Luigi Zoja sobre otra recesión de estos tiempos, la sexual

abril, 2024
Diálogo con el prestigioso psicoanalista italiano que presentó en Buenos Aires su nuevo libro, "La pérdida del deseo", acerca del paulatino desinterés en la vida erótica que demuestra el siglo XXI

Los múltiples aspectos que involucran la sexualidad (biología, psiquiatría, economía, sociología, política) sirven a Luigi Zoja para estudiar las causas que han llevado a “La pérdida del deseo” (Fondo de Cultura Económica). El italiano Zoja, psicoanalista de prestigio internacional, ha publicado, entre otros textos, “Paranoia, la locura que hace historia”, “Muerte del prójimo” y “El gesto de Héctor”. En su visita a nuestro país dialogamos con él.

Periodista: ¿Qué lo llevó a investigar la disminución del deseo sexual en Occidente?

Luigi Zoja: La información de la caída de las relaciones sexuales y del impacto en el decrecimiento demográfico en países desarrollados, por caso en Italia y España, donde hay una marcada baja poblacional. Hay parejas sin hijos o que tienen uno solo. En Italia estamos por debajo del cuarenta por ciento necesario de nacimientos. Me pregunté: ¿Qué llevó a la pérdida de interés por la actividad más íntima de la conducta humana, algo que el siglo pasado tuvo un éxito ininterrumpido? ¿A qué se debe que de permanente crecimiento pasara a decrecer? ¿Por qué este cambio coincide con el cambio de milenio? A esto se sumó darme cuenta que la mayoría de mis colegas psicoanalistas no se habían interesado por lo que a un diario estadounidense le hizo titular “The Sex Recession”. Supuse, que se debía a su interés centrado en lo individual. Su experiencia surge del trato con personas evolucionadas, de buen nivel cultural y abierta formación en lo sexual. Acaso eso les impedía registrar qué el mundo de transformaciones, marcado por aspectos liberadores y humanísticos, como la revolución psicoanalítica, hoy ya es otro debido a los cambios llevados a cabo por la derechización y el populismo. A partir de ahí busque recorrer los caminos desarrollados por una cultura que, después de haberse desplegado, podría haber entrado en decadencia.

P.: ¿Por eso sostiene que han crecido los miedos en la sociedad occidental?

L.Z.: La sexualidad, que fue la gran protagonista del siglo XX, por una creciente suma de indicios, podría estar encaminándose hacia su disolución. No solo como práctica sino incluso como tema. En el siglo pasado la sexualidad fue uno de los indicadores que fueron señalando los avances hacia una sociedad abierta a una convivencia humana deseable. Sociedad que pudo dar comienzo luego del eclipse de fascismos y comunismos. Paulatinamente la sexualidad y el erotismo se fueron liberando de constricciones premodernas, leyes antidemocráticas y tabúes religiosos. Libertades que en algunos casos fueron impulsadas por demandas sociales y en otros por intereses comerciales. Pero aún con todos los avances alcanzados no se llegó a alcanzar una sociedad plenamente libre, que es aquella en la que sus miembros ejercen la libertad conforme a las leyes y las costumbres. Durante las últimas décadas crecieron inseguridades, surgieron restricciones inesperadas, se instaló una “libertad negativa” que entre otras manifestaciones hace suya la pérdida de respeto, y comenzaron a asomar antiguos temores políticos y sociales. A esto se sumó un mundo virtual para el que no habíamos sido educados. Es por todo esto que hoy la gente tiene más miedos que en épocas precedentes.

P.: Luego de la liberación sexual de los años 60, la desaparición de tabúes y prohibiciones ¿qué temores hacen a la pérdida del deseo?

L.Z.: Hoy se presentan infinitas “prefiguraciones” del deseo sexual, que no proviene de nuestro interior, de lo íntimo de nuestra persona, de eso que denominamos eros, erotismo, sino que vienen fabricadas por el mercado o por la presión de determinados grupos. Se habla de libertad, pero habría que comenzar por diferenciar, como lo hizo Isaiah Berlin, entre la “libertad positiva”, que abre el mundo, y la “libertad negativa”, que tiene que ver con el consumo y finalmente esclaviza. Cuando hoy en lo sexual se habla de libertad total solo son palabras, en realidad a menudo eso se vive como un cautiverio dentro del propio cuerpo y de sus funciones, algo que puede llegar a disolver las bases de la vida erótica.

P.: ¿Es en ese sentido señala los problemas que provoca la difusión digital de pornografía?

L.Z.: El porno digital es una mala educación. Aplaza en los adolescentes las primeras experiencias sexuales, el descubrimiento de los cuerpos, o los estimula llevándolos a tener, por comparación a lo observado, una experiencia de fracaso. Mi esposa, que es psicoanalista de niños y adolescentes, tuvo el caso de un chico de menos de diez años adicto a la pornografía. Los padres le habían regalado un celular y chicos más grandes le habían enseñado a como ver porno. Estaba mentalmente mal, tenía una total confusión, había arruinado su sexualidad adulta, dado que la pornografía es el sustituto de la sexualidad, ahora necesitaría años de terapia. En los jóvenes la pornografía tiende a producir una reducción de la fantasía y de la creación de las imágenes interiores que son las que alimentan el deseo. Antes la pornografía imitaba a la actividad sexual, desde la llegada de las redes, la actividad sexual tiende a imitar a la pornografía.

P.: ¿Por qué sumó informaciones del arte a la sociología, la psiquiatría, la economía y el Derecho?

L.Z: Para comprender la sexualidad humana en el siglo XXI tuve que abrir muchas líneas de argumentación y pude cerrar pocas. Partí pensando en enfrentar temas psicológicos y hasta culturales, y me encontré con temas sociales, globales, con alteraciones biológicas antes inexistentes que pueden estar influyendo en la sexualidad y la infertilidad, observé que se hace menos el amor, con menos convicción, menos pasión, más indiferencia y aburrimiento.

P.: ¿Qué está escribiendo ahora?

L.Z.: He terminado un libro que me llevó nueve años sobre “Los relatos de Italia”. Lo comencé cuando descubrí las diversas maneras en que se describe a Italia en el mundo. Es el país que tiene mayor cantidad de narraciones y del que menos se ha dicho o solo detalles o una somera generalidad. Italia ha tenido distintos relatos que busque recuperar. Está el relato de Italia de la monarquía. El del fascismo. El de la Iglesia Católica. Y hay, acaso por eso mismo, muchos relatos que se apartaron.

Fuente: Ámbito
Por Máximo Soto

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