Dentro de la sección de «Historia» que una editorial pueda ofrecer, la conjunción de una rigurosa y polifónica investigación académica, un fuerte respaldo testimonial y documental, una escritura clara y divulgativa, una temática de interés público y una cuidada y accesible edición constituye una oportunidad valiosa para la lectura, la reflexión y la socialización. Hoy en día, esa oportunidad está materializada en este trabajo dirigido por la Dra. Marina Franco, historiadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y por la Dra. Claudia Feld, investigadora del Conicet y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quienes encabezaron el equipo interdisciplinario compuesto por la Dra. Valentina Salvi, socióloga y profesora de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) e investigadora del Conicet; por la Dra. Luciana Messina, antropóloga y docente de la UBA; por el Dr. Hernán Confino, historiador, becario del Conicet y docente de la UNSAM y por el Dr. Rodrigo González Tizón, historiador y docente de la UNSAM.
El libro contiene siete capítulos precedidos por una especie de introducción donde se fundamenta por qué la ESMA, la noción de «subversión» y la explicación de esta compleja investigación devenida en «un libro colectivo, escrito a muchas manos y con diversas voces, pero pensado como un relato con un único hilo argumental […] es un libro pensado para quienes quieren entender la represión de los años setenta en Argentina» (páginas 18-19).
La lectura nos presenta el comienzo de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) como centro clandestino focalizando en el tristemente célebre Casino de Oficiales; se explicitan los distintos lugares internos donde se alojaban a los detenidos y los términos de la jerga militar: «Capucha» y «Capuchita», los «Grupos de Tareas» (GT), «el asadito», los «Pedros», los «Gustavos» y los «Verdes», los «traslados» y la «perrada», la «Pecera», el «Sótano», las «visitas familiares», «libertad vigilada», entre otros. Se destaca el importantísimo rol del capitán Jorge «Tigre» Acosta, mano derecha del comandante Emilio Massera, quien se transforma en jefe y líder del GT; también aparece la figura de Alfredo Astiz, como pieza fundamental en la infiltración militar dentro de los grupos de madres y familiares de los desaparecidos.
Asimismo, se indaga la funcionalidad y la dinámica del grupo de tareas (GT), que «era una pirámide en cuyo vértice se encontraba el comandante y se organizaba en un Estado Mayor dividido en cuatro departamentos o áreas: operativa, inteligencia, personal y logística» (página 58); se detalla el accionar de la tortura, que era «masiva sobre todo el cuerpo, sistemática sobre todas las personas secuestradas, metódica con similares instrumentos y formas, y rutinaria en un tiempo y espacio similares» (página 61); también se relata el robo de bienes (además del ya conocido robo de bebés) y la apropiación de inmuebles y empresas de las víctimas, donde Jorge Acosta, el contador Jorge Rádice y el comandante Rubén Chamorro tuvieron una intensa participación en estos delitos, además de las cuestiones de lesa humanidad por las cuales fueron condenados; «la represión y la persecución política coexistieron con operaciones económicas sistemáticas para expoliar a esas mismas víctimas y sus familias» (página 120).
Se destaca el «proceso de recuperación» como el régimen en el cual los detenidos eran obligador a llevar una «vida cotidiana» en la ESMA: trabajos intelectuales, tareas manuales especializadas y de mantenimiento y reparaciones, cuya perversa finalidad consistía en modelar la subjetividad de los secuestrados; se explican los llamados «vuelos de la muerte» y el sentido del término «chupadero» y se sostiene que «las contigüidades entre lo cotidiano y lo extremo, entre la vida y la muerte, entre el amedrentamiento psíquico y la aniquilación física eran parte del sistema de destrucción al que se sometía a las víctimas» (página 87). Hay que mencionar las estrategias pensadas por los secuestrados para sobrellevar sus días de detención y de tortura física y psicológica, donde la sociabilidad, el humor y otros tipos de vínculos aparecen como recurrentes.
Esta investigación deja en claro, por un lado, que el sistema de detención «sobrepasó las fronteras físicas de la ESMA […] su territorio se prolongó hacia diversos espacios de la ciudad, accionó en otras provincias e incluso llegó a trasladar secuestrados y secuestradas hacia distintos países» (página 144); por otro lado, confirma la complicidad civil y eclesiástica en el entramado dictatorial y sus nefastas consecuencias sociales. Este libro debe ser considerado como un material de consulta ineludible para la formación cívica de nuestros jóvenes y adultos.
(*) «ESMA. Represión y poder en el centro clandestino de detención más emblemático de la última dictadura argentina». Marina Franco y Claudia Feld (directoras). Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2022. 198 páginas.
Fuente: El Litoral
Por Damián L. Sarro