Aquella ofensiva contrafáctica

noviembre, 2021
Hernán Confino desbroza la trágica Contraofensiva de fines de los '70 que selló el destino de Montoneros

Fuente: El cohete a la luna

Autor: Jorge Pinedo

 

El 10 de junio pasado el Tribunal Oral Federal nº4 de San Martín condenó a prisión perpetua a cinco miembros de la estructura de inteligencia del Ejército Argentino, partícipes en la persecución, tortura y asesinato de cerca de noventa militantes montoneros que participaron en la llamada Contraofensiva de los años 1979 y 1980. La sentencia inaugura una serie de inminentes juicios hacia los restantes cómplices operativos, que ha de echar luz suplementaria sobre lo sucedido en uno de los  momentos más oscuros de lo que fue la última gran acción militar de la organización Montoneros. Un aporte relevante al inicio del esclarecimiento de aquellos sucesos es la reciente investigación concretada por el joven investigador Hernán Confino (Buenos Aires, 1986).

Los represores condenados. Foto: Gustavo Molfino

A lo largo de las trescientas sesenta páginas de Contraofensiva: el final de Montoneros, se rescata gran parte de la tan copiosa como dispersa bibliografía sobre el tema; crónicas, documentos de la propia organización y de la inteligencia militar, informes de organismos de Derechos Humanos, actuaciones judiciales y estatales, así como diecisiete nuevos testimonios —recabados por el autor— de participantes en las acciones, complementarios de otros tantos anteriormente revelados. Bagaje contundente con el que Confino historiza la década de vigencia de la organización, con principal hincapié en el período que se abre a partir de fines de 1976, cuando la conducción habilita el exilio orgánico de dirigentes y militantes, tras haber padecido secuestros y asesinatos que se cuentan por miles. Masacre iniciada mucho antes, impulsando al destierro no sólo a cuadros de esa organización y de otras fracciones políticas, sino también a trabajadores, intelectuales, artistas, familiares, vecinos, allegados y cualquiera cuyo nombre o dirección fuera señalado por el aparato represivo. Sangría padecida asimismo por todos los países latinoamericanos que habían caído bajo la bota dictatorial.

El autor, Hernán Confino.

Para estructurar tamaño volumen de información, el autor despliega las condiciones metodológicas de las investigación, empezando por el encuadre histórico y el repaso de las teorías precedentes, de rigor en el protocolo académico y referencia que agradece el lector. En el marco general de lo que se establece como la progresiva derrota final de Montoneros, el autor señala la hegemonía de un puñado de sistemas explicativos, nunca necesariamente contradictorios ni excluyentes entre si: el “desvío” del camino genuino que desató la pérdida “de la experiencia legal y masiva de los primeros años de la década de 1970”. Luego, la teoría del “espejo”, alude a una identificación con el enemigo —las FFAA en el poder desde 1976— como dos bandos con proyectos antagónicos aunque de potencia equivalente; y el “quiebre” desatado entre la conducción en el exilio y sus dirigidos. Conjunto enrolado en un esquema donde la acción política de masas queda supeditada a la prioridad  militar, mirada que obtuvo posteriormente de los ex militantes, “en sus extremos expresiones épicas y condenatorias”. Sin atenerse —ni descartar— tales perspectivas, Confino construye una narrativa destinada a entrelazar “distintas trayectorias individuales con el recorrido de la organización (…) una mirada ‘desde abajo’ del proceso histórico con otra que da cuenta de las transformaciones más generales de Montoneros y del contexto del país”.

El lector quedará en condiciones de arribar a sus propias conclusiones a medida que sea capaz de deslindar la validez del artefacto justificatorio esgrimido –sin ir más lejos— por un jerarca sobreviviente, de la caracterización de un militante que, sin red de contención, luego de residir varios años en el exterior, de buenas a primeras es depositado en una Argentina que ninguna relación guarda con lo que los jefes le contaron sobre un momento pre-revolucionario, efervescencia sindical,  crisis dictatorial, inminentes puebladas y masas ardorosas por ser conducidas al socialismo de la mano de la jefatura montonera. Del mismo modo, por sus propios medios, el lector habrá de distinguir entre bibliografía de rigurosidad sistemática y otra, de marchanta oportunista salpicada de afirmaciones de escaso asidero, cuando no bi-demoníacamente interesada. El contraste entre tamaños registros constituye tal vez el acierto de mayor audacia de La Contraofensiva… (el libro) en su despliegue documental cruzado con las experiencias en primera persona y, en menor medida, con las consecuencias políticas de la derrota de un proyecto que, en una década, se llevó miles de vidas así como dejó experiencias de prácticas sociales para el aprendizaje democrático que se vuelve a transitar, una vez desterrada la violencia como modo de construcción política.

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Al marco teórico de análisis y la memoria recabada, se agregan algunos datos poco conocidos. Es el caso de la experiencia protagonizada por la TEA (Tropas Especiales de Agitación) Sur de 1979, tres cuartas partes de cuyos integrantes habían permanecido en el territorio. A diferencia de los restantes contingentes, no sufrieron bajas y al concluir dejaron la organización. La singularidad de estos equipos fue desechar las directivas de la cúpula, mimetizarse en la población, realizar acciones menos ambiciosas (volanteadas, pintadas, política de masas) con medios precarios.

La riqueza tanto de los testimonios descarnados como de los documentos (de la organización y de la inteligencia militar) muestran a los Montoneros como una estructura heterogénea cuyo vértice superior —la conducción nacional— procura tornar homogénea mediante el disciplinamiento, cuando no la sobreadaptación, de sus bases. Al circunscribir su objeto de estudio a partir del establecimiento de los cuadros en el exterior, bien avanzada la exposición de los acontecimientos, Confino recorta una hipótesis general: “El arribo de la conducción al extranjero provocó una transformación de las relaciones que previamente habían establecido las y los montoneros en el exilio y también las lógicas políticas que hasta el momento había promovido la organización”. Sutil evidencia de cómo la modificación de las relaciones de producción alteran las de existencia, que juntaría pelusa en el bolsillo de Perogrullo si se la aísla del prisma que el autor planta al comienzo mismo del libro: “En octubre de 1978, frente al temor de que la organización armada Montoneros dejara de representar una alternativa política para la sociedad argentina luego de dos años de ‘exilio orgánico’ y represión dictatorial, su conducción nacional decidió el inicio de la Contraofensiva Estratégica”. Comienza a entenderse entonces el nudo de asunto, cuando el investigador poco más adelante constata que para “el golpe de Estado de marzo de 1976, Montoneros ya había sido duramente reprimida y había quedado inmersa en un proceso de perdida de influencia que no se revertiría hasta su total desarticulación como fuerza política”. Salvando las espantosas distancias y sin que el autor lo expresara de esta manera, en esa vía plausible, la llamada Contraofensiva Estratégica de 1978-80 es a la jerarquía de Montoneros lo que la invasión a Malvinas es a las FFAA de la dictadura, con análogos resultados. En fin…

 

 

La pesquisa histórica de Hernán Confino tiene como ventaja la de descartar, evidencias mediante, cualquier instancia contrafáctica. Queda la tragedia. También un puñado de antecedentes que, hoy por hoy, sirven a fin de contrastar la multitud de procederes que el libro registra. Entre ellas se destacan las críticas de Juan Gelman, entre otros grupos disidentes. Y entre las omitidas, los documentos internos elevados por Rodolfo Walsh y Horacio Verbitsky a fines de 1976 en los que se anticipaba la necesidad de una retirada desmilitarizada hacia las fuentes peronistas y los riesgos, luego comprobados, de operar como una patrulla perdida. La mencionada experiencia de las TEA Sur corroboran tales advertencias. Por breves momentos, el autor se trepa a la ola del análisis político centralizado en la rosca entre superestructuras, en detrimento de lo que ocurre entre las bases populares. No sorprende: le sucedió a las organizaciones armadas, lo pasa hasta hoy al peronismo, es pandemia en el periodismo de cabotaje, proporciona reposo a las elucubraciones académicas, hace estilo en la partidocracia burguesa.

En otro orden, las pruebas y testimonios reunidos en el primer juicio finalizado por el TOF  nº4 de San Martín —aludido al principio, cuyo fallo por cierto ocurrió después de cerrada la edición del libro— y los que le sigan, habrán de aportar otros elementos a la construcción de una historia que en modo alguno queda clausurada. Por el contrario, permanece en la memoria de las víctimas y en las enseñanzas de la derrota.

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