Fuente: Clarín
Autora: Sabrina Díaz Virzi
Con su poder de convocatoria y sus casi dos millones de seguidores en Instagram, el influencer Santiago Maratea acaba de reunir 35 millones de pesos para Trans Argentinxs, una ONG que acompaña a infancias trans y no binarias. Ya había organizado, con éxito, colectas para ayudar a la comunidad Wichí, a Madres Víctimas de Trata y -una de las campañas más conocidas- a Emmita, una beba que tiene atrofia muscular espinal (AME) del tipo 1 y necesitaba “el medicamento más caro del mundo”. ¿Qué es lo que “mueve” a los adolescentes de hoy? ¿Qué problemáticas los involucran? ¿Qué papel juega Internet y cómo se combina con la solidaridad y la participación social juvenil?
En diálogo con Clarín, Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación, especialista en cultura juvenil y asesora senior en Ciudadanía Digital para la UNESCO, hace hincapié en un dato clave: casi todos los adolescentes encuestados (98%) creen que Internet es un espacio útil para participar en temas sociales, pero no todos hacen uso de él. Esto surge de una investigación sobre participación adolescente realizada en Argentina entre dos mil jóvenes, cuyos resultados y conclusiones volcó en su reciente libro, Adolescentes, participación y ciudadanía digital (Fondo de Cultura Económica).
“Estos influencers inclinados a lo social se convierten en referentes porque los adolescentes de hoy tienen interés en participar, de hecho, 7 de cada 10 lo hacen o les gustaría hacerlo en el centro de estudiantes (su lugar más próximo de participación), 4 de cada 10 participan en acciones por el barrio (ayudar en los deberes, comedores escolares) y la mitad de los adolescentes votó en las elecciones, cuando no implica ninguna penalidad para ellos si no lo hacen”, asegura.
Morduchowicz señala que se trata de una generación a la que lo social los convoca, sobre todo, en temas que tienen que ver con la pobreza, la desocupación y la inseguridad, así como la salud (más entre las mujeres) y la educación.
“Es una generación que le dice ‘sí’ a los temas sociales, y que está en contra de ese estereotipo que circula en la sociedad que supone que lo único que les interesa es la música y la tecnología. Si un youtuber -que para ellos es una referencia importante- plantea temas sociales, obviamente que se va a convertir en referente, pero esto tiene que ver con que a la generación actual le interesa la participación por temas sociales”.
– En el libro decís que los adolescentes son como «testigos mudos»: se habla de ellos, pero sin ellos, se visibiliza la cultura juvenil, pero sin jóvenes. ¿Por qué siempre se hace foco en el conflicto (drogas, alcohol, violencia)?
– En Argentina y en todo el mundo, la imagen que se utiliza de los adolescentes es de víctimas (cuando son golpeados, abusados, atacados) o victimarios (en la mayoría de los casos, vinculados a la violencia escolar, al embarazo adolescente, a la deserción escolar, droga, adicciones y alcoholismo). Por supuesto que hay adolescentes con estas características, pero pintarlos de esa manera es armar un estereotipo, una imagen de conflictividad que nada tiene que ver con la generación adolescente.
Lamentablemente esto sucede porque hoy los adolescentes son protagonistas, pero mudos, porque quienes hablan de los adolescentes son los adultos (hablan de ellos y por ellos).
Internet les dio a los adolescentes una oportunidad única (tal como ellos lo perciben): un espacio para hablar con su propia voz. No es casual que las redes sociales sean la principal razón por las cuales los chicos se conectan a Internet en Argentina y el mundo, y no tiene sólo que ver con la necesidad de comunicarse con amigos; es también la necesidad de hacerse escuchar y de visibilizarse, de sentir que forman parte de una comunidad en la que sienten cierta autonomía e independencia y deciden que no hay adultos (porque deciden a quiénes aceptan).
– ¿Qué involucra a los adolescentes hoy? En el libro mencionás el colegio, el barrio, las manifestaciones sociales… Pienso en Ni Una Menos.
– En el libro se analiza la participación en dos esferas: en la vida cotidiana más allá de las pantallas, y en el mundo virtual. En la vida cotidiana, a los adolescentes les interesa participar y, de hecho, lo hacen: en primer lugar, en el centro de estudiantes (siete de cada diez adolescentes participa o le gustaría participar en el centro de estudiantes si su escuela tuviera).
Luego, en el barrio (en comedores escolares, ayudando en los deberes a quienes lo necesiten) y en tercer lugar, a través de las manifestaciones, especialmente entre las mujeres, que participan tres veces más de manifestaciones que los varones (esto tiene que ver con que en el año 2018 -el año previo a la investigación del libro- los temas de género estuvieron muy presentes en la agenda pública).
Un dato que sorprende positivamente es que el 50% de los adolescentes de 17 años votó en alguna elección nacional, y estos chicos no reciben ningún tipo de penalidad si no participan, e igual la mitad decidió votar. La participación cívica es especialmente destacada entre los adolescentes de 17 años.
– ¿Y respecto a la participación en Internet?
– Prácticamente todos los adolescentes valoran Internet como espacio de participación (98%). Pero, ¿también la utilizan como espacio de participación? Es aquí donde empiezan a plantearse algunas dudas. Porque cuando le preguntamos si ellos suelen dar su opinión en las redes sociales sobre los temas que los afectan y preocupan (el primer paso hacia la participación), la mitad de los adolescentes dice que prefiere no dar su opinión porque han sufrido intimidación, agresión, acoso o bullying cuando lo han hecho.
Y en foros o debates online, el 80% de los adolescentes dice que sufrió alguna agresión o acoso. Entonces, Internet es valorado como espacio de participación, pero aún no se presenta como un espacio plural donde se valore la diversidad.
– ¿En qué medida esto se relaciona con lo que llamás formas pasivas de participación, como asistir a una charla online para solucionar un problema (una de las más mencionadas)?
– En Internet los chicos suelen elegir una forma más pasiva de participación. Les preguntamos para qué utilizan las redes sociales y el 60% dijo que es para informarse. Y está muy bien, el problema es que informarse es una forma pasiva: es un insumo para tomar decisiones, pero no es participar. Asisten a charlas online y se informan, pero todavía les cuesta encontrar una acción que los convoque masivamente a participar.
– ¿Cómo vinculás esto con las colectas de Santiago Maratea? ¿Por qué pegó tanto en los jóvenes?
– Hoy hay dos tipos de referentes para los adolescentes en el mundo digital: unos son los activistas y militantes activos por causas que a los chicos los convocan, como Greta Thunberg (la activista sueca que lucha contra el cambio climático); y otros son los youtubers, quienes además de divertirlos con sus videos, tienen una actividad social, cívica, comprometida, como el caso de Santiago Maratea.
Pero si bien Internet se valora como espacio de participación, todavía no es masivo. Por ejemplo: sólo la mitad lo utilizó para ayudar frente algún problema del barrio o la comunidad; lo que quiere decir que todavía hay un 55% que no utiliza Internet como espacio de participación. Como sociedad, sería muy bueno que pudiéramos subir este porcentaje, ya que Internet es un espacio en el que los chicos pasan tantas horas al día.
– ¿Con qué se involucran hoy los jóvenes?
– Existe el estereotipo que piensa que lo único que les interesa a los chicos son las tecnologías o la música. Pero cuando les preguntamos a ellos cuáles son los temas que más les preocupan, si bien lo primero que rankea es el entretenimiento, el cine, la música y las series, enseguida y muy cerca figuran los temas sociales.
En primer lugar, la pobreza, la inseguridad y la desocupación; luego educación y salud (esta última especialmente entre las chicas). Las tecnologías figuran muy lejos dentro de estas preocupaciones. Esto es muy alentador, porque evidentemente los chicos no están ajenos a los problemas que vive la sociedad.
– Y en relación a la pobreza, ¿cómo afecta la brecha y las inequidades sociales?
– La fragmentación social y las inequidades se notan también en la participación. Por un lado, en la inequidad vinculada al acceso: estamos en un país y en una región muy inequitativa, donde hay grandes diferencias entre los chicos que acceden a la tecnología y a la conectividad, y aquellos que no.
Pero las brechas también se notan en las prácticas, las enormes diferencias en las competencias que tienen chicos de diferentes sectores sociales: los chicos de menores condiciones sociales son también los que menos participan, sobre todo, en la esfera virtual. ¿Por qué? Porque si no tiene buen acceso, el uso es mucho menos diversificado y más limitado.
Los chicos de sectores populares utilizan Internet básicamente para comunicarse en redes sociales y jugar en red, mientras que los chicos de sectores medios o más privilegiados, además de eso, buscan información, hacen la tarea, ven películas y crean contenidos o participan en el mundo digital.