Fuente: Agencia Paco Urondo
Autor: Camilo Carbonelli
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación por la Université Paris 8, especialista en cultura juvenil y en las relaciones de los niños y adolescentes con internet. Autora de libros como El Capital cultural de los jóvenes (2004) y Los adolescentes y las redes sociales. La construcción de la identidad juvenil en internet (2012), Los adolescentes del siglo XXI, los consumos culturales en un mundo de pantallas (2013), entre otros. Acaba de publicar Adolescente, participación y ciudadanía digital editado por Fondo de Cultura Económica, que refleja los resultados de una investigación realizada entre dos mil adolescentes argentinos, representativa a nivel nacional de género y edad.
APU: Cuando se refiere a que no hay una relación lineal entre las tecnologías y los comportamientos. ¿Quiere decir que no cambiaron los hábitos de sociabilidad?
Roxana Morduchowicz : Durante muchos años se pensó que por consumir determinados programas de televisión o policiales los adolescente actuaban de una determinada manera ,es decir, los contenidos que se ven en los medios de comunicación son determinantes para que los adolescentes actúen sobre una determinada manera. Durante varias décadas eso se desestimó, porque no hay una relación entre los contenidos que ven los chicos y cómo actúan. Por ejemplo, los chicos ven Superman en la televisión o en el cine y eso no quiere decir que vayan al balcón y se tiren; o que por ver contenidos violentos o que jueguen a juegos de acción los chicos van a ser más violentos. Hay otras variables en el contexto que influye mucho más.
Antes se decía que si un chico ve un video violento en internet ,va ser más violento, va a incidir en sus comportamientos. La respuesta es no, porque existe otras variables. Por ejemplo, si en su casa hay un arma eso es mucho más fuerte que los contenidos en las pantallas o si vive en un barrio violento va a ser una variable mucho mayor porque si la inseguridad es mucho más fuerte, el chico convive con la violencia en la vida cotidiana.
APU: En una parte del libro plantea que se generó una nueva cultura participativa. Es decir, los adolescentes tienen nuevas oportunidades para estar activamente en la vida pública. ¿Cuáles son esas oportunidades?
RM: Lo que dicen los especialistas es que la llegada de internet 2.0 les dio una enorme oportunidad a los adolescentes de visibilizarse mucho mayor que antes de internet. Lo que sucedía era que los chicos no tenían prácticamente voz, no podían expresarse en los medios de comunicación aun cuando se hablaba de temáticas que le preocupan a ellos como el abuso, el embarazo adolescente y la deserción escolar; siempre eran adultos quienes hablaban. La aparición de internet y las posibilidades de generar contenido en blog, en páginas web y en las redes sociales, les permite a los chicos hablar de los temas que más le preocupan, ya son ellos los que hablan de los temas que los afectan y preocupan, no son ya los adultos.
APU: ¿Qué les preocupa a los adolescentes hoy en día?
RM: Normalmente los adultos creen que a los adolescentes solo les interesan la música, la tecnología y el deporte, y lo que viene a demostrar esta investigación es que los temas sociales son muy importantes para los adolescentes, como la pobreza, desocupación, inseguridad o salud. Les preocupa los temas sociales y les interesa participar tanto en la vida cotidiana como en la “vida online”. Vemos que la mitad de los chicos de 17 años votó en las elecciones nacionales aunque no existía ninguna penalidad, lo que muestra un interés cívico.
APU: Con respecto a la participación en internet, hay sectores que plantean que internet y las redes sociales son democráticas. Sin embargo, para otros las redes sociales son el fin de la democracia. ¿Qué piensa al respecto?
RM: Internet y las tecnologías en sí mismas no son ni buenas ni malas, no son ni la democracia absoluta ni las responsables de las desigualdades. Como a los medios de comunicación, a internet se la utiliza de una mejor o peor manera, es decir, de una manera más o menor responsable. Lo que necesitamos son usuarios que sepan cómo manejarse en internet y como funciona internet. En definitiva, lo que necesitamos son ciudadanos digitales, entendiendo que ciudadano digital es aquel que sabe utilizar internet y las tecnologías de manera crítica, reflexiva, ética, creativa y participativa.
Por eso, necesitamos políticas públicas para que los Estados entiendan que la ciudadanía digital es muy urgente porque se sabe en el mundo que no se puede ejercer una ciudadanía plena si no hay también una ciudadanía digital que le permita a las personas (en este caso a los adolescentes) entender cómo funciona el entorno digital, como funciona internet, cuales son los principios que rigen el mundo online y entender por ejemplo lo que significa la privacidad, qué pasa con los algoritmos, etc.
APU: ¿Los docentes están preparados para enseñar desde la primaria sobre el uso en las redes sociales?
RM: No hay una formación, esto no es responsabilidad de los docentes, sí de los Estados y ministerios de Educación nacionales que todavía no incorporaron estos temas en general al plan de estudio en las carreras docentes. Los estados en todo el mundo estuvieron más concentrados en el esfuerzo de proveer equipamientos a alumnos y docentes con notebook, tablet, etc, y está muy bien porque el acceso es fundamental para la inclusión digital. Pero tiene que ser el punto de partida: una vez que se facilita el acceso hay que trabajar sobre los usos, las prácticas, las competencias, las habilidades digitales que todos los docentes tiene que tener para hacer un uso de internet con todo su potencial .
APU: En la pandemia se evidenció que hay una gran brecha digital. ¿Hay otras brechas?
RM: La primera brecha que se dio en América Latina, que es un continente de grandes desigualdades, tiene que ver con el acceso, entre aquellos que tenían conectividad en su casa y dispositivos para utilizar de aquellos que no tenían conectividad ni tampoco contaban con dispositivos adecuados. La segunda brecha es la de las prácticas que también se notó porque en la pandemia y en la cuarentena, cuando el uso de las tecnologías se intensificó, aumentaron también los riesgos, por ejemplo, de clickear sobre cualquier información y viralizarla antes de diferenciar si era confiable o no, además de participar en acciones de bullying.
APU: Hay un informe de la UNESCO que reconoce que los jóvenes de 14 a 18 años están conectados 24 horas a un teléfono. ¿Hay una relación ahí con el bajo rendimiento escolar y con la cuestión de los suicidios adolescente que es una de las primeras causa de muerte en la Argentina?
RM: El informe dice que el 40%, 4 de cada 10 adolescentes, no se desconectan nunca y no apagan en ningún momento el celular. Esto se debe a que los cuartos, las habitaciones de los adolescentes hoy son universos tecnológicos y al tener las pantallas dentro del cuarto no la apagan y tienen más horas de uso en esas pantallas y más horas en soledad. Esto está pasando en todo el mundo. No hay una relación lineal de causa y efecto entre los usos y los comportamientos, esto no determina ni que el rendimiento escolar sea menor o que haya una mayor adicción. Los chicos no se convierten en adictos porque tengan el celular o la computadora en su pieza. Para que hablemos de adicción tiene que haber cambios en la alimentación, que el chico no quiera comer, cambios en el rendimiento escolar, cambios en los estados de ánimo de manera brutal, falta de socialización, etc. Entonces, que el hecho de que las pantalla y las tecnologías estén en la habitación de los chicos lo que determina más horas de uso, más en soledad, porque los padres no entran normalmente a la habitación.