, decenas, si no cientos de situaciones diversas son desplegadas en una disección puntillosa, donde incluso llega a poner en cuestión versiones cuasi mitológicas de enfrentamientos y actos de arrojo. Tragedia generalizada, crueldad sin discriminación, en breves secuencias alcanza ribetes cómicos, como la leyenda de que la guerrilla contaba con un helicóptero desarmable (de color negro) en tres bolsas, para ser trasladado de un lado para el otro.
En tales situaciones, el investigador trabaja con lenguaje ameno, accesible, el mismo fervor metodológico y profundidad teórica, permitiéndose formular hipótesis secundarias, desprendidas de los aspectos nodales, sin perder matices ni percudir la veracidad de las fuentes. Para haber atravesado las mutaciones de paper a investigación, luego tesis doctoral, después documento jurídico, hasta convertirse en libro de divulgación antropológica/ histórica/ científica/ su ruta…, Deseo de combate y muerte cumple con lo que anuncia, y más. En sus páginas es factible rastrear las raíces de la falacia dentro de un discurso tan hegemónico en su momento como criminal en los actos que pretendía soslayar; también el germen que asocia machismo y violencia extrema, tanto como la arbitrariedad de las jerarquías asociada a la falacia de la camaradería. En un despliegue histórico pormenorizado, Santiago Garaño efectiviza los parámetros indispensables parar pensar una historia, no por sanguinaria capaz de ser reescrita.
Fuente: El cohete a la luna
Por Jorge Pinedo