Uno de los caprichos de Goya muestra a un hombre que bien puede estar dormido siendo atormentado por escabrosas criaturas. Allí mismo dice que «el sueño de la razón produce monstruos». Muchos quisieron explicar esta aguafuerte, hombres contemporáneos a Goya, inducidos por el enigma de esa sentencia. Uno de ellos escribió: «Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones». El sueño implica un abandono de la razón. ¿Pero qué sucede cuando, además de ese abandono, aparece una forma aún más inconsciente y autónoma como es el sonambulismo?
Nicolás Hochman habita dos planos: el real y tangible por un lado, y el del sonambulismo por el otro. Y en La parte del sonambulismo, publicado en Fondo de Cultura Económica, pone en palabras esa parte suya tan volátil y tan difícil de categorizar.
Se trata de un libro compuesto como un juego de géneros. Oscila entre el diario, la crónica y el ensayo y es, en definitiva, el final abierto de una búsqueda: ¿Qué se esconde detrás de esa condición de sonámbulo?
Es la búsqueda de esa respuesta a una pregunta casi que retórica. Pero es que, como en todo libro brillante, el camino que se hace durante la búsqueda es más satisfactorio que el resultado final. Hochman nos cuenta cómo fue el camino de esta escritura que implicó poner en palabras su sonambulismo: «Diría que es de las cosas que me salen con más naturalidad, porque convivo con eso desde chico, y porque la escritura de mi diario, donde fui volcando muchas de esas cosas, arrancó hace casi veinte años. Lo que no fue tan natural fue convertir eso en algo más, que primero fue un ensayo, y después una novela. Y por eso mismo la experiencia me resultó fascinante, porque me permitió correrme de algo que ya conocía y hacer algo con todo eso».
La parte del sonambulismo le escapa a toda etiqueta porque no hay forma de etiquetar, tampoco, al sonambulismo en sí. Huye de los géneros y se nos presenta como un juego en que cada uno elige su propia aventura : «Cada vez creo menos en la utilidad de los géneros literarios, salvo para apaciguar a lectores, editores o libreros. Al final, cada autor escribe desde sus propias posibilidades y deseos, y el lector luego interpreta según sus capacidades e intereses. Me resulta imposible escribir ficción sin atravesar la experiencia personal y la autobiografía, y cualquier texto, por más riguroso o académico que pretenda ser, acaba recurriendo a los mecanismos de la ficción. Y, algo en lo que insisto mucho: la ficción necesita ser verosímil, pero la realidad no».
Repleto de escenas hilarantes que desafían la realidad y de lecturas y datos que amplían nuestra visión sobre el mundo de los sueños, el libro nos abre la puerta para indagar en nuestras propias formas de dormir y habitar nuestro sueño. ¿Qué es aquello que nos sucede cuando nos entregamos por completo en el aparentemente sencillo y natural acto de dormir?
«Me gusta mucho algo que viene pasando desde que se publicó: gente que se acerca a hablarme del sonambulismo. Y ahí hay dos categorías. Por un lado, personas que conozco y que vienen a contarme cosas que hice estando sonámbulo con ellas; escenas que no recuerdo, de las que no tenía ningún tipo de registro. Por otro, desconocidos que me cuentan experiencias propias, o de familiares, o técnicas para no andar sonámbulo por ahí. Fui encontrando un submundo de estrategias, algunas muy racionales y otras que son parte de la tradición antiquísima del pensamiento mágico. Me encanta».
Fuente: Ulrica Revista