El 3 de diciembre de 1929, tres mil personas se reunieron en la plaza central de Jujuy frente al palacio de la gobernación para exigir el regreso de Vicente Días, un manosanta expulsado de la ciudad en la madrugada de ese día. El gobernador fue rodeado por un grupo de mujeres y hombres que venían del edificio del Consejo de Higiene donde no encontraron a su presidente, que fue el encargado de despedir a Vicente Díaz. Esa multitud enfrentó a la policía y al ejército con el resultado final de cuatro heridos. El ministro de Gobierno prometió el regreso del manosanta. Este relato recupera un inusual movimiento de apoyo de un curador en una ciudad con 15.000 habitantes, y muestra, a la vez, su relevancia en la comunidad.
Es uno de los curanderos que presenta el libro organizado por Diego Armus para comprender las diversas formas de sanación en el interior de Argentina. Eclipsados del pasado, Vicente Díaz y muchos otros retornan en estas páginas frente a una historiografía que privilegiaba la organización médica formal y corporativa. Juan Pablo Quinteros, Alberto Díaz de la Quintana, Teresita y Ana, Fernando Asuero, Jesús Pueyo, Jaime Press y Verona, entre muchos nombres que encabezan los artículos, evidencian a varios de los profesionales invisibilizados a lo largo de la historia.
Vicente Díaz nació en Gran Canaria y trabajó en una fábrica de tabaco como empacador en Buenos Aires. Viajó por todo el país imponiendo curas con las manos, decía que Dios actuaba a través de ellas y que sus curaciones representaban un don adquirido por la fe, sin recibir retribución monetaria a cambio. Atribuía su efectividad a la acción de espíritus que operaban desde dimensiones materiales. Un gran número de personas creyeron en sus poderes milagrosos y se reunieron para exigir su regreso a la ciudad luego de haber sido expulsado del hotel en el que se alojaba. Ya lo habían erradicado de Salta, donde la corporación médica local había exigido su expulsión. Tenía excelentes referencias por intervenciones exitosas y gratuitas a enfermos incurables, a quienes atendía en sus domicilios con la presencia de público.
Personajes como Díaz reciben diferentes nombres: pueden ser espíritas, manosantas, curadoras, parteras, hipnotizadores, trigeminadores, holistas terapéuticos, homeópatas, sacerdotes, terapeutas orientalistas o también brujas feministas. Con un recorrido desde el siglo XIX hasta parte del XXI, Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Las artes de curar en la Argentina moderna permite comprender tales términos, y nos acerca a la trayectoria de esos individuos que actuaron cotidianamente entre la población argentina. El libro tiene el mérito de presentarnos cómo esas actividades llegaron al siglo XXI: las investigaciones demuestran su existencia en hospitales contemporáneos, en densas áreas urbanas y, en general, en la vida diaria; también compara los curadores en períodos diferentes y señala su permanencia a lo largo del tiempo, aún con similitudes y diferencias. Los trabajos de experimentados investigadores exploran, con datos efectivamente contrastables, el contexto histórico en esos espacios y momentos para explicar su funcionamiento pasado y presente.
El texto utiliza una gama de documentación en el mejor estilo historiográfico, por el cual todo material puede ser fuente histórica. Los autores y autoras esgrimen con maestría testimonios, periódicos, informes de los órganos administrativos y de las Juntas de Higiene considerados como tradicionales para la comprensión del pasado. Además se sirven de patentes de invenciones, letras de tangos y pasodobles, obras de teatro, folletos y novelas, innovando así las posibilidades de abordaje de la curación de forma sorprendente.
En el libro también se presenta a los personajes como individuos con trayectorias vitales complejas, mapeando sus recorridos internacionales y nacionales. Los curadores adquieren intensa vida a lo largo de las páginas y permite comprender la densa trama de sus actuaciones y la vida en las comunidades. Son relaciones de sanación entrelazadas por la política, la sociedad, las estrategias de divulgación y las prácticas de consumo, todo ello en transformación. Tales novedades para la comprensión del fenómeno de la sanidad no son tratadas comúnmente por otras investigaciones, como por ejemplo al integrar el episodio de la manifestación popular en Jujuy a la interpretación histórica. Pocos libros reúnen a un grupo de investigadores tan calificados y maduros como este que organizó Diego Armus. La experiencia acumulada por autores y autoras argentinas viene de larga data, con una producción densa y consistente, dado que ya inquirieron en la temática de la sanidad en distintas formas y presentan aquí el resultado de sus últimos trabajos, enfocándose en la medicina, las prácticas formales, las enfermedades y en otras tradiciones de curación muy presentes en la sociedad argentina, así como en todo el mundo. Como afirma José Ignacio Allevi en uno de los capítulos: los practicantes letrados y legalizados son una de las piezas, y quizás la menor, en el caleidoscopio de las artes de curar, que incluye curanderos, parteras, flebótomos, comerciantes de remedios, boticarios, espíritas y sacerdotes, entre otros.
Las y los autores consideran un largo proceso histórico que incluye relaciones políticas, pacientes con necesidades variadas, cuidadores con experiencias diversas y amplios espacios geográficos. Son mayoritariamente especialistas en historia, pero también en sociología, antropología, ciencia política, psicología y medicina. Presentan un panorama riquísimo que nos impulsa a reflexionar a nivel global, pues nacimiento, enfermedad y muerte son parte de todas las sociedades.
Con toda la densidad académica de los análisis, el libro posibilita una lectura fluida y agradable, pues ofrece la descripción de las actividades de esos curadores y detalla episodios de sus trayectorias. Seguramente los lectores se identificarán con alguna de las historias que se narran, pues traen a la luz circunstancias presentes en la vida de todos los que asistimos o participamos a través de nuestras propias experiencias culturales. Las historias recorren desde el siglo XIX hasta la actualidad, con agilidad y conocimiento. Los investigadores presentan las diversas posibilidades de la curación en la vida de los involucrados, incluso en relación con las motivaciones que acercan a los pacientes con los cuidadores, en búsqueda no solo de una cura eficaz sino de comprensión y escucha; asimismo denota la importancia de estas vinculaciones comunitarias para fortalecer la cohesión y el equilibrio social. Uno de los trabajos, a cargo de Betina Freidin, integra el relato de médicos que se aproximaron a la homeopatía a finales del siglo XX y principios del XXI. Los facultativos involucrados en estas experiencias reconocen que la educación ortodoxa recibida excluye enfoques fuera del reduccionismo de la alopatía, pero aun considerando esa formación médica, los procedimientos necesitan asumir la integralidad de los pacientes, sus padecimientos y sus procesos de cura.
Estas angustias se perciben, por ejemplo, en el texto de Ana Lucía Olmos Álvarez sobre la imposición de manos de un sacerdote católico para aliviar síntomas de enfermedades. Cuando se entrevista a los asistentes en la parroquia para los procedimientos, los testimonios referencian los encuentros de médicos y pacientes, donde la falta de interés de los profesionales se une a que los problemas y afecciones de los pacientes son entendidos solamente de manera sintomática, se ignora la experiencia y los procesos corporales. La biomedicina desconoce las emociones e interpretaciones de los enfermos y de sus familiares; ello explica la búsqueda de otros procedimientos: los que consideran a la persona en su totalidad.
Como señala Armus, existe una verdadera cornucopia de términos para categorizar los resultados de las prácticas y saberes en las artes de curar. La conceptualización de todos ellos puede ser útil para dar cuenta de estas muchas curas, aunque tiene limitaciones. Ninguna de las definiciones da cuenta de la porosidad y elasticidad de las zonas matizadas, grises e híbridas de la curación. La amplitud para pensar esos elementos y sus incongruencias como parte de la historia, otorga a estas investigaciones una mayor significación.
Como sucedió con la población jujeña que, en el siglo XX reivindicaba el regreso de un curador, todavía hay una búsqueda significativa de otras y diversas maneras, más amplias, que brinden una comprensión integral de la salud humana. Este texto sobre la historia de estos curadores y sus procesos nos indica el papel de la curación más allá de la hegemonía de la medicina formal, considerando los variados significados de las enfermedades. Esperamos, entonces, más trabajos como Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Su lectura es realmente inspiradora.
Fuente: Quinto Sol. Revista de historia
Por Beatriz Teixeira Weber. Universidade Federal de Santa Maria, Brasil
Traducción: María Silvia Di Liscia