En un mundo cada vez más obnubilado por la imagen, el balbuceo idiomático, la economía expresiva subyugada a las formas de los mensajes de texto, la seducción de un “click” para entender en minutos o segundos aquello que antes llevaba horas de biblioteca, o la sublimación extasiada a partir del “chat GPT” que vendría a reemplazar cualquier ejercicio mental, alguien
aún apuesta a la belleza de la palabra, a la capacidad de decir algo de manera diferente con el ancestral uso de metáforas o el arcaico ingenio de la rima.Alicia Genovese no claudica en su búsqueda, en poner en relieve el encanto del sonido gramatical en, como dice, “un mundo en el que la información a menudo pierde garantías y las comunicaciones atraviesan un flujo incierto donde las palabras se apelmazan, se degradan e inutilizan su capacidad de abrigo”.
La poeta e investigadora hace años despunta su vicio y en este libro selecciona ensayos escritos en diferentes etapas de su vida. Todos pretenden dar una definición de una actividad compleja como la poiesis (creación con las palabras) y también compartir su encanto para seducir y atraer a un universo lector cada vez más díscolo.
En sus trabajos la ensayista indaga acerca del yo poético, sobre su carga de matices, cómo los versos pueden ocuparse de la brillantez, lo excelso como también de lo excluido y exótico. “Una palabra, una frase, se escucha azarosamente y resuena algo más que la palabra o frase, sigue en el oído con su carnadura oral, su tono, su gesto y su insistencia”, explica Genovese en su apartado sobre las puertas y mundos que abre un poema. En sus análisis aparecen versos de autores variados, desde Gelman hasta otras voces latinoamericanas como las del peruano Watanabe y otros tantos escritores consagrados que, como Genovese, apuestan y ensanchan el amplio acervo de la poesía.
Hay un trabajo dedicado a la transmisión de la emoción desde las palabras. Allí explica que la tarea implica ir más allá de los procedimientos lingüísticos, con pérdida de la objetividad. Sus reflexiones se apoyan en otros lingüísticas, como Gilles Deleuze, y para completar los ensayos ejemplifica con versos de eximios poetas.
En su ensayo denominado “Una mujer en el poema. El yo poético como un ideograma chino”, asegura que la idea del sujeto poético como enunciación sigue siendo vital para el género, no solo en el caso de la escritura femenina, sino también de otros como la autoficción. Genovese aborda el tema con profundidad y explica las implicancias del uso de los pronombres en los versos y analiza su riqueza en la escritura china, el poder de la metáfora verbal que genera, incluso, dificultades para la traducción. Para ello cita los trabajos del orientalista Ernest Fenollosa, quien advierte la abstracción en la escritura china con gramáticas que prescinden del enlace temporal y responden a la espacialidad de una lógica ideográfica.
El último artículo reflexiona sobre la etapa de elaboración, el proceso de selección de algo que merece ser “poemizable”, algo tan sagrado y esquivo, que no avisa y se planta de una manera random, la famosa inspiración.
Fuente: La Prensa
Por Pablo Farías