Eva, el Che, Maradona, Messi: ¿cómo se construye un ícono argentino?

octubre, 2024
La historiadora del arte Laura Malosetti Costa analiza en su nuevo libro a esas figuras eternas.
Tienen el poder “de impactar nuestra sensibilidad e instalarse en la memoria afectiva”, dice.

Eva Perón, Ernesto Che Guevara, Diego Maradona y Lionel Messi tienen algo particularmente trascendente en común: son íconos argentinos, personajes históricos que condensan ideales, tendencias y sentimientos colectivos a través de imágenes que se volvieron representativas. Así los observa la historiadora del arte Laura Malosetti Costa en su nuevo libro, una notable indagación de la capacidad que tienen esas figuras “de impactar nuestra sensibilidad e instalarse en la memoria afectiva”.

“Este es un asunto al que me vengo dedicando desde hace muchos años”, advierte Malosetti Costa (Montevideo, 1956), investigadora principal del Conicet y decana de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Universidad Nacional de San Martín entre otras actividades de una relevante trayectoria académica. Su libro Retratos públicos. Pintura y fotografía en la construcción de imágenes heroicas en América Latina durante el siglo XIX (2022) resultó ejemplar al respecto.

“Hay un Artigas, un San Martín, a pesar de que existieron muchas otras representaciones”, dice Malosetti Costa. En Iconos argentinos, el libro que acaba de publicar el Fondo de Cultura Económica, plantea que del mismo modo Evita es el retrato al óleo de Numa Ayrinhac; el Che Guevara, la fotografía de Alberto Korda, “el rostro del ideal de un mundo mejor”; Maradona, las imágenes que lo muestran haciendo jueguito y empujando la pelota con el muslo; y Messi, su figura sonriente con los ojos hacia el cielo. “levantando los brazos para señalar (y homenajear) a su abuela Celia”.

–¿Qué hace que una imagen se imponga como representación de un personaje histórico?

–Es un fenómeno difícil de definir. Pero hay una palabra, pregnancia, que refiere a la capacidad de la imagen de quedar prendida en la memoria, una eficacia imposible de separar de la significación del personaje representado. La imagen que se impone es la que con mayor eficacia transmite de una generación en otra esa idea difusa acerca del personaje representado. En el caso del Che es clarísimo: más allá de la circunstancia específica de su vida y de la realización de sus ideas, el retrato del héroe que mira más allá se volvió un icono mundial de los ideales juveniles por un mundo mejor.

–¿Cómo interviene en ese proceso lo que se construye socialmente y a través del tiempo alrededor de la imagen?

–Es impredecible. Muchas veces se criticó como una banalización ciertos usos salvajes de la imagen del Che, pero esas banalizaciones son las que precisamente enriquecen la figura. La imagen es ambigua, mucho menos precisa que la palabra y tiene valores difíciles de aprehender en su totalidad. Esto es lo que estudió Amy Warburg: la imagen recibe significados a veces contradictorios a lo largo del tiempo y los enriquece, y al mismo tiempo es irreductible a la palabra, se le escapa.

–¿En qué caso actual se podría observar?

–En el de los héroes del fútbol. Un historiador de arte que estudió las ánforas de Viena o las representaciones antiguas de los dioses, de los atletas, puede ver también que entre los millones de fotos que se hicieron de esos futbolistas la que más pregnancia tiene es la que evoca aquel ideal del cuerpo joven heroico lanzado a la carrera. Maradona con la pelota en la cabeza, mira igual que el Che, igual que San Martín: la mirada está un poquito más arriba del espectador, pero ese poquito más arriba tiene una implicancia idealista, heroica, de mirar un futuro más bello.

Laura Malosetti Costa. Foto: Lucia Merle / Archivo Clarín. Imagen: 1/2

Laura Malosetti Costa. Foto: Lucia Merle / Archivo Clarín.

–Hubo muchos intentos por borrar la memoria del Che y de Evita a través de la destrucción o el combate a sus imágenes. ¿Se le reconoce a la imagen el poder de representar algo muy fuerte?

–Sí. La imagen de Evita se vincula con algo que estudió Warburg y que después retomó José Emilio Burucúa en un texto muy importante para una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes: la idea de la ninfa, la mujer joven y hermosa que representa la potencia de la vida, la capacidad de la vida de abrirse camino. La figura de Evita, de algún modo, representa esa capacidad de regenerarse, de haber podido realizar aunque sea por breve tiempo ideales muy elevados.

–En el libro destacás que la figura del héroe sigue reservada a los varones y que a los varones nos incomoda ver a una mujer en posiciones de liderazgo. ¿Evita es una excepción?

–Evita no es una heroína. En mi libro anterior lo trabajé a propósito de Juana Azurduy. Juana Azurduy era una heroína, montaba a caballo como un soldado y se conoce su nombre porque Manuel Belgrano le mandó una medalla que ella nunca recibió. Le dieron un reconocimiento como militar y en esas batallas durante la independencia, como lo estudió Gabriel Di Meglio, el actual director del Museo Histórico Nacional, la mejor manera de distinguirse era robar la bandera del enemigo. Juana Azurduy sabía las artes de la guerra y cómo distinguirse en combate; así y todo no fue nunca reconocida como heroína hasta que Juana Manuela Gorriti dice en una carta que “los héroes tienen derecho a ser recordados y Juana se evaporó en el aire”. En el único retrato que tiene el Museo Histórico Nacional parece un hombre.

–Por otra parte afirmás que los modos de vestir de Evita en las imágenes son importantes. ¿Por qué?

–Fue algo que contribuyó a su conversión en icono mundial: la imagen de una mujer de clase baja que llega a un lugar de poder y lucha no solo por el derecho a comer de la mujer pobre sino también a la belleza, al goce, a todo aquello que estaba reservado a las mujeres de clase alta. Esos ideales los encarna en su modo de vestir, cosa que la clase alta no le perdonaba: Evita era vista como una usurpadora. ¿Pero de quién es la elegancia, el buen vestir? Ese un temazo para pensar y hay varios libros sobre historia de la moda que hablan de la moda como algo exclusivo, excluyendo a la mayoría te distinguís.

–¿El retrato fotográfico de la llamada Evita montonera, más juvenil, quedó en los años 70 o persiste?

–En algunos ámbitos persiste. Esa imagen es la más parecida a la del Che Guevara, con la mirada en lo alto y el pelo como símbolo de libertad. Uno puede construir muchos discursos alrededor de esas imágenes, pero nunca las atrapamos del todo con nuestras palabras. El héroe a caballo viene de Julio César y la antigua Roma y transcurre a lo largo de los siglos, el héroe que señala hacia dónde ir y el caballo en movimiento como símbolo de la potencia masculina guiando multitudes.

–¿Qué representa el icono de Maradona de perfil empujando la pelota con el muslo?

–Es la juventud realizando una proeza, la imagen de la potencia del héroe joven. Los atletas fueron los primeros héroes y se representaban con las piernas en alto, y lanzados a una carrera triunfal. En Maradona fue una toma entre miles que de repente se volvió la imagen que lo representa.

–Entre Maradona y Messi hay rasgos en común y diferencias, según tu análisis.

–Sin duda. Es pronto, porque Messi es el único que está activo de los cuatro personajes sobre los trabajos pero me llamó siempre la atención esa actitud que tiene de hablar con la abuela, con Maradona, con los muertos; es también la actitud del orante medieval, la primera imagen religiosa del mundo cristiano. Es algo que Messi hace naturalmente, y hay otra diferencia con Maradona: un modelo de masculinidad distinto, lo que han teorizado los historiadores del fútbol sobre el pibe que viene de clase baja como héroe por antonomasia no se ve en Messi, que es un pibe culto, de clase media, sufrido por su salud, que tiene una actitud de control de la agresividad y no necesita ser un macho transgresor. Messi es un tipo que controla sus emociones, es un modelo distinto.

–Pero al mismo tiempo fue muy festejada la reacción de Messi contra un jugador de los Países Bajos, en el último Mundial de Fútbol, el “andá p’allá”.

–A la gente le encantó oírlo decir “bobo”. Se desea el paradigma tradicional. Pero hay indicios de un cambio en la relación entre hombres y mujeres, ¿no? Se lo debemos en buena medida a las luchas feministas pero no le resto importancia a modelos masculinos ejemplares, como Messi y no solo él, que ejercen un influjo sobre otros varones.

 

Laura Malosetti Costa básico

  • Nació en Montevideo, en 1956. Es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires y académica de número de la Academia Nacional de Bellas Artes. Asimismo, es investigadora principal del Conicet y profesora en la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Desde 2021, además, se desempeña como decana de la Escuela de Arte y Patrimonio de la Unsam.
  • Ha sido investigadora visitante en la University of Leeds en el Reino Unido, en la École des Hautes Études en Sciences Sociales y el Institut Nationale d’Histoire de l’Art de París, en la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras instituciones.
  • Ha publicado numerosos ensayos en revistas especializadas y volúmenes colectivos. También editó, en colaboración, los libros: Arte de posguerra. Jorge Romero Brest y la revista Ver y Estimar (2005) y Atrapados por la imagen. Arte y política en la cultura impresa argentina (2013). Y es autora de Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX (2001, 2021), su compilación Cuadros de viaje. Artistas argentinos en Europa y Estados Unidos (1880-1910) (2008) y Retratos públicos. Pintura y fotografía en la construcción de imágenes heroicas en América Latina desde el siglo XIX (2022).

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