Entrevista a Raquel Robles

mayo, 2024
Se acaba de reeditar Pequeños combatientes, una novela ambientada en los años de la última dictadura contada desde la mirada de una niña.

Sus padres -Flora Pasatir y Gastón Robles-, fueron secuestrados de su casa de City Bell el 5 de abril de 1976, e integran la lista de desaparecidos. Raquel Robles tenía cinco años en ese entonces. Y es una niña, precisamente quien cuenta la historia de Pequeños combatientes, una novela con elementos autobiográficos y ramalazos de testimonios de otras vidas, entretejidos con enorme destreza narrativa en una trama tensa, acuciante, lúcida, con algunos fogonazos de humor.

—¿Por qué decidiste que fuera una niña la narradora?

—La verdad es que mi primera decisión no había sido esa, sino hacer un texto en tercera persona. Tampoco un texto que siguiera la historia de uno o dos personajes todo el libro, sino que iban a ser como postales de distintas historias que yo quería contar a partir de algunas que conocía. Después se me fue planteando el problema del tono; meterme con historia de otras personas, casi que la primera idea era escribir un libro de no ficción, me empezó a resultar un poco incómodo. Entonces decidí hacerlo en primera persona, también con ese material que tenía de otras historias y con mi propia biografía como estructura. Eso me dio la posibilidad de un tono más desenfadado: poder incorporar ciertas notas de humor y contar cómo la tragedia en las infancias no es algo que se vive trágicamente cada día, sino que es algo que está, que es una nube permanente que enmarca la vida, pero que la vida sigue.

—¿Pensás que la mirada femenina le aporta algo distinto a la historia?

—No lo sé muy bien. Es la perspectiva de una niña y de una hermana mayor. Supongo que esa misma historia vista desde el punto de vista del hermano menor podría haber sido una historia completamente distinta.

—¿Cuando te diste cuenta que habías encontrado el tono del libro?

—El tono se fue encontrando en el mismo libro. Es como si entrara en calor, en el primer capítulo todavía no está del todo encontrado y después sí. Todo el tono está en verse la niña conectada con la emoción y tratar de salir de ahí lo mejor parada posible. Las emociones la sorprenden, como la sorprende el recuerdo. Cuando se ve conectada con esa emoción, el miedo de caerse, y volver a encontrar el modo de ponerse de pie, siento que el tono está más encontrado.

—¿Escribir este libro te ayudó a comprender más en profundidad lo que significaron esos años?

—Cuando escribís un libro siempre terminas en un lugar distinto. Sino- lo digo con todo respeto- es periodismo: en el sentido de administrar una información. La literatura es todo menos eso. La literatura está en el cómo, no tanto en el qué contar. Entonces si vos te metes con el cómo, te metes con la forma, con la palabra justa, no podés salir igual que como entraste. Es un libro que se lee bastante en la Universidad, se hacen trabajos prácticos, etc. Siempre escucho cosas que no se me habían ocurrido. También las devoluciones y lecturas me hizo pensar bastante en lo poco escuchadas que están las voces de los niños y niñas.

En todo el mundo es así

En todas las tragedias sociales hay niñas y niños, y vos vas a ver testimonios, por ejemplo, recogidos por la Conadep o la ONU, y son testimonios de adultos siempre. No hay nadie que recoja los testimonios de los niños y niñas que están ahí y que por ser invisibles para los adultos tienen un montón de información que ellos no tienen, y nadie los escucha. Lo que se sabe que pasó con ellos es porque de adultos dieron testimonios. Tal vez algo se mueve: he visto en redes sociales niños y niñas en Palestina contar su experiencia, lo que están viviendo. No es solamente más conmovedor, sino que es una perspectiva única, porque en las infancias las cosas están sucediendo por primera vez.

—Tu libro no es solamente una historia contada por una niña, sino que también llegó a un público de niños.

—Sí, eso fue muy hermoso y es lo que me hizo grabar el audio libro. Lo grabé con una actriz, Florencia Saki, y lo dirigí para un público que todavía no es un público lector. Lo hice a partir de la lectura de los chicos en las escuelas. Está en YouTube y Spotify, y es gratuito.

—También estás haciendo un trabajo para las escuelas.

—Estoy haciendo, con dificultad, un cuadernillo para maestros y maestras y trabajarlo en la escuela. Cosas para jugar, pensar y que están dadas por sabidas en el libro: la Unión Soviética, Montoneros o Perón, que en ninguna parte está explicado. Hice un apéndice con videos y cosas que fui encontrando, ya voy por la mitad y espero en algún momento terminarlo también para poder dejarlo en el repositorio de la Universidad Nacional de La Plata.

Fuente: Diario HOY

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