ISBN:
9789681678609
Este volumen reúne tres novelas emblemáticas en la rica trayectoria de Elena Poniatowska, a un tiempo complementarias y contrastantes: Hasta no verte Jesús mío (1969), La «flor de Lis» (1988) y Paseo de la Reforma (1996). La primera, mezcla de entrevista y novela picaresca, relata las andanzas se Jesusa Palancares, personaje rompedor en más de un sentido: marginada a causa de su triple condición desventajosa: por ser mujer, por ser indígena y por ser analfabeta, arrastra consigo su imaginaria cola de reina en su paso por el maltrato familiar, la explotación laboral y la cárcel. Poniatowska vuelca sin rubor ni aspaviento el testimonio de una mujer que consigue salirse con la suya y hacerse respetar (aunque sea a la mala), pese a su vulnerabilidad, frente a una sociedad racista, clasista y machista, y hacernos reír de paso con la brutal franqueza y el florido lenguaje de su entrañable personaje, que sigue siendo excepcional en las letras mexicanas.
La segunda, La «Flor de Lis» -que podría ser interpretada como un intento de su autora por hacerle ver a sus lectores que, aristócrata y todo, es la última en respetar el protocolo-, es una deliciosa parodia de la realeza francesa, con todo su anquilosamiento, sus apolilladas sedas, destartalados carruajes y afán sublimador de lo grosero, descifrado a través de los ojos de Mariana, princesa güerita y amante de los tamales, alter ego de Elena. Autobiografía autodesmitificadora que nos divierte hasta la hilaridad y nos enseña que para quitarle el celofán a la aristocracia -encuerarla pues- hay que hacerlo hasta la última consecuencia.
Finalmente, Paseo de la Reforma relata la inevitable pasión entre Ashby Egbert, un joven de la clase alta mexicana que tras un curioso accidente adquiere conciencia respecto de las clases explotadas, y Amaya Chacel, una activista excéntrica. Amaya se transforma en una especie de Virgilio para Ashby, pero no sólo en la incursión de la lucha contra la injusticia, sino también en el territorio del deseo.
Elena Poniatowska, que prefirió ser mexicana que francesa; reportera que princesa; escritora que tótem; Jesusa que Mariana, ha sabido aplicar su visión aguda de consumada periodista a su literatura e innovar la narrativa mexicana con su irreverente frescura y su punzante malicia vestida de inocencia.