Taro Gomi
Nació en Tokio, Japón, en 1945. De niño le encantaban las historias tradicionales japonesas donde aparecían animales mitológicos como los dragones, aunque también le gustaban los cuentos de los hermanos Grimm. Estudió Diseño Industrial en la Escuela de Diseño Duwazawa, en su ciudad natal, y empezó a trabajar como diseñador industrial, diseñando mesas, sillas, ceniceros y otros objetos. Sin embargo, pronto le empezaron a aburrir cuando se dio cuenta de que estos objetos sólo sirven para lo que ha sido creados. Los libros, en cambio, sirven para muchas cosas, como descubrió cuando empezó a ilustrar, sin saber que se convertiría en su carrera y lo llevaría a ser uno de los autores e ilustradores más importantes de su país. Desde entonces ha publicado ¡más de trescientos títulos! Que han sido traducidos a más de diez idiomas en todo el mundo. ¿De donde viene su inspiración para tantos libros? A veces su editor se le ocurre una idea y se la propone; otras nacen de un arranque de inspiración; varios están basados en recuerdos de su propia infancia. A veces empieza con los dibujos, otras con los textos. Como sea, está claro que Taro Gomi disfruta siendo autor e ilustrador. Cuenta que de niño era bastante maleducado y no tenía el menor interés en el arte. Pero un día empezó a dibujar, y desde entonces no ha dejado de hacerlo ni por un momento. Él no se define a sí mismo como un autor de libros para niños, más bien disfruta haciendo cosas que tanto a los niños como a los adultos puedan entender y disfrutar por medio de sencillas y expresivas imágenes. Actualmente planea construir un museo para niños en Tokio, que tenga libro, cuadros y un espacio para eventos. «El arte que puedes encontrar en los museos normales es fantástico», dice, pero sólo esta ahí colgado. Los libros de imágenes tienen más espacio para la expresión, así que me gustaría usarlos para darle vida a mi museo. Además de los libros, le gusta tomar fotografías, oír música, esquiar y jugar tenis. Vive en Japón con su esposa Yumi y sus hijas Yo y Mai.
