Amargo placer

junio, 2025
La yerba llegó a Europa antes que el café y el té, y sin embargo quedó tercera en el negocio de las bebidas estimulantes. Una catedrática norteamericana da algunas respuestas en El libro de la yerba mate.
A España se le escapó la tortuga. En América, los conquistadores vieron y probaron la yerba mate a principios del siglo XVI. En 1567, un funcionario de la Corona dejó testimonio del comercio que se hacía con las hojas de la planta dentro de los nuevos territorios, y de los impuestos que le cobraran. Llegaron muestras a Madrid, pero nadie movió un dedo por vender el producto en Europa. O sea que el imperio lucró a medias con este árbol mucho antes de que los holandeses introdujeran el té en el Viejo Mundo desde China, alrededor de 1610, y de que negociantes italianos hicieran lo propio con el café proveniente de África, vía Turquía, en torno a 1615. Hoy las infusiones estimulantes más consumidas son el café y el té. La yerba mate entra tercera.
Aunque los competidores no lo sabían, la carrera era por un alcaloide al que se dio el nombre de cafeína, simplemente porque un químico alemán aisló la sustancia primero en el café, en 1819. Pocos años después se descubrió la teína y finalmente se comprobó que cafeína, teína y mateína son la misma molécula. Ya fuera por gusto, moda o necesidad de mantener a trabajadores y esclavos activos y despiertos, el mundo adoptó bebidas a las que se atribuían originalmente funciones medicinales o de conexión espiritual, pero que resultaron ser drogas psicoactivas, aceleradoras del sistema nervioso. Para la explotación en las minas, España sumaba otra arma mejor aún: la coca.
¿Qué lleva a una catedrática norteamericana a obsesionarse con la bebida de estas pampas, al punto de escribir El libro de la yerba mate. Una historia estimulante? En primer lugar, Christine Folch (licenciada en Historia por Harvard, doctora en Antropología Cultural por la Universidad de Nueva York y docente en Duke) viene de una familia latina. En 2001, como estudiante de grado, una compañera le dio a probar el mate que había llevado a Boston desde Chile. Pero la especialización la obtuvo con amigos argentinos que le gritaban que no moviera la bombilla porque eso, sabemos, es un pecado mortal.
En su trabajo, Folch destaca que la yerba mate llegó a ser moneda de pago durante la colonia en el Río de la Plata, aunque también tuvo prohibiciones. Entre ellas, una dictada por el gobernador Hernandarias, quien dijo que era “un vicio abominable” y promovía la holgazanería. De nada sirvieron las penas de azotes, multas y cárcel. Tanto indios como españoles y criollos siguieron chupando de la calabaza o del asta de toro.
La palabra de Hernandarias regresó, con un sentido más laxo, en el siglo XIX, cuando a los soldados argentinos se les entregaba, como parte del salario, un paquete que incluía yerba, azúcar, tabaco y aguardiente. Eran los “vicios” de la tropa.
Además, la yerba sirvió para unificar el “crisol de razas” de la inmigración europea fomentada por la Constitución de 1853 y ejecutada, mayormente, por la Generación del 80. En el Hotel de Inmigrantes, a los recién llegados se les daba mate cocido. Sigue siendo la bebida del recreo en escuelas públicas y era el desayuno obligado en la colimba.
El viaje de vuelta de la inmigración llevó la yerba a Siria, Líbano y otros puntos de Medio Oriente, que hoy son los principales destinos de exportación. En América Latina, el mayor comprador es Chile. En 1930, Bolivia se la llevaba (casi) toda.
Durante la colonia, la yerba llegaba a Perú y Ecuador. En cada parada, los españoles sumaban impuestos. Estas cadenas de comercialización se rompieron con las guerras de la independencia y ahí entraron el té y el café.
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La cuna de la yerba mate es un amplio sector de selvas en los actuales Paraguay, Brasil y Argentina. En condiciones silvestres, el árbol alcanza los 15 metros. A falta de oro y plata, y viendo el consumo que los indios hacían de las hojas (ya fuera enteras o secas, ahumadas y trituradas), los españoles consideraron al mate un mineral, algo que brotaba de la tierra y que se podía comercializar.
De hecho llamaban “mineros” a los indios empleados (o esclavizados) para la recolección de las hojas que crecían en la naturaleza, mediante las instituciones coloniales de la mita y la encomienda.
Los jesuitas cambiaron el negocio al descubrir la forma de cultivar la yerba mate en sus misiones, sin necesidad de internarse en el monte en busca de la planta.Y obtuvieron un producto de mejor calidad, tan valorado que su precio duplicaba al de la yerba común.
Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada de España y de sus colonias americanas entre 1767 y 1768, ese conocimiento se perdió, aunque quedó documentado por los religiosos, y recién en el 1900 se “redescubrió” la forma de germinar las semillas con intervención humana.
Dato curioso: el nombre científico de la yerba mate, ilex paraguariensis, fue dado en 1822 a partir de una muestra obtenida cerca de Curitiba. Paraguay 1 – Brasil 0.
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Igual, los guaraníes no pudieron festejar mucho. Folch sostiene que la Guerra del Paraguay (1864-1870), en la que se unieron Brasil, Uruguay y Argentina contra Asunción, estuvo motivada en parte por el control de la yerba mate.
Mucho antes de la guerra, el botánico y explorador francés Aimé Bonpland estuvo detenido en Paraguay entre 1821 y 1829 por orden del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia.
Bonpland se había establecido para estudiar, mejorar y producir yerba en una región llamada Santa Ana, que estaba en disputa entre la naciente Argentina y Paraguay. El dictador Francia lo acusó de conspirar contra su gobierno y de usar aquellos campos como base para una futura invasión, pero el problema de fondo era el estimulante.
Terminada la guerra, se fundaron dos grandes emporios que concentraron la producción en el Mato Grosso brasileño y en Paraguay: Mate Larangeira y La Industrial Paraguaya.
Ambas firmas terminaron instalándose en Argentina, a la vez que se promovía la producción local. Entre fines del siglo XIX y principios del XX, cuando se establecieron las marcas, algunas de las primeras fueron Cruz de Malta (Larangeira) y Flor de Lis (La Industrial).
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En América crecen otras dos plantas similares a la yerba. El ilex guayusa abarca una franja que va de Colombia hasta Bolivia y tiene un consumo limitado entre aborígenes y como planta medicinal. En la costa sudeste de Estados Unidos, en tanto, los indios bebían el yaupon, que fue adoptado por algunos colonos como forma de lucha contra la corona británica, en vísperas de la guerra de independencia.
Recordemos que el té fue un factor crucial en el camino hacia la emancipación de Estados Unidos. El “motín del té” en Boston, ocurrido en diciembre de 1773, fue contra una ley que otorgaba a la Compañía Británica de las Indias Orientales el monopolio del producto. Alto drama para los comerciantes que vivían del contrabando. Disfrazados de indígenas, abordaron tres barcos británicos y arrojaron al mar toneladas de té.
Para boicotear el yaupon o “té de Carolina”, que se había vendido durante décadas en Gran Bretaña, los Jardines Botánicos Reales de Kew le dieron un nombre científico que promovía el rechazo: ilex vomitoria. Esto ocurrió en 1789, cuando Londres ya había perdido definitivamente Estados Unidos.
El nombre se fundó en el hecho de que los indios norteamericanos vomitaban el yaupon. No era un efecto natural, sino provocado como parte de una ceremonia de purificación. Algo semejante hacían distintas tribus con los otros dos ilex.
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A continuación, la síntesis de una entrevista con Christine Folch.
– ⁠Si la yerba mate fue comercializada antes que el café y el té, ¿por qué el café y el té son más importantes que la yerba en el consumo global hoy?
-Buenísima pregunta. Me gustaría reformularla así: ¿por qué el imperio español no comercializó la yerba mate al mundo? ¿Por qué, teniendo un monopolio sobre la producción y un alcance a Europa, no formó una empresa para comercializarla a paladares franceses, alemanes, británicos? A mi parecer, aquí hay una cuestión de filosofía económica imperial y España tenía una perspectiva mercantilista y no priorizó el comercio fuera de su imperio. Por eso estudiar la economía histórica de la yerba mate nos ayuda a hacer preguntas sobre el presente y sobre nuestras filosofías económicas actuales.
-⁠En Argentina se desconoce la existencia del yaupon en Estados Unidos. ¿Tuvo éxito la maniobra de Londres de asociarlo con el vómito?
-En EEUU mismo estamos empezando a tomar conciencia acerca del yaupon. Solamente algunas comunidades pequeñas no olvidaron su uso tradicional. Para mí, el nombre científico repele nuevos consumidores, pero, como sabemos, nuestros gustos para bebidas calientes no son tan fáciles de cambiar. Con respecto a por qué dejaron de tomar yaupon las comunidades de Norteamérica que antes lo tomaban, creo que no se trata del nombre científico, sino, quizás, de una asociación cultural. El café y el té parecían ser más sofisticados por su conexión con Europa. Hoy en día, los productores de yaupon admiran mucho a los productores de yerba mate. Me lo han mencionado.
-Hasta entrados los 80, los artistas argentinos narraban sus experiencias en aeropuertos del mundo. Los agentes aduaneros confundían la yerba mate con marihuana. ¿Terminó la confusión? ¿Qué influencia tuvieron los jugadores de fútbol, con Messi a la cabeza?
-Hoy en día, los agentes aduaneros de EEUU todavía se sorprenden con paquetes de yerba mate. Un amigo vino de Paraguay y le abrieron el paquete en el aeropuerto para ver qué tenía. Pero sí, la influencia del equipo nacional argentino ha sido muy importante para abrir el mundo de la yerba mate. Son embajadores naturales.
-⁠En Argentina, en los últimos años más gente toma mate en la calle, en el colectivo y en lugares públicos. Sospecho que se debe a que el termo tradicional de vidrio, muy frágil, fue reemplazado por el de acero inoxidable. ¿Coincidís?
-Tu explicación me parece muy razonable. Algo simple de la tecnología facilita la expansión del uso.
– ⁠Dentro de los termos de acero inoxidable, el Stanley se volvió un objeto deseado. La marca respondió con accesorios específicos para el mate (un pico para cebar y hasta el recipiente para tomar y la bombilla). ¿Pudiste ver y analizar este fenómeno?
-Stanley también tuvo un crecimiento astronómico en EEUU. Una de sus claves de marketing fue responder al uso de sus productos por parte de influencers en TikTok e Instagram. Stanley se dio cuenta de que debía abrirse a nuevos consumidores.
-¿Qué es la Materva, esa bebida que te hicieron conocer tus abuelos de origen cubano y dominicano?
-Materva fue creada en 1920 en Cuba y fue todo un éxito en la isla. Con la revolución de 1959, cerraron las fábricas y dejaron de producirla allá. Pero abrieron una fábrica en Miami cuando los empleados de Materva llegaron a Florida y ahora se comercializa en todo Estados Unidos. Una gaseosa al gusto cubano, muy dulce, tiene un montón de azúcar, como se espera. El sabor notable es el de la yerba mate, es la materia prima importada. Pero como los cubanos desconocen la planta de la yerba mate, entonces decoran las latas con la imagen de una hoja que no es Ilex paraguariensis.
Fuente: La Agenda
Por José Montero

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