El calor de la tierra
Autor:
- Rosa María Prol-Ledesma
$8.900
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Agregar a FavoritosISBN: 9789681666590
Desde épocas remotas el hombre ha sospechado que en el interior de la Tierra la temperatura es más elevada que en la superficie como lo evidencian los volcanes, los manantiales termales, el calor que se experimenta al descender por una gruta. Ya en nuestro siglo, gracias a los avances en la técnica de perforación de pozos, se comenzó a hacer mediciones de la variación de la temperatura de acuerdo con la profundidad y se llegó a la conclusión de que en zonas normales –donde no se manifiestan fenómenos de vulcanismo o termales- la temperatura de la corteza de la Tierra aumenta a un ritmo de 30ºC por kilómetro de profundidad. Esto llevó a los científicos a considerar que en alguna parte del interior de nuestro planeta existe una fuente térmica que irradia hacia la superficie un calor que, de acuerdo con las más recientes teorías científicas, proviene de los cataclismos cósmicos que produjo la formación del Sistema Solar y de nuestro planeta; lo que se denomina «diferenciación gravitacional», el hundimiento de los elementos más pesados y el afloramiento de los más ligeros. Esta redistribución se efectuó con gran liberación de energía por fricción que produjo la fusión de la mayor parte del material que componía la Tierra. Esta teoría, entre otras cosas, deja sin base de sustentación a la hermosa novela de Jules Verne, Viaje al centro de la Tierra.
La doctora Rosa María Prol se preocupa en especial en este libro de subrayar la importancia del estudio de la energía térmica de la Tierra. Así, describe las manifestaciones termales superficiales en general, estableciendo su relación con los procesos internos de la Tierra. Destaca también la utilidad de los campos geotérmicos, como el de Cerro Prieto en Baja California Norte, como fuentes alternas de producción de energía eléctrica, pero con espíritu científico se esfuerza por dejar claro que el estudio del calor de la Tierra no debe verse exclusivamente con ojos pragmáticos sino que, sobre todo, debe estudiarse como una parte esencial en el conocimiento del planeta en que vivimos. También se adelanta a los catastrofistas que vaticinan un apocalipsis si se agota el calor contenido en el interior de la Tierra: «Sin duda llegará un día en que nuestro mundo se enfríe –afirma-; mas, de acuerdo con las pérdidas de calor observadas, y de continuar éstas con el mismo ritmo, faltan aún muchos millones de años para que ocurra tal cosa.»