Fuente: eldestape
Autor: Julian Blejmar
Con más de 20 libros publicados sobre la industrialización argentina, Marcelo Rougier, quien es magíster y doctor en Historia Económica e investigador del Conicet, es uno los mayores especialistas sobre desarrollo nacional, al que ve indisociado de la industria. De hecho, uno de sus últimos libros se denomina “Argentina será industrial o no cumplirá sus destinos” (en colaboración con Juan Odisio, Ed. Imago Mundi), con lo que consultado por El Destape por este título, señala que “no es posible un país desarrollado con inclusión sobre la base de actividades agrarias. Este concepto que Manuel Ugarte formulaba a principios del siglo pasado, se comenzó a ver durante la década del treinta, con las serias dificultades que tenía el modelo agroexportador en un contexto de crisis internacional, aunque también por la estructura de propiedad latifundista de nuestro país, y la idea se afianza sobre todo a partir de la década del cincuenta, cuando la falta de dólares plantea la necesidad de profundizar la industrialización para lograr sumar exportaciones industriales como vía de generación de más divisas.
– La carencia de divisas también era, y sigue siendo, por una industrialización acotada y muy dependiente de la importación de insumos industriales. ¿Porque entonces el país no puede ser simplemente el granero del mundo o, como plantean ahora con la agroindustria, el supermercado del mundo?
La inclusión social quedaría fuera de ese país. Aldo Ferrer decía ya hace cincuenta años, y luego en los noventa e incluso durante la crisis de 2008, que una Argentina solo dedicada a actividades agropecuarias era un país para diez millones de personas, con el resto quedando afuera. Pero además esa es una economía totalmente dependiente de la dinámica internacional, que es fluctuante y te limita las herramientas para integrar y generar desarrollo. Igual, me parece necesario afirmar que tan inviable como desarrollar solo el agro, también lo es desarrollar solo la industria, porque sin generar una buena política para el agro, con toda la riqueza y recursos que aporta, cualquier propuesta de desarrollo está destinada a fracasar.
– ¿Hubo gobiernos que lograron combinar el desarrollo de ambos sectores, o siempre se privilegió alguno en desmedro del segundo?
Diría que lo más habitual fue lo segundo, porque la primera industrialización importante de los años treinta fue incluso sin grandes definiciones de política económica o industrial, sino por la propia dinámica internacional, que impedía exportar e importar como antes. En el peronismo si hay una apuesta a la industria, aunque rápidamente cuando aparece la crisis de divisas se reorienta la política económica para conseguir divisas, con lo que se reformula la política agropecuaria. Entonces, más allá del discurso anti terrateniente, el campo se vio beneficiado a partir del año 49, con lo que la quita que el IAPI le hizo a su ganancia extraordinaria previa a ese año, que igualmente no los llevó a la pérdida, fue incluso en parte repuesta a partir del cincuenta, mientras que la promoción industrial fue más focalizada a ciertas actividades estratégicas. Por eso el peronismo no es claramente contrario a las actividades del campo, quien más bien tiene esa visión sesgada es el desarrollismo, con la idea de que el campo no es la llave para el desarrollo. Este sistema que inicia Arturo Frondizi, tiene la marca de la Cepal vinculada al deterioro en los términos de intercambio, es decir que las materias primas perdían constante valor frente a la tecnología industrial, y entonces la restricción de divisas se busca saldarla no por medio del campo sino por el desarrollo de la industria, aunque con su perspectiva vinculada al capital extranjero. En cambio, el regreso del peronismo en 1973 marcará la idea de ayudar al campo a mejorar su productividad para colocar sus excedentes en el exterior, y de restringir al apoyo a industrial a ciertos sectores estratégicos.
– Plantea diferentes enfoques industriales en los gobiernos de Perón, y luego se desarrollaron otros durante los gobiernos de signo peronista ¿Es posible hablar de una política industrial peronista?
Diría que los peronismos no son todos iguales porque tampoco lo son sus contextos económicos, ni siquiera durante los gobiernos del propio Perón. Pero diría que hay definiciones favorables al sector industrial, y políticas específicas de crédito y precios, conservación de mercados, cuotas de importación, que en las épocas de crisis tienen que morigerar. Así que identificaría los dos primeros gobiernos peronistas con la preservación de mejores condiciones de vida para los sectores asalariados, donde el industrialismo es un medio para la redistribución del ingreso y para el sustento político. A partir de la década del cincuenta es mucho más selectivo en su política industrial, no apoya toda la industria sino solo la pesada, y se asemeja más al desarrollismo, mientras que el plan trienal y de promoción industrial de 1973 retoma esta línea de una serie de políticas específicas para sectores básicos y estratégicos, es decir avanzar en la sustitución de importaciones y alentar las exportaciones industriales, además de morigerar el peso del capital extranjero que había subido en la experiencia desarrollista y condicionaba a los empresarios nacionales.
– ¿Y qué sucede con Menem, los Kirchner y Fernández?
Menem tiene detrás las transformaciones estructurales de la dictadura, que atentaron contra sindicatos e industria, junto también a la globalización y el Consenso de Washington, y es allí donde Guido Di Tella dice que la mejor política industrial es no tener ninguna, más allá de que se mantienen algunos sectores. Es un gobierno neoliberal, y es por eso que difícilmente se pueda identificar al menemismo con peronismo, o en todo caso es el peronismo en un contexto de crisis. El kirchnerismo es diferente, porque allí el sector industrial tiene un desempeño positivo en los primeros años, pero sin grandes definiciones de política industrial, aunque este sector crece más que las otras actividades, debido sobre todo al tipo de cambio alto y también a la política redistributiva y de mercado interno, lo que hace crecer fuerte la industria. A partir de la crisis internacional y del campo, y sobre todo con Axel Kicillof, hay una serie de definiciones más claras de política industrial, con créditos blandos o fomento al consumo de industria nacional, pero en un marco de defensa y de crisis, con importantes restricciones y frente a un discurso cultural adverso.
– ¿La política industrial del peronismo entonces es una herramienta más para la distribución del ingreso, antes que un fin en sí misma?
Si, pero teniendo en cuenta que la redistribución del ingreso significa también desarrollar el mercado interno y por ende al sector industrial.
– El otro modelo de industrialización en el país fue el desarrollista. ¿Cuáles son sus principales diferencias?
La experiencia frondizista y de Rogelio Frigerio no se diferencia tanto del industrialismo peronista si se toma el segundo período presidencial, donde ya hay una búsqueda de apertura al capital extranjero, aunque es mucho más fuerte en el desarrollismo, porque en el peronista había limitaciones ideológicas y nacionalistas a este capital, debido a que se vetaba la extracción de los beneficios de la Argentina para las potencias imperiales. Pero también había argumentos económicos, pues se planteaba que la inversión extranjera no aportaba al desarrollo nacional porque requería de la remisión de divisas por utilidades, que significaba una constante erogación que el país no podía afrontar, y por otro lado, se verifica a partir de 1963 un desplazamiento de las empresas locales y de la burguesía nacional por la competencia extranjera. Y en el proyecto peronista, es fundamental la capacidad de decisión nacional y soberana, con lo que es fundamental orientar a las empresas nacionales y a los trabajadores a su modelo de desarrollo, de ahí el apoyo a la Confederación General Económica (CGE) y a la Confederación General del Trabajo (CGT), todo lo cual es mucho más difícil hacerlo con empresas extranjeras.
Macri en algún momento afirmó que su modelo era el desarrollista. ¿Cuanto de cierto había en esto tras su experiencia de gobierno? Era una cuestión meramente discursiva para confrontar sus políticas con las peronistas, aprovechando también la presencia del nieto de uno de los mentores intelectuales del desarrollismo, pero de eso no hubo prácticamente nada, porque el desarrollismo es industrialista y los gobierno neoliberales son anti industriales. En este tipo de gobiernos, el modelo triunfante es el financiero y también de servicios, y en todo caso tanto agro como industria, que son modelos productivos, quedan subordinados, en especial el industrial. Eso permite ver que la estrategia de fondo, aun cuando no sea explicita, es anti industrial, con la concepción de que la industria argentina es atrasada y poco competitiva, lo cual no fue cierto en el pasado y tampoco lo es cierto en la actualidad con diversas ramas. Ese comienzo que hizo la dictadura, tiene momentos de retracción en algunos años de Alfonsín, y obviamente con los Kirchner, pero se continua antes con Menem y luego con Macri, por lo cual si bien se puede ver un claro modelo agroexportador, y otro industrial de sustitución de importaciones, ya no es claro que este modelo financiero y de servicios haya cerrado su ciclo en 2001.
– ¿Y que puede sostener sobre las políticas industriales de Fernández?
Si bien es cierto que la pandemia condicionó todo, creo que en los primeros cien días, que son el momento donde hay más sustento para definir políticas, se podía haber hecho más. Veo igualmente buenas intenciones, y se llevan algunas definiciones de planes estratégicos y medidas puntuales para sectores en el Ministerio de Desarrollo Productivo. Creo igualmente que falta una legitimación de un plan económico de desarrollo, que va más allá de la industria, sino es muy difícil cambiar la herencia neoliberal.
El próximo 19 de mayo a las 19 hs., en Costa Rica 4568, Rougier presentará su último libro, “El enigma del desarrollo”, una biografía económica de Aldo Ferrer. Según señala, “Con Ferrer me unía una cuestión personal, el me invito a colaborar en su libro clásico “La economía argentina”, y a partir de allí hicimos una muy buena relación, trabajamos juntos, y lo pude ayudar a pensar sus memorias. Ferrer ere uno de los grandes economistas y pensadores argentinos, en sus diversas facetas. En la producción intelectual y desarrollo de ideas, con sus ideas de un modelo abierto e integrado, con una industria desarrollada y con capacidad exportadora, vinculada a la inserción en la globalización, pero siempre desde una perspectiva anti liberal, muy crítico de la dictadura y el menemismo. Incluso en su último artículo en Le Monde advertía del retorno del neoliberalismo con Macri. Pero también fue un hombre de gestión, como Ministro de hacienda tanto de Nación como de Provincia, siempre tratando de aplicar sus ideas, también con Alfonsín, o con los Kirchner, e incluso en la Alianza, donde le hacía ruido la política económica pero buscaba aportar desde su lugar, Y por ultimo como un divulgador, un gran batallador de sus ideas, un referente, que tenía la característica de incluso siendo ya grande ir a una sociedad de fomento o a una cena con los industriales de Santa Fe, lo que le permitía mucha llegada a la sociedad, yo caminaba con él por la calle y desde un auto le gritaban “vivir con lo nuestro”, que era una de sus definiciones.