Fuente: Eterna Cadencia
Autor: Ramón Cote Baraibar
«¿Qué es lo que hace que Ramón Cote, lleno de resonantes palabras, de intensas emociones, de sutiles matices bebidos no solo de la gran tradición pictórica sino de su propia aventura por barrios y países, no entone el canto épico que anunciaba en los “Poemas para una fosa común”, o en “El confuso trazado de las fundaciones”, títulos que se abren a la leyenda y a la mitología, sino que se curve lenta y minuciosamente sobre la evocación y la deploración de secretos y entrañables paraísos perdidos?», se pregunta William Ospina en el prólogo a la poesía reunida del colombiano en Temporal (FCE).
A continuación, tres poemas:
FUNDACION
Bajo la sombra de una ceiba
el hombre construyó su casa
—madera cortada por el rumor del río,
frescura del aserrín—
la tabla se dobló con el paso,
la pulsación exacta en el escalón,
el aire pasó hecho pájaro entre las jambas,
el mar se hizo mujer y fue navegable,
una caléndula un cántaro
la historia obtuvo una ciudad.
REGRESO
Ha llegado del encierro
cantando.
Vino viudo y sin el viento.
Refleja tizones,
lluvias que escampan tras sus ojos.
Esta tarde la hoguera coció la arcilla.
Por el borde de la llama
su mano se aleja del dolor.
Ha llegado; bebe agua, cuenta
cosas, describe ciénagas remotas,
relata hombres y navíos, describe caparazones.
Ahora puede mirar la luna nueva.
TESTIMONIO DE SOLEDAD
Tu silencio alarga la mano
como el cuenco de esta luna mendiga.
Tu callada evidencia
vadea a toda hora la lluvia
por la que paso.
Tu vocación de azar.
Tus ojos aún sin color para mis ojos.
Tu voz, espejismo de todos los pájaros.