Si la literatura es un juego, ¿por qué no puede serlo también la lectura?
Con esa premisa en mente Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) escribió Método fácil y rápido para ser lector, un libro que, conviene advertirlo desde un comienzo, es cualquier cosa menos un manual para formar buenos lectores.
¿Qué es entonces? Por lo pronto, un divertimento del autor. Sus 142 brevísimos capítulos contienen, en efecto, distintas indicaciones, sugerencias, consejos, máximas o preceptivas para quienes tienen el hábito de frecuentar los libros. Una guía a la que no corresponde tomar muy en serio.
El contenido es variable pero responde a un mismo denominador común: llevar hasta los límites del absurdo a la venerable, pacífica y solitaria actividad de seguir con la mirada las letras impresas que se alinean sobre una página.
Berti invita a cambiar costumbres, propone retos (“Lea la obra completa de un narrador muerto, pero al revés. Empiece por su último libro y termine por el primero. Si hay un volumen de cuentos, léalo empezando por el último relato”), empuja al ridículo y llama a espiar el revés de la trama libresca. De paso, comparte enseñanzas de escritor y lector consumado.
Varias de sus propuestas podrían ayudar al debutante con aspiraciones literarias que se debate sobre cómo organizar una narración y la extensión de los párrafos o de qué manera desplegar mejor un diálogo que parezca creíble. También se encontrarán pistas, siempre indirectas, sobre la importancia de los adjetivos, los verbos, los nombres de los personajes, el llamado “dato escondido”, las elipsis, los comienzos y finales de un cuento o de una novela, incluso las clásicas, como La cartuja de Parma o Madame Bovary.
Detrás del esparcimiento de Berti asoma una intención algo más profunda. En la “Breve nota para un método” que abre el volumen, desliza algunas preguntas que exceden la humorada entre iniciados. “Aprender a leer de otras maneras, ¿es una forma de aprender a habitar el mundo de otras maneras?, ¿es una forma de ensanchar nuestra percepción de lo que nos rodea?, ¿es acaso una forma de preguntarse qué es exactamente una ‘mala’ o una ‘buena’ lectura, una lectura ‘fiel’ o más bien ‘infiel’?”
Berti confiesa que este podría ser el único de sus libros (y recuérdese que ha publicado varios y en diferentes idiomas) del que cree conocer su moraleja. Sería la siguiente: “que si vivimos como leemos y leemos como vivimos, tal vez no vendría mal aprender a leer de otros modos; al menos, para sacudir ciertas rutinas”.
Fuente: La Prensa
Por Jorge Martínez