Reseña: Sanadores, parteras, curanderos y médicas. Las artes de curar en la Argentina moderna

junio, 2023

En el año 2002, el historiador estadounidense David Sowell publicaba un trabajo tan creativo como riguroso, centrado en la vida de Miguel Perdomo Neira, un sanador colombiano de fines del siglo XIX. Pero más allá de la excelente labor de Sowell, el dato también era que la obra formaba parte de una compilación de otros trabajos igual de creativos e innovadores. El centro de esta constelación de autores era Diego Armus y el libro Entre médicos y curanderos: cultura, historia y enfermedad en la América Latina moderna. Desde entonces, Armus continúa con la excelente costumbre iniciada en ese ya lejano 2002: reunir a los más destacados investigadores del momento para componer un libro plural, ágil y sagaz sobre distintas aristas del mundo de la salud y la enfermedad. Este también es el espíritu de Sanadores, parteras, curanderos y medicas: las artes de curar en la Argentina moderna, publicado en el 2022 por la editorial Fondo de Cultura Económica. El libro cubre, temporal y regionalmente, las intrincadas relaciones entre toda una amplia gama de especialistas en el arte de curar y la sociedad argentina. En sus catorce ensayos, nos adentramos a esta diversidad de actores, modelos de curar y tensiones surgidas, retratadas desde fines del siglo XIX hasta nuestro atribulado siglo XXI. La propuesta también tiene como premisa reflejar la multiplicidad de escenarios y es por eso que la representación federal está muy presente. Así es que además de trabajos sobre la ciudad de Buenos Aires, podemos hallar investigaciones de provincias del centro y norte de Argentina (Córdoba, Jujuy, Santa Fe), con una vacancia de la región patagónica.

La obra tiene una serie de puntos transversales, que recorren todos los capítulos, y que son uno de los aspectos más relevantes. El primero de ellos es la reconstrucción de toda una “paleta de colores” con el que se pinta el mapa de las artes de curar. Desde la homeopatía, pasando por el curanderismo, las terapias holísticas, la hipnosis o la reflexología, es destacable el esfuerzo por brindarnos una imagen de esta heterogeneidad tantas veces mencionada en otros estudios sobre el tema, pero que en ocasiones no pasa de ese marco enunciativo. Más aún, los trabajos nos muestran cómo operan estas diferentes trayectorias terapéuticas al momento de forjar relaciones de clase, de poder, género y, sobre todo, con los saberes diplomados. Evitando las dicotomías, la obra se nutre de una plasticidad muy elogiable ya que demuestra la pervivencia de un conjunto de tradiciones y culturas de atención muy variadas que, lejos de ser estáticas o inmutables, son reinterpretadas y utilizadas en diferentes espacios e instituciones.

Un segundo elemento transversal, más de tipo metodológico, es la elección de pequeñas biografías con las cuales hilvanar cada capítulo. Esta elección es potente en dos sentidos. En primer lugar, permite reconstruir todo el contexto social, político y cultural que da sentido al evento que las y los autores despliegan en cada capítulo. Esto facilita la lectura para un lector más casual, logrando resumir en cada ensayo un pequeño debate sobre las prácticas curativas elegidas y el contexto histórico en el que se imbricaban. En segundo lugar, la elección de nombrar a los sanadores y sus conocimientos, de brindarles una entidad propia, por fuera de lo que el saber médico dictaminaba (y aún dictamina) sobre estas prácticas, es una operación de reconstrucción fiel, cuidada y acertada sobre esos saberes y trayectorias en sí mismos, recuperando no sólo la capilaridad y la lógica interna de cada uno de estos saberes alternativos, sino demostrando, en cada capítulo, que los saberes expertos avalados por la ciencia moderna no dejan de dialogar y entrecruzarse con otras formas de pensar la salud y la enfermedad. En otras palabras, la posibilidad de ver encarnada la situación (incluida las tensiones públicas y los debates) en personas cuyas biografías son retratadas muy rigurosamente, permite una reconstrucción “al ras del suelo” de la vida social que late debajo y entre cada enfermo, entre cada sanador, entre cada médico.

La obra también propone pensar y debatir una serie de conceptos clave, que son tratados en todos los capítulos. Uno de ellos es el de hibridación, entendiendo por ello una mixtura (se habla también de “zonas grises” o “márgenes”) entre el mundo de los saberes biomédicos y otros procesos de sanación. La intención es la de evitar los binomios salud/enfermedad, legal/ilegal o lego/experto y, siguiendo las palabras de Armus, salir de esta suerte de “jungla conceptual” que impide pensar con claridad el proceso en cuestión. En otras palabras, de acuerdo con Armus, términos como aculturación, sincretismo, fusión, mestizaje o cristalización son conceptos útiles pero limitados, que no logran representar la porosidad y dinamismo de las zonas grises de la medicina. La propuesta resulta altamente seductora, ya que la invitación a desmalezar este mundo de conceptos es sin dudas elogiable. No obstante, quizás el concepto de hibridación no pueda librarnos de esta tarea. En primer lugar porque este concepto en vez de definir las características de un fenómeno, más bien identifica dos o varios elementos que se combinan y, en vez de fusionarse o transformarse en algo nuevo, se hibridan, manteniendo características previas aún reconocibles. Esto trae como consecuencia que no se consigue explicar cómo se produjo esa combinación, por qué en ocasiones funciona, pero por qué en otras tantas no. En otras palabras, la hibridación resulta útil para criticar los esencialismos y las posturas dicotómicas, pero no ayuda a pensar cómo funciona en sí mismo este concepto. Se transforma así en un concepto dependiente del contenido contextual que elijamos, y, paradójicamente, en un concepto vacío, sin capacidad de explicar el momento histórico o social elegido, sino más bien el de reconocer las partes que lo conforman.

Por último, un elemento que está presente en varios capítulos (sobre todo aquellos dedicados al siglo XIX) es una tendencia a retratar los conflictos públicos que se producían con estos sanadores, más que los vasos comunicantes entre ambos mundos. Aquí también considero que no se debe confundir la impugnación pública de parte de la corporación médica como anulación o negación del otro. En el campo de la salud, el cruce entre sanadores habilitados y prohibidos es una relación dialéctica y necesaria, y en muchas oportunidades las disputas de poder son las que traccionan las enemistades, más que el mero accionar sobre la salud. Enfocarnos en los puntos de unión, y no tanto en la confrontación y el escándalo, es una tarea tan necesaria como novedosa. En este sentido los trabajos más volcados al siglo XX y XXI son los que logran aportar miradas más novedosas. Daniela Testa (enfocada en reconstruir la vida de la enfermera Gwendolyn Shepherd durante los brotes de poliomielitis de mediados del siglo XX), Mariana Bordes (que reconstruye la trayectoria de dos especialistas en reflexología podal, que trabajan en hospitales actualmente) y Betina Freidin (que nos muestra la vida de dos médicos diplomados que adoptan la homeopatía dentro de su repertorio clínico) son los más innovadores y se celebra esta mirada fresca y creativa sobre el campo de la salud. También resulta muy valioso el trabajo de Ana Lucía Olmos Álvarez, que realiza una etnografía sobre el padre Ignacio, el cura sanador santafesino.

En conclusión, Sanadores, parteras, curanderos y médicas es otro libro riguroso, plural, ágil y atrapante, dirigido por Armus, como ha ocurrido con La ciudad impura o Entre médicos y curanderos. Se evidencia en cada ensayo la incidencia que, en los distintos períodos históricos, tiene el Estado, la economía, la política, la sociedad y la cultura en esta trama que se teje entre enfermos, especialistas en el arte de curar y otros sectores de la sociedad argentina. Se consigue ver, a contraluz de estos relatos, la historia de la ciencia y sus métodos, sus tensiones, actores e interlocutores. La obra es también una propuesta para pensar y debatir historiográficamente sobre los conceptos que sostienen los estudios de la salud y la enfermedad, y nos invita a reflexionar sobre áreas que seguramente continuarán investigándose: ¿El mercado puede modificar nociones sobre la salud y la enfermedad? ¿Cuál es el lugar de lo político en este fenómeno? ¿Qué podemos decir de la capacidad de agencia de los enfermos para intervenir (o no) en su propio proceso? Reconstruir y debatir en torno a estas inquisiciones y conceptos (como el de hibridación) son elementos centrales para reubicar las preguntas (y sobre todo las respuestas) que se sucedan de estas indagaciones.

Fuente: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani
Por Maximiliano Fiquepron

 

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