Según Macedonio Fernández “recién llegado por definición es: aquella diferente persona notada en seguida por todos”. En evidente homenaje a esa definición de Macedonio, Ricardo Piglia, en 2001 comenzó a componer la Serie del Recienvenido, una colección de grandes libros de la literatura argentina de las últimas décadas del siglo veinte, a las que les escribe, respectivamente, un prólogo.
Los libros de esa colección fueron publicados entre 2011 y 2015, y no pertenecen a un mismo género, ni están unidos por una afinidad temática o estética. Entre los títulos abarcados se encuentran Nanina de Germán García, Río de las congojas de Libertad Demitrópulos, Minga! de Jorge di Paola, Cuentos completos de Ezequiel Martinez Estrada o El mal menor deC. E. Feiling. Libros que merecían haberse reeditado mucho antes, pero por el funcionamiento errático y errado del mercado editorial, debieron esperar muchos años.
Como el propio Ricardo Piglia alguna vez comentó, la colección, básicamente, está integrada por libros que a él le gustó leer o releer. Vale decir, libros que incluyó guiado especialmente por su propio gusto. Textos que publicados hace muchos años, siguen resonando hoy, como si estuvieran estrechamente conectados con el presente.
Los prólogos están escritos en un estilo sosegado, con una prosa elegante que no apela a la erudición para dar solidez a su mirada. La clave de la mejor narrativa contemporánea, decía Nabokov, no es ya el interés por la trama, o la identificación con los personajes, sino la fascinación del lector por la inteligencia del que narra la historia. Se percibe esa fascinación de Piglia por cada uno de los autores prologados, por la osadía de atreverse a explorar un territorio ignoto o poco frecuentado, por instalar obras que desafiaron las convenciones de su época.
Ricardo Piglia se desplaza con malicia por la superficie de los relatos, iluminándolos con sus análisis, historizándolos, construyéndoles una genealogía imaginaria y un contexto, que facilita su lectura y la hace llegar más lejos.
La mayoría de las obras elegidas son inaugurales. Las óperas primas son un género en sí mismo, quien las escribe no es todavía un escritor, aunque juegue a serlo en todos los cafés de la ciudad. Dice Piglia que los autores en ese estadío, están por ser admitido –o no- en la cautiva serie incierta de los nuevos escritores. Es un momento de pasaje , alguien que deja una marca allí donde antes no hubo. “Siempre hay un renacuajo nuevo en la charca literaria”, se mofaba Louis-Ferdinand Céline. Trece prólogos, es una obra que señala que hay libros nuevos que nunca dejan de serlo.
Fuente: Diario Hoy