Dado que poco más de la mitad de la población mundial vive en ciudades -56%, de acuerdo a datos del Banco Mundial-, resulta por completo lógico que buena parte de la humanidad desarrolle su existencia alejada de la vida en la naturaleza. Y, lo que es más, que casi todos ignoren las similitudes que existen entre nuestra especie y algunos animales.
El desarrollo de la sociedad global, la explotación de recursos y la generación de riqueza ha barrido por completo con la armonía que alguna vez existió, tal vez en lejanas etapas precapitalistas, entre el vivir salvaje y las mil caras de la civilización.
Por suerte de vez en cuando aparece algún hombre de ciencia para recordarnos que, aunque no lo tengamos presente, el vínculo con el ecosistema natural está maltrecho pero vigente. Ese sería el caso del estadounidense Noah Strycker, escritor, fotógrafo y ornitólogo, que ha construido una sólida obra acerca de la conducta de las aves.
En esta oportunidad llega a las librerías con su firma Esa cosa con plumas, un libro que aborda, según su descripción, “la sorprendente vida de las aves y lo que nos revela sobre la condición humana”.
Luego de surcar sus páginas no será tanta la sensación de familiaridad que quede registrada entre la especie humana y los pájaros. El lazo hasta surge por momentos forzado. Sin embargo, el autor se encarga de narrar con erudición las diversas características de algunas aves y su misterioso sentido de la orientación.
Las preguntas se suceden unas tras otras y la ciencia no ha llegado a responderlas todas. ¿Cómo es que alguna variedad de palomas puede surcar el océano y llegar a destino sin perderse? ¿Qué es lo que hace que los estorninos puedan volar en total coordinación colectiva? ¿Cuál es la guerra que llevan adelante los colibríes? ¿Qué ocurre con el amor de los albatros?
El interés de la trama es volátil. Las historias cobran relevancia cuando en la explicación se engarzan las anécdotas y los comentarios coloquiales, pero cobra densidad y hasta linda con el aburrimiento en los momentos en que se profundiza el análisis científico. Los pájaros, en definitiva, siguen ahí y no está de más conocer sus usos y costumbres.
Fuente: La Prensa
Por Gustavo García