La gran Ilusión II

Los cuarks

Autor:
  • Jorge Flores Valdés

$690

ISBN: 9681625374

«El relato que sigue -nos dice el doctor Jorge Flores Valdés al referirse al contenido de La gran ilusión II. Los cuarks– es, como gran parte de las investigaciones en el campo de la física, una historia de aventuras, el relato de la búsqueda reciente del verdadero átomo, aquel verdaderamente indivisible: el cuark. En el prólogo en el Cielo del Fausto, Goethe hace que Mefistófeles se burle del hombre y de sus actos : ‘no hay frusilería donde no meta su nariz’. Esta frusilería es el cuark, de la palabra alemana quark, que significa requesón, pero que en el habla popular se usa a veces en el sentido de tontería, o contrasentido»
Hasta donde se sabe, fueron los griegos Demócrito y Epicuro los primeros que intentaron establecer una teoría de las cosas muy pequeñas y así Demócrito, hacia el siglo V a. C., llegó a concebir la materia -con una penetración tan sorprendente que parece un moderno- formada por partículas pequeñísimas que no podían separarse, a las que por eso llamó átomos (en griego = indivisible) que eran eternos, inmodificables, indestructibles: fuera de elloos sólo podía existir el vacío. Su forma sería redonda y lisa en el agua, otros informes que constituirían el fuego y rugosos los de la tierra, eso explicaría, según el griego, sus diferentes propiedades.
Mas donde la concepción de Demócrito alcanza niveles de excelencia es cuando asegura que el movimiento y la manera de comportarse de los átomos están controlados por leyes de la naturaleza que no pueden infringirse. Con tal movimiento no interfieren dioses ni demonios, ellos mismos formados por átomos, y aun el origen del Universo se adebe a que un gran número de átomos terminan su movimiento formando mundos.
Si bien la exposición del filósofo tracio es admirable y evoca las teorías modernas sobre el átomo, nos dice el doctor Flores que no debe olvidarse el abismo que la separa de la ciencia moderna: veinticinco siglos de experimentación, de desarrollo matemático y, sobre todo, de cosmovisión. La ciencia actual, aunque aprovecha la introspección y la intuición, cuenta con que sus conclusiones puedan ser comprobadas, el experimento es el juez que decide entre una teoría y otra.

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