¿Qué es un animal y qué podemos hacer con él? El inédito interés concedido al animal en una cultura que hasta aquí no se conformaba con ignorarlo de manera notoria sino que lo detestaba francamente, es sin lugar a duda positivo. La tesis del animal-robot cartesiano desempeñó el papel de un formidable ocultador del rol de la animalidad en la constitución de lo humano. Pretender que el mantenimiento de animales salvajes en cautiverio obedece al amor que se les profesa es una muestra de negación, cinismo o estupidez.
Ya ni siquiera hace falta que queramos matar a los animales: nuestro modo de vida basta para hacerlos desaparecer sin esfuerzo. Necesitamos una nueva especie de investigadores para comprender las sociedades animales: híbridos mitad zoólogos y mitad etnólogos. El problema del animal-peluche es tan preocupante como el del animal-cobayo o el del animal-proveedor de carne, aun cuando sus efectos nefastos tiendan a subestimarse.
La figura del animal al que amamos es complementaria de la del animal que matamos o explotamos: se trata en todos los casos de formas perniciosas de apropiación. Confiscar al animal por amor es tan problemático como hacerlo por el afán de ganancia. La biostalgia (nostalgia de las especies que han sido y de las que habrían podido ser y jamás fueron) surge progresivamente y ayuda a emanciparse del espacio de la evolución mediante el refuerzo de los vínculos que nos unen a los otros seres vivos, en una época en que la destrucción y la desaparición de especies son cada vez más preocupantes.
septiembre, 2023